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¿Para qué sirve llevar la biodiversidad a su barrio?

Las zonas urbanas están creciendo a un ritmo acelerado, tanto, que se espera que para 2050, el 70 % de la población viva en ciudades. Incorporar la biodiversidad en la planificación territorial será entonces uno de los grandes retos.

18 de abril de 2024 - 01:00 p. m.
Zonas verdes en las ciudades. /Centro de imágenes ambientales Instituto Humboldt
Zonas verdes en las ciudades. /Centro de imágenes ambientales Instituto Humboldt
Foto: Felipe Villegas

La urbanización en el mundo está avanzando a grandes pasos. Actualmente, el 56 % de la población vive en zonas urbanas, pero se espera que en 2050 este porcentaje aumente al 70 %, y que para 2025 el 10 % de la población mundial viva solo en 37 ciudades. Según el Banco Mundial, actualmente Latinoamérica es la región más urbanizada del mundo, pues se estima que el 82 % de sus habitantes reside en áreas urbanas.

Este panorama trae consigo diferentes retos, entre ellos, la necesidad de incorporar la biodiversidad en la planificación de las áreas urbanas y lograr tener ciudades resilientes y sostenibles. ¿A qué hace referencia este término y qué beneficios trae? Para entender este tema conversamos con Wilson Ramírez, gerente del Centro de Soluciones Basadas en la Naturaleza, del Instituto Humboldt. (Lea: ¿Para qué sirve llevar la biodiversidad a su barrio?)

¿Cómo va el proceso de urbanización en Colombia?

Acá están pasando dos cosas. Por un lado, desde la década de los 70, más o menos, Bogotá, Medellín, Barranquilla y Cali, llevan un crecimiento constante. Por otro lado, las ciudades intermedias, como Santa Marta, Sincelejo, Mocoa, están creciendo de una manera más acelerada, proporcionalmente hablando. Eso significa y nos evidencia primero, el fenómeno de desplazamiento interno colombiano y, segundo, que mucha gente está viendo a las ciudades intermedias como un lugar que tiene una oferta suficiente de bienes y servicios para quedarse viviendo allí.

¿Qué problemas causa la urbanización?

Eso plantea un problema muy importante, y es que hay un montón de personas que viven en las zonas urbanas y que demandan bienes y servicios de la naturaleza, con un agravante: están muy desconectados de la naturaleza. Eso significa que, de alguna manera, lo único que nos preocupa es que el servicio, llámese energía, agua, recreación, esté a disposición, pero no nos importa mucho de dónde viene o si es sostenible.

Otro punto es que, en algunas de nuestras ciudades, y esto preocupa especialmente en términos de la huella que tiene la ciudad, estamos consumiendo mucho más suelo de lo que la población está creciendo. Para explicarme, llega una cantidad de población determinada, pero la expansión de la ciudad es desproporcionada frente al número de personas que llegan. Eso quiere decir ciudades expandidas, sobre todo en ecosistemas muy delicados.

Ante este panorama, se ha empezado a reflexionar sobre la importancia de que las ciudadss cuenten con espacios verdes y azules. ¿Cuándo nace el concepto de ciudades resilientes y sostenibles?

La gran mayoría de estos conceptos surgen en los años 2015, 2016, con la aparición de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y la nueva agenda urbana. Se empezaron a incorporar precisamente por el gran crecimiento en ciudades que muchas veces no están preparadas para ello. Como conceptos, se abordan desde el punto de vista de esa capacidad y preparación que podría tener la ciudad para mantener la calidad de vida de sus habitantes, en la actualidad y a futuro. Eso significa el fomento de un entorno en el cual se pueda promover un cambio positivo del ciudadano y que la ciudad, asimismo, pueda tener ese crecimiento sostenido.

(Lea: Ante el crecimiento de las ciudades, las zonas urbanas verdes y azules son cada vez más necesarias)

¿Qué hay que tener en cuenta para construir ciudades resilientes?

Primero, las decisiones que se toman en la planificación y gestión de las ciudades deben preservar o mejorar la oferta servicios y bienes que la naturaleza tiene dentro de la ciudad, como la provisión de agua, la captura de carbono, la presencia de biodiversidad. Hay un punto clave, y es que si el ciudadano está desconectado de la naturaleza que tiene a su alrededor es muy difícil que se conserve. Por lo tanto, deberíamos también pensar en generar procesos de apropiación social de la biodiversidad y de los ecosistemas en general.

¿Cuáles son un ejemplo en el mundo y por qué?

A nivel global ha habido muchas ciudades que se han puesto las pilas, principalmente en países desarrollados. En Zurich o Singapur, hay procesos de revalidación de áreas que eran industriales o incluso abandonadas y que las han recuperado para la naturaleza. A nivel de Latinoamérica hay unas como Curitiba y Belo Horizonte en Brasil han incorporado fuertemente en todo su ejercicio de ordenamiento territorial la biodiversidad como eje articulador. Otro ejemplo es Curridabat, al lado de la capital de Costa Rica, donde reordenaron toda la ciudad alrededor de los polinizadores, es decir, cómo se facilita la presencia y el mantenimiento de los polinizadores dentro de la ciudad.

¿Y en Colombia?

Hay procesos interesantes como el de Montería con la recuperación de toda el área verde del río Sinú. Hace unos años Medellín se lanzó a arborizar la ciudad con especies nativas y hoy se están viendo los resultados en términos, por ejemplo, del incremento de la diversidad arbórea e incluso en algunos sitios se menciona la reducción de temperatura por el verde mismo de la ciudad.

(Lea: La vereda de Putumayo donde pueden verse cerca de 299 especies de mariposas)

¿Cuánto le cuesta a una ciudad llegar a ser catalogada como resiliente y sostenible?

Es muy difícil calcular el costo de la inversión para llegar a ser una ciudad resiliente, dependerá de la ciudad, si es un país en desarrollo, si se encuentra más o menos preparada para lograrlo. Sin embargo, sí hay datos más precisos sobre los costos evitados. Es importante que se entienda cuánto podría costarle a una ciudad un evento negativo como una inundación, por ejemplo. Entonces, para 2030, el Banco Mundial estima que los desastres naturales podrían llegar a costarle a las ciudades en el mundo unos 314.000 millones de pesos por año.

En ese sentido, una muy buena manera de evitar estos costos es con la implementación de Soluciones Basadas en la Naturaleza. Un ejercicio de restauración alrededor de una cuenca podría evitar que se tenga que hacer, por ejemplo, un dique, y ese proceso a su vez me trae otros beneficios para la biodiversidad y las personas.

¿Qué beneficios ofrece a una ciudad y a su población tener ciudades resilientes?

La incorporación adecuada de la biodiversidad dentro de la ciudad beneficia en todos los aspectos. Reducen el riesgo frente a sequías, inundaciones, deslizamientos y, por supuesto, ahí se podría calcular cuántas vidas se pueden salvar. Mejoran algo que hoy es grave en Colombia y es el tema de la salud y el bienestar humano en general. La gente necesita el verde para poder encontrar de alguna manera puntos de dispersión y relajamiento. Incrementan el valor del suelo, pues no es lo mismo tener un edificio al frente de una zona completamente deteriorada, a tenerlo rodeado de verde.

¿Cuáles son los retos que tiene Colombia en la materia?

Primero que los ciudadanos entiendan el valor real de la biodiversidad dentro de la ciudad, se necesita un ejercicio muy serio de apropiación de la ciudadanía alrededor de su naturaleza. También, se debería asegurar un acceso equitativo a los beneficios de la naturaleza. El otro punto es integrar cada vez más los aspectos de la biodiversidad dentro del ordenamiento de las ciudades. En muchos casos es simplemente un verde y un azul dibujados allí, pero se tiene que incorporar de manera eficiente. Esto es un llamado especialmente a los planificadores de la ciudad, porque cada vez debe haber una mejor articulación entre el sector ambiental, social y económico, para poder generar alianzas que permitan mantener lo que hoy tenemos y recuperar lo que hemos perdido.

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