Cada día que pasa en la Amazonia colombiana, el lugar de nacimiento de los ‘ríos voladores’, se construyen cerca de cuatro kilómetros de vías ilegales. Tan solo entre abril de 2024 y marzo de 2025, según datos de un nuevo reporte de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS), se registró la construcción de 1.460 kilómetros de carreteras nuevas en la región. Para ponerlo, en perspectiva, esto equivale a recorrer dos veces la distancia entre Bogotá y Santa Marta.
Este es uno de los hallazgos que revela uno de los más recientes informes presentados en el marco de la cumbre mundial del clima de las Naciones Unidas, y que muestra cómo la construcción de vías es solo una de las aristas de un triángulo de factores que impulsan la deforestación en esta región del planeta. En particular, a la infraestructura vial se le suma el crecimiento de la ganadería, así como de los cultivos ilegales, que en un 90 % de los casos se desarrollan cerca a una vía.
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“Cuando pensamos en la deforestación no podemos pensar solo en un factor, sino que se tratan de múltiples variables. Hay, por ejemplo, una relación fuerte con la vulnerabilidad de las poblaciones, la inversión pública, la presencia de grupos armados que impulsan la pérdida de bosque”, sostiene Rodrigo Botero, director de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS). “Estamos viendo un modelo de transformación territorial en las que acciones públicas, privadas e ilegales genera presión en este territorio”.
Lo invitamos a leer: En 2024 se perdieron 8,1 millones de hectáreas de bosque, estas son las industrias que más contribuyeron.
Estas dinámicas han dejado una huella importante en el territorio amazónico. Se estima, según cifras del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), que en los 11 últimos años la pérdida acumulada de bosques en la Amazonia asciende a 1,1 millones de hectáreas. Para poner en perspectiva esto último, “desde la firma del acuerdo de paz en 2016, Colombia ha perdido más de 1,2 millones de hectáreas de bosques", puntualiza el informe titulado ‘Tendencias y dinámicas de la deforestación de la Amazonia colombiana“.
Por su parte, cifras del Gobierno Nacional apuntan que, en 2024, el 67,9% de la pérdida total de bosque en Colombia (113.000 hectáreas) se concentró en el bioma amazónico, con 77.124 hectáreas deforestadas.
Frente a lo que se espera para este año, el nuevo reporte de la FCDS ofrece una mirada a lo que ha ocurrido en los últimos meses en las más de 49 millones de hectáreas que abarca el bioma amazónico en Colombia.
Según este monitoreo, entre abril de 2024 y marzo de 2025, se perdieron más de 56.000 hectáreas de bosque. De mantenerse esta tendencia, la deforestación en 2025 podría ser inferior al de año anterior.
“No obstante, esta proyección está sujeta en gran medida a lo que ocurra en la temporada seca de finales de 2025 (septiembre a diciembre), cuando ocurren los picos más altos de deforestación en la región. La otra época crítica corresponde a los meses de enero a marzo”, se lee en el informe.
Para explorar estas dinámicas, el informe recopiló información de sobrevuelos de baja altura, imágenes satelitales y análisis de datos históricos y recientes para identificar los factores detrás de la deforestación en la Amazonia colombiana.
Todos estos factores ocurren en una región clave para la estabilidad climática y la protección de la biodiversidad. El Bioma Amazónico abarca el 10 % de la biodiversidad del planeta y más de 71 mil millones de toneladas métricas de carbono sobre y bajo el suelo.
Y, como detalla el informe, los efectos de la pérdida de bosque ya se sienten en la región. Por ejemplo, se estima, según un estudio publicado en 2024 por la revista Nature, que desde comienzos de la década de 1980 la temperatura en la región aumentó a una tasa promedio de 0,27 °C por década durante la estación seca, con tasas de hasta 0,6 °C por década en el centro y sureste del bioma.
“En la región ya se están sintiendo los efectos de cambio climático, con las sequías y las altas temperaturas que se han registrado en la cuenca amazónica. Se están uniendo muchas variables en un ecosistema clave, y es clave mencionarlo en esta cumbre mundial del clima”, sostuvo, en la presentación del informe, Rodrigo Botero.
Los motores detrás de la deforestación
Una de las principales conclusiones del informe es que los actuales dinamizadores de la deforestación no pueden analizarse en forma separada. “Los motores de deforestación no se han abordado de manera eficiente, y la frontera agropecuaria, definida en 2016, ha sido ampliamente traspasada, y hay evidencia clara del incremento en la apropiación ilegal de tierras públicas y el acaparamiento de tierras, así como del aumento de la explotación ilegal de oro y coltán, el repunte de los cultivos de coca, la apertura de vías ilegales, y la expansión del hato ganadero”, se lee en el informe.
En particular, los investigadores del FCDS aseguran que se viene implementando, en la mayoría de los casos estudiados, un modelo territorial, que en pocas ocasiones ha sido revertido en el territorio, en el que se realizan procesos de acaparamiento de tierras, en ocasiones en baldíos del Estado, con la instalación de sistemas ganaderos como estrategia para expandir el control territorial. Ese modelo, a su vez, demanda la apertura de carreteras y trochas que conecten las nuevas zonas colonizadas con los mercados y permitan movilizar y comercializar los productos.
De hecho, el informe ofrece la siguiente cifras: “cálculos aproximados podrían indican que de cada 10 hectáreas deforestadas en el arco noroccidental amazónico, 8,3 se destinan a pasturas, 0,2 a la apertura de vías ilegales, y 1,5 a cultivos de coca”.
Frente a esto último, informes de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) apuntan que mientras el rendimiento promedio anual de los cultivos de coca oscila entre 7,8 kg de clorhidrato de cocaína/hectárea cosechada en áreas de desconcentración -como el arco amazónico- y hasta 10,7 kg/ha en áreas de concentración como enclaves en Putumayo. “Esto significa que el potencial de producción de clorhidrato de cocaína en el arco noroccidental amazónico podría alcanzar hasta 105 toneladas anuales”, precisa el informe.
Y detrás de estas actividades hay un gran flujo recursos que alimentan estas economías. El informe de las FCDS detalla que la venta de clorhidrato de cocaína, por ejemplo, dejaría rentas anuales de USD $157 millones en Colombia, mientras que la venta en finca de la leche producida en los municipios que conforman el arco noroccidental amazónico de deforestación deja USD $148 millones. Y se tratan de economías que complementan pues, según señala el informe, la crisis de los precios de la coca que se ha vivido en la región ha llevado a diversificar entre cultivos de coca y ganado para evitar depender de una sola economía.
A esto se suma, las problemáticas relacionadas con la extracción ilegal de oro y coltán, que concentra principalmente en los departamentos de Guainía, Vaupés, Amazonas, Putumayo y Caquetá, gran parte de ella en áreas del Sistema de Parques Nacionales como la Reserva Natural (PNN) Puinawai, y los Parques Nacionales (PNN) Río Pure, Cahuinarí, Yaigojé Apaporis, y Amacayacu.
Según cifras de la UNODC apuntan a que el aumento de la demanda mundial del oro y otros metales han aumentado la presión de la explotación de minerales en regiones como la amazonica.
“La demanda internacional de ‘commodities’, y puntualmente el alto precio del oro en el mercado internacional, desempeña un papel central en estos conflictos, que se acentúan sobre las zonas fronterizas y su funcionalidad geográfica, en términos de corredores y rutas que conectan a la Amazonia con mercados internacionales”, indica el informe.
¿Qué está pasando en los Parques Nacionales y en los resguardos indígenas de la Amazonia?
Uno de los puntos que más afectados por este tipo de dinámicas son los Parques Nacionales Naturales (PNN). Uno de los datos que puede ayudar a dimensionar el tamaño de esta problemática es el el 82% de la deforestación de todo el Sistema de Parques Nacionales Naturales de Colombia (SPNN), se concentra en tan solo el 9,8% de las áreas del sistema de parques (6 de 61 áreas protegidas): estas corresponden a los PNN Tinigua, Sierra de La Macarena, Serranía de Chiribiquete, Cordillera de los Picachos y La Paya, así como a la Reserva Nacional Natural Nukak.
“Un asunto central detrás de esta transformación del paisaje es que hace más de tres décadas se ha perdido o limitado la gobernabilidad en estas áreas, y el país no ha dado respuesta a ello. Un ejemplo es lo que pasa en Tinigua, que es el área protegida en el continente con mayor nivel de transformación, con una pérdida del 50 % de su cobertura”, afirma Botero, de la FCDS.
En el siguiente gráfico puede ver las tendencias de la deforestación acumulada en áreas protegidas en la Amazonia entre 1990 y 2024.
Según el informe, en consonnacia con otras áreas de la amazonia, los principales factores detrás de la deforestación en parques con la ganadería, la expansión de infraestructura vial, la presencia de cultivos de coca y el acaparamiento de tierras.
Según la FCDS, hay un total de 168.000 bovinos dentro de seis áreas protegidas amazónicas del Sistema de Parques Nacionales con una producción aproximada de 190.000 litros de leche diarios. Esta producción equivale a COP $140.000 millones (25,5 millones de dólares).
“Lo que revelan los datos es la consistencia en el crecimiento del hato ganadero, que se aceleró desde 2017 a la fecha. Este crecimiento de ha dado en paralelo de la malla vial, y que adicionalmente son transformacines que se dan de manera irreversible, pues no se ha desarrollado la capacidad para pasar de este modelo a otro tipo de sistema”, sostiene Botero.
Para entender el impacto de estas problemáticas en las áreas protegidas amazónicas, el informe también revisó la situación de los corredores ecológicos. “En general, el análisis revela que la situación actual de los corredores es crítica. Del total de 196.157,5 hectáreas de corredores detectados, el 65% (127.484,4 ha) han sido degradadas por la deforestación y la fragmentación del hábitat, lo que compromete su funcionalidad”, se lee en el documento.
“Esto demuestra que los bosques estén fragmentados y que se está perdiendo la conectividad de los diferentes ecosistemas de estas áreas. Y hay que pensar qué hacemos con estas situaciones que desnaturalizan la condición de los parques naturales”, Botero, de la FCDS y exdirector territorial de la Amazonía de Parques Nacionales Naturales de Colombia.
Por su parte, el informe también revisa la situación de los resguardos indígenas (RI) que, entre 2017 y 2025, perdieron más de 85.000 hectáreas de bosque. Uno de los casos que referencia el informe es el del resguardo Llanos del Yarí - Yaguará II que, junto con el RI Nukak Makú, concentró el 82 % de la pérdida total de bosque dentro de los Resguardos Indígenas entre abril de 2024 y marzo de 2025.
“Es posible afirmar que este territorio colectivo ha perdido en los últimos 35 años un total de 6.492 hectáreas de bosque. Según el monitoreo de la FCDS, en el periodo comprendido entre abril 2024 y marzo de 2025, en el Resguardo Indígena Llanos del Yarí – Yaguara II se deforestaron 1.533 hectáreas de bosque, principalmente a causa del crecimiento de la vía hacia Puerto Cachicamo (70,8 kilometros) y de las actividades ga-naderas allí existentes“, se lee en el informe.
Con este panorama, el informe lanzó un par de recomendaciones para enfrentar esta situación como el fortalecimiento de la generación, acceso y transparencia de la información pública sobre la Amazonia, articular el marco normativo en la región y, entre otras, coordinar una respuesta regional entre países de la cuenca coordinada frente a los conflictos socioambientales en el bioma.
Además, una de las recomendaciones del informe es fortalecer las economías forestales sostenible, avanzar en la trazabilidad de sector como la minería y la ganadería y fortalecer las capacidades de monitoreo en los territorios. “Se tratan de retos importantes pero, en el marco de la COP, estos se pueden volver oportunidades para la conservación”, sostiene Botero.
Si desea leer el informe completo, lo puede hacer a través de este enlace.
*Este artículo es publicado gracias a una alianza entre El Espectador e InfoAmazonia, con el apoyo de Amazon Conservation Team.
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