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Un compromiso para vivir mejor

Un futuro justo para los bosques y las comunidades que dependen de ellos

Información institucional

13 de mayo de 2022 - 11:05 p. m.

¿Es posible hacer un aprovechamiento de recursos maderables en un bosque y, al mismo tiempo, garantizar su permanencia a futuro? Durante más de dos años, cinco comunidades de Santander, Cauca y Antioquia han empezado a poner a prueba un modelo de forestería comunitaria que no solo promete una alternativa económica, sino también el manejo sostenible de estos ecosistemas para hacerle frente a la deforestación.

Hoy suman 4.597 hectáreas bajo manejo de forestería comunitaria
Hoy suman 4.597 hectáreas bajo manejo de forestería comunitaria
Foto: WWF

Para Jesús Díaz, la técnica de aserrado de madera a pulso es tan desafiante que lo denomina un arte. Lo aprendió cuando todavía era un niño y lo convirtió en una fuente de sustento en su juventud, especialmente cuando tuvo que abandonar su finca, ubicada en el municipio de San Vicente de Chucurí (Santander), por problemas de orden público (años 90). Fue entonces cuando cambió las actividades agrícolas por la motosierra, y empezó a ganar hasta cuatro veces más que quienes “jornaleaban” en cultivos o criaderos. (Lea ¿Cómo los plásticos logran llegar a los rincones más remotos del planeta?)

Sin embargo, ese “negocio prometedor” duró poco: la madera, que antes se transportaba y comercializaba en los mercados locales de la misma manera que el plátano y la yuca, se convirtió en el foco de redadas, decomisos y condenas. Las leyes se endurecieron, y Díaz, eventualmente, regresó a su finca, renunció al aserrío y se convirtió, por esos azares indescifrables de la vida, en un defensor de la naturaleza y de la producción sostenible.

Hoy es el presidente de la Asociación Agroforestal de Chucurí, una de las cinco iniciativas de forestería comunitaria que empezaron a gestarse en 2018, a partir de la implementación del proyecto de Fortalecimiento de la Gobernanza Forestal del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, financiado por el Fondo Colombia Sostenible con recursos de Noruega, Suecia, y Suiza, la administración fiduciaria del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y operado por WWF Colombia.

“Mediante este proyecto nos organizamos como Asociación y construimos un plan de manejo para el aprovechamiento de los recursos maderables de nuestras fincas. De la iniciativa hacemos parte 45 familias, y vemos esto como una oportunidad de ingresos, pero también como una forma de garantizar que los recursos de nuestros bosques van a seguir existiendo. Hemos recibido muchas capacitaciones y, gracias al proceso, hoy contamos con un plan de manejo forestal que, de otro modo, no hubiéramos podido tener, pues estos requieren de expertos técnicos y tienen un alto costo”, cuenta Díaz. (Lea ¿Por qué Colombia debería escuchar a sus ranas?)

Para John Manrique, especialista forestal de WWF Colombia, quien acompañó la ejecución del proyecto, el hecho de que a través de este se hayan constituido tanto la asociación de Díaz como otras cuatro organizaciones comunitarias para la implementación de las acciones de manejo forestal en los territorios, es uno de los grandes logros de la iniciativa, que se desprende de la Política Nacional para el Control de la Deforestación y la Gestión Sostenible de los Bosques 2020-2030.

Dentro del proyecto, explica, se plantearon tres grandes objetivos: el fortalecimiento de capacidades, frente al cumplimiento de la normatividad legal vigente y la gobernanza forestal, para organizaciones comunitarias, corporaciones ambientales, fuerza pública y demás entes con injerencia en aspectos de control y vigilancia en la cadena forestal.

También, la consolidación de cuatro núcleos de desarrollo para conseguir, de manera participativa, el establecimiento de áreas de manejo forestal y la construcción e implementación de planes de manejo del recurso maderable. Y por último, la promoción de un comercio responsable, con el fin de conectar productores de madera legal con compradores que respalden el aprovechamiento sostenible y formal. (Lea Adecuación de tierras, una apuesta para el desarrollo de la agricultura)

“La gran apuesta del manejo forestal sostenible es conservar los bosques haciendo un uso racional de ellos. Conservar no es dejar el bosque quieto: se parte de la base de que las comunidades viven de estos ecosistemas, por lo tanto, sí o sí van a utilizar la madera. Al final, con el proyecto lo que se ha logrado es que dejen de hacer el aprovechamiento tradicional, y que empiecen a hacerlo con herramientas de manejo que garanticen la permanencia de los bosques a largo plazo”, afirma Manrique.

Poniendo a prueba el modelo de forestería comunitaria

La asociación de San Vicente de Chucurí, sumada a la constituida en el municipio de El Carmen, conformaron el nodo de intervención del proyecto en Santander. Además, se definieron otros tres núcleos: Nordeste Antioqueño, en el municipio de Segovia; Pacífico Norte, en San José de Apartadó (Antioquia); y Pacífico Sur, específicamente en Guapi (Cauca). Todos estos, caracterizados por ser zonas en las que se presenta el fenómeno de la deforestación, suman hoy 4.597 hectáreas bajo manejo de forestería comunitaria.

Para todas las zonas, el proyecto se ejecutó de la mano de comunidades campesinas sobre parches de bosque ubicados en predios privados. Guapi fue la excepción: allí las comunidades afrodescendientes del Consejo Comunitario de Guapi Abajo destinaron un área de más de 1000 hectáreas de bosque para el aprovechamiento. Esto, a través de la Asociación para el Manejo Sostenible de los Bosques del Consejo Comunitario Guapi Abajo, creada por 10 familias participantes en el proceso. (Lea ¿Qué tiene que ver el covid-19 con los bosques y por qué hay que cuidarlos?)

Su representante legal, Wilmer Ocoró Solís, asegura que por la fuerte explotación maderera en el territorio, grandes poblaciones de árboles de interés comercial han ido desapareciendo. “Muchos foráneos se asociaban con nativos, les daban herramientas para hacer la extracción de madera y les prometían comprarla. Eso todavía sucede. Por eso el proceso de forestería comunitaria nos ha servido mucho para definir una estrategia que nos permita reducir la deforestación, hacer un aprovechamiento responsable y tener un impacto positivo sobre el futuro de nuestra comunidad”.

Alcanzar estas metas, cuenta, es clave para demostrarles a los 4.500 habitantes del Consejo Comunitario que es posible obtener ganancias a partir del cuidado de los bosques, pues está convencido de que con el modelo de forestería comunitaria no solo pueden garantizar un aprovechamiento maderable hacia el futuro, sino también el desarrollo de actividades como el avistamiento de aves y la propagación de semillas para la reforestación. (Lea Un método para que la pesca sea menos traumática y sostenible)

Precisamente, la posibilidad de que las cinco organizaciones comunitarias puedan establecer este tipo de objetivos a través de los planes de manejo construidos en el proyecto, es para Alejandra Sánchez, asesora ambiental del Fondo Colombia Sostenible, una herramienta “para que estas puedan mejorar la generación de medios de vida e ingresos sostenibles, y contribuir al fin específico de reducir la deforestación”.

Un cierre que deja las puertas abiertas

Luego de más de dos años de ejecución, el proyecto de forestería comunitaria está en su fase final: durante este mes se realizarán cuatro ruedas de negocios para que las cinco organizaciones puedan ofertar alrededor de 7.200 metros cúbicos de madera. Esto, teniendo en cuenta que hoy todas ellas cuentan con los permisos de aprovechamiento otorgados por las Corporaciones Autónomas Regionales (CAR) que tienen jurisdicción en los distintos territorios.

Frente a esto, John Manrique explica que “lo que se busca es generar espacios y hacer acercamientos entre productores comunitarios y compradores responsables donde sea reconocido el valor de la madera, incluyendo lo que les ha costado a las comunidades producirla. Esto es muy relevante si se tiene en cuenta que para ellas es supremamente difícil competir contra el mercado ilegal”. (Lea Biodiversidad y bienestar humano, una relación vital que está en peligro)

Además de las ruedas de negocios*, la construcción participativa de los planes de manejo forestal, el acompañamiento y gestión para la expedición de permisos de aprovechamiento, y la consolidación de cinco empresas comunitarias, con este proyecto se logró afianzar las relaciones entre las comunidades y las CAR, así como la conexión entre las comunidades y sus bosques. Así lo explica Edgar Mora Rodríguez, funcionario de la Dirección de Bosques, Biodiversidad y Servicios ecosistémicos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.

“Este modelo empezó a implementarse desde 2018, pero todavía nos hace falta más apoyo técnico y económico para que el modelo pueda mostrar mayores resultados. Es importante destacar que como este programa está en el marco de una Política Nacional, y por lo tanto no depende de un Gobierno, cualquier cooperante interesado podrá unirse para seguir impulsando este trabajo”, apunta Mora.

Frente a los próximos años, Jesús Díaz también se siente expectante. Para él, haber participado en el proceso de Gobernanza Forestal, es un motivo de agradecimiento “porque a los campesinos nunca se nos enseña a cuidar los árboles y hacer un aprovechamiento adecuado de ellos. Solo nos dicen: ¡está prohibido!, y de esa manera incentivan más deforestación y conflictos. Hoy sentimos que a partir de esta experiencia vamos a tener muchas más posibilidades”. (Lea La iniciativa que busca acabar con el retamo, una de las especies invasoras en Colombia)

Wilmer está de acuerdo con esto, y por eso sueña que para los próximos cinco años, el trabajo de su asociación ya sea reconocido en escenarios nacionales e internacionales. “Además, queremos que muchas personas de nuestro Consejo y de otros, aprendan sobre cómo hacer aprovechamiento sostenible del bosque y obtengan conocimientos técnicos que les permitan replicar nuestro modelo”.

*Una de las ruedas de negocio programadas se realizó esta durante la Feria Interzum (que se llevó a cabo del 10 al 13 de mayo), en un espacio dedicado al Pacto Intersectorial por la Madera Legal, una alianza público-privada que busca asegurar que la madera extraída, transportada, comercializada y utilizada, provenga de fuentes legales. De esta alianza hacen parte el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, WWF Colombia, Fedemaderas y la Corporación Autónoma Regional de Risaralda (CARDER), con el apoyo financiero del Programa FAO - UE FLEGT.

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