Este premio, que busca en sus concursantes ideas innovadoras para la construcción de viviendas urbanas y rurales, exige una serie de requisitos, entre ellos no pueden faltar la tecnología, la sostenibilidad y los bajos costos. Pero, principalmente, esperan que los trabajos presentados ayuden a mejorar los conceptos que se tienen para las casas de interés social en la actualidad. El objetivo es que sean del todo agradables para las familias que las van a habitar.
Casa Color Caribe, el diseño ganador del primer lugar, se centra en los valores tradicionales del Caribe colombiano. Es una vivienda bioclimática y propone evitar que las casas tengan una exposición directa al sol, hay un factor importante de vegetación para potenciar la regulación térmica del hogar y las aguas lluvias se conducen desde un canal hacia un estanque en cada vivienda.
Las aguas de las duchas y lavamanos son filtradas y se usan para el riego de los huertos y los sanitarios. Sin mencionar que es una estructura que se ensambla con pernos, platinas y tornillos, lo cual disminuye la mano de obra calificada.
Al final de la construcción, a los habitantes se les entregan un estuche y unos parámetros de diseño para que adecúen el lugar a su gusto. El valor total de esta vivienda diseñada por Andrés Felipe Cabal, Juan Mario Pradilla, David Chamorro y Verónica Posada es de $21’995.000.
Cabal considera que “este reconocimiento es un gran triunfo, pues es empezar a cumplir los sueños de hacer arquitectura muy valiosa y principalmente de empezar a construir país. Lo importante es que les genere calidad de vida a las personas”.
Por eso pasaron varios meses dedicados a esta iniciativa que era uno de los sueños que venían persiguiendo desde la universidad y, a pesar de que no llevan mucho tiempo fuera de ella, ya lograron el primer lugar del Premio Corona Pro Hábitat, que otorga $10 millones para el equipo y $16 millones para desarrollar la obra.
Y a pesar de ocupar un segundo lugar con el trabajo Hábitat Evolutivo, para Carlos Vargas y Ricardo Zárate, ambos de 22 años, la sensación es igualmente satisfactoria que para sus colegas del primer puesto. “La propuesta la basamos en la cultura de las personas que habitan esta región (Cartagena). Es un orgullo estar aquí porque nos deja la enseñanza de que están todas las posibilidades para construir país”.
Ellos hacen parte de un equipo de arquitectos de Floridablanca (Santander) y buscaron que su casa retomara tradiciones de la arquitectura doméstica de la ciudad con espacios que ventilan el interior. El proyecto trata de rescatar la identidad de la población, por lo que hicieron énfasis en el recibidor o ramada, donde suelen ubicarse de las hamacas y las mecedoras. De igual manera se incorporan sistemas de captación y reutilización de aguas lluvias para generar energías limpias mediante métodos fotovoltaicos.
Ambos proyectos hacen parte de la búsqueda de mejores casas y entornos para personas que en la mayoría de los casos están en situación de pobreza o pobreza extrema, un trabajo de la Fundación Corona, este año aliada con la Fundación Mario Santo Domingo.
Bajo la convocatoria vivienda social progresiva, Cartagena fue el epicentro para que los participantes presentaran proyectos de vivienda de calidad que no superaran los $22 millones. Cada año, las propuestas ganadoras demuestran que no por el hecho de hacer construcciones masivas de viviendas y de bajo presupuesto, estas deben ser uniformes y simples.
Es más, romper con esos esquemas es lo que buscan los jurados en cada edición del premio. Que sean viviendas autosostenibles y que transformen toda la manzana donde se llevará a cabo la idea son sólo algunas de las exigencias. Tal como lo hicieron Casa Color Caribe, Hábitat Evolutivo y el equipo Máquina Verde, que ocupó el segundo lugar junto con el equipo de Floridablanca.
Máquina Verde basó su trabajo en la guadua, un material que se adapta a diferentes regiones del país. Su objetivo es recuperar las tres ecologías: la económica, al utilizar la guadua como material de construcción; la ambiental, ya que aseguran que con la guadua mejorará la respuesta a posibles desastres naturales, y la social, por la inclusión de la población en la toma de decisiones al mejorar las condiciones de habitabilidad y creación de nuevos espacios.