Durante la tarde y las primeras horas de la noche del miércoles 22 de octubre, poco más de 4.000 personas asistieron al Parque de la Música Jorge Villamil Cordovez, uno de los principales escenarios culturales de Neiva. No esperaban el concierto de algún cantante o grupo musical, como es usual en este espacio que recibe anualmente los primeros eventos de las tradicionales fiestas de San Juan y San Pedro.
El evento, que contó con la participación de personajes reconocidos, como el exarquero de la selección Colombia, Óscar Córdoba, y algunos políticos regionales, como el alcalde de Neiva, German Casagua, terminó en aplausos para el protagonista, el empresario huilense Felipe Olave Blackburn. También hubo arengas que respaldaban la propuesta que acababa de presentar: un nuevo estadio para la capital del departamento.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
(Puede leer: En Colombia, gobiernos prometen proteger sistema montañoso más extenso del mundo)
A poco más de tres kilómetros del escenario cultural y sobre una “isla” del río Magdalena, a su paso por Neiva, Olave pretende construir un estadio para 14.000 personas con una inversión privada que estima, inicialmente, en COP 60.000 millones. Su propuesta, como explicó ese miércoles en el Parque de la Música, así como en varias entrevistas que han publicado en La Nación, uno de los medios más importantes de Huila y que adquirió a mediados de 2024, es tener una alternativa frente al Guillermo Plazas Alcid, inaugurado hace más de 40 años y que acarrea más de una década de fallas estructurales que aún no se resuelven. En el siguiente mapa puede detallar la ubicación del proyecto:
La propuesta de Olave, “meter el gol que Neiva necesita”, como la ha bautizado el mismo empresario, ha recibido el apoyo de buena parte de la ciudadanía, así como de otras personalidades, como el periodista deportivo César Augusto Londoño, otro de los invitados del 22 de octubre, incluyendo el de políticos como los alcaldes de Neiva y Palermo, concejales y senadores. Su proyecto también ha sido ampliamente difundido en medios nacionales, que lo han calificado como el “empresario que quiere devolverle la alegría a Neiva con la construcción de un estadio” o como quien lidera una apuesta “para transformar a Neiva”.
Pese al optimismo con el que ha sido recibido el proyecto, a varios expertos les inquietan algunos aspectos ambientales de lo que hasta ahora se conoce de la iniciativa, mientras la autoridad ambiental de la región pide tener en cuenta varias consideraciones de la “isla”. Además, para que el estadio se pueda inaugurar en 2028, como espera Olave, debe obtener una serie de permisos que, por ahora, no puede recibir.
¿Es posible construir un estadio en medio del río Magdalena?
Antes de empezar a abordar las inquietudes y consideraciones del proyecto, Camilo Agudelo, director de la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena (CAM), la autoridad ambiental de esta zona, hace una aclaración: hasta el momento no existen estudios detallados del proyecto, lo que limita la evaluación y análisis de sus posibles impactos ambientales.
Lo que sí existe es un video de poco más de seis minutos en los que Germán Camargo, biólogo y director de la Fundación Guayacanal, explica las principales conclusiones de un estudio ecológico que adelantaron por encargo de Olave. Aunque desde este diario intentamos contactarnos con Camargo para solicitar los documentos que soportaban sus conclusiones, no obtuvimos respuesta hasta el cierre de esta edición.
“Yo no he presentado un proyecto exacto porque, voy a ser franco, hacer el estudio para diseñar y presentar una solicitud de licencia de construcción puede costar COP 6.000 millones. Si a mí desde el inicio me dice que no, no me gasto ese dinero”, dice Olave a este diario, quien agrega que la CAM tiene la pelota “en su cancha”, pues ya envió el video a la autoridad.
Agudelo, director de la CAM, reconoce que ha visto el video en reuniones de socialización que han sostenido con el empresario y otras autoridades, como la Alcaldía de Neiva y la Gobernación. Sin embargo, advierte que en la actualidad no se ha radicado ninguna solicitud de permiso, ni de licencia, ni ningún trámite ante la corporación, por lo que no puede emitir conceptos frente al proyecto.
Lo que sí tiene son dos observaciones que espera sean tenidas en cuenta en las discusiones y trámites que deberá surtir el proyecto. La primera de ellas, tiene que ver con el lugar donde está planteada la construcción. Es un área, dice Agudelo, con base en dos estudios que la Universidad Nacional y la CAM adelantaron hace varios años, “que geológicamente se puede denominar barras y, aunque popularmente sean conocidas como islas, no lo son, pues están en proceso de consolidación y hacen parte de las dinámicas del río”.
Camila Jiménez, ingeniera ambiental con maestría en recursos hídricos y quien adelanta su doctorado en la Universidad Javeriana, investigando los impactos de dos represas en el Huila (Betania y Quimbo), añade que estas barras, también conocidas como mid-channel bars, “están relacionadas con la pérdida de velocidad del río, donde se acumulan sedimentos y se empiezan a formar estas estructuras dentro del canal”. A veces, continúa Jiménez, la acumulación es tanta que pueden parecer islas fluviales, “pero son transitorias”.
Esto, dicen Agudelo y Jiménez, tiene dos implicaciones para el desarrollo del proyecto. La primera es que se necesitan estudios geológicos y de otro tipo que demuestren que el suelo de las barras soportaría la construcción del estadio y las vías que quiere adelantar Olave. La segunda, tiene que ver con la importancia ecológica e hidrológica de estas barras.
(Le puede interesar: Pez basa: el Minambiente busca erradicarlo, prohibirlo y declararlo especie invasora)
Estas barras, dicen los expertos, se inundan, lo que sirve para amortiguar grandes cantidades de agua, una función clave en temporada de lluvias, pues ayuda a disminuir las inundaciones en Neiva. Además de ser “barreras de protección” ante crecidas, como las define Jiménez, también son claves para algunas especies, pues en temporadas secas las aguas del río corren con menor velocidad cerca a las barras y los animales pueden usarlas como nicho para su reproducción o amamantamiento.
Por esta función que cumplen (inundarse y amortiguar grandes cantidades de agua) surge la segunda observación del director de la CAM: según los estudios de la Universidad Nacional y la corporación autónoma, las barras están categorizadas como zonas con una amenaza alta por inundación y avenidas torrenciales, es decir, crecidas repentinas.
A todo lo anterior, pide Andrés Mauricio Munar, ingeniero ambiental con un doctorado en Recursos Hídricos y Saneamiento Ambiental, hay que agregarle una crisis de la que ya empezamos a ver y sentir sus impactos: el cambio climático. Hace dos años, el científico huilense lideró un trabajo, junto a colegas colombianos y brasileños, en el que exploraba los impactos que tendría esta crisis climática en el río más importante del país.
De esa investigación, Munar resalta dos hallazgos que pide tener en cuenta en la discusión sobre el estadio que se quiere construir sobre el Magdalena. Para esa parte alta de la cuenca, donde se ubicaría el proyecto, “las proyecciones de los modelos climáticos arrojan un incremento de los caudales del río Magdalena”, sumado a que, según la Cuarta Comunicación Nacional de Cambio Climático, adelantada por el IDEAM, en la región se prevén aumentos de las lluvias entre un 20 y 30 %.
En resumen, apunta Munar, las barras donde se quiere construir el estadio “estarían sujetas a inundaciones recurrentes y que podrían intensificarse con el cambio climático”.
Jiménez, quien lleva cinco años estudiando los impactos de las represas del Quimbo y Betania en el río Magdalena, también pide contemplarlas dentro de la discusión y los estudios que se deberán realizar para el “nuevo estadio” de Neiva. A la ingeniera ambiental le preocupa, sobre todo, Betania, a solo 30 kilómetros de donde se desarrollaría el proyecto. “Imaginemos un escenario de falla, donde la represa tenga que liberar sedimentos. Es peligroso”, asegura la científica, pues, por la ubicación del escenario deportivo (al sur de las “islas”) quedaría muy expuesto a las crecientes del río, sin que mantenga la capacidad de amortiguar el agua.
Por su parte, Agudelo, director de la CAM, asegura estar abierto a discutir el proyecto y revisar los documentos que le envíen, así como a emitir conceptos, que no son vinculantes, sobre la viabilidad de la iniciativa.
(También puede leer: Guardabosques y científicos en Boyacá redescubrieron una rana tras 19 años sin verla)
Eso sí, advierte un último obstáculo que debe enfrentar el sueño de Olave: tanto el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) de Neiva, como el de Palermo —los dos municipios que tendrían influencia del estadio—, señalan que el lugar donde se pretende desarrollar la infraestructura está excluida del desarrollo urbano y destinada a la protección y conservación. Así existieran estudios más detallados, se adelanta Agudelo, no se podrían analizar porque este instrumento de planificación no permite que allí se hagan construcciones.
Dos POT en construcción, ¿una oportunidad que se abre?
En diferentes entrevistas que le han hecho en su medio, La Nación, como en diálogo con este periódico, el empresario Olave es consciente de esta barrera. “¿Qué necesito? Permisos. Necesito que nos sentemos todos en la misma mesa y lo resolvamos. Ah, que hay que cambiar ciertas cosas del urbanismo de la ciudad, bueno, pues cámbienlas, ustedes son la autoridad”, respondió en una entrevista hace algunos días.
Los POT, explica el Ministerio de Vivienda, son instrumentos técnicos y normativos de planeación “que orientan el desarrollo del territorio municipal en el corto, mediano y largo plazo, regulando la utilización, ocupación y transformación del espacio físico urbano y rural”. Para que Olave pueda llevar a cabo su estadio, necesita que los POT, o al menos uno de ellos, cambie el uso del suelo de las “islas” y permita el desarrollo urbanístico.
En Neiva, el POT está desactualizado desde 2009 y el actual alcalde prometió expedir un nuevo plan de ordenamiento durante su mandato, que vence en diciembre de 2027. El problema, es que la actualización no ha avanzado al ritmo que pretendía y, hasta inicios de octubre, todavía no se había firmado el contrato con la entidad encargada de adelantar los estudios. Aunque desde El Espectador contactamos al secretario de Planeación del municipio para conocer más detalles de este proceso, al cierre de la edición no recibimos respuestas. En el mejor de los escenarios, el nuevo plan sería presentado en un año ante el Concejo Municipal, corporación que deberá discutirlo. Por estos plazos, Olave dice que a este POT “no le apuesta”.
Su atención, en cambio, está en Palermo, un municipio vecino de Neiva, con poco más de 35.000 habitantes y que comparte las “islas” con la capital del departamento. Allí también se encuentran actualizando el Plan Básico de Ordenamiento Territorial (PBOT), el instrumento equivalente al POT en entidades territoriales más pequeñas. De acuerdo con Olave, Kleiver Oviedo, alcalde de Palermo, le habría prometido adelantar las gestiones para que en el PBOT que saldría en los próximos meses se permitiera el desarrollo urbanístico en las “islas” y así pudiera construir su estadio.
Este diario también buscó a Oviedo para conocer cómo avanza la actualización del PBOT, así como para preguntar sobre la promesa que el empresario menciona. Pero, hasta el cierre de esta edición, no recibimos respuesta.
Mientras Olave asegura estar dispuesto a incluir en próximos estudios las inquietudes ambientales planteadas por los expertos, Agudelo, de la CAM, recuerda que los planes de ordenamiento territorial deben ser concertados con la corporación ambiental. Es decir, son estudiados por la autoridad y, en caso de que no soporten algunas de las decisiones incluidas, pueden ser devueltos al municipio.
🌳 📄 ¿Quieres conocer las últimas noticias sobre el ambiente? Te invitamos a verlas en El Espectador. 🐝🦜