Cierre de mercados ilegales de especies silvestres, una batalla que no cesa

El WWF encuestó a 5.000 personas de cinco países del sureste asiático y casi el 90 % coincidió en que los gobiernos deberían clausurar estos mercados. Los encuestados aseguran que, en forma de apoyo a estas medidas, evitarían el consumo de estos animales y compartirían información para recalcar la importancia de conservarlos.

El Espectador
09 de abril de 2020 - 06:26 p. m.
Este es el mecado de Wuhan, en la provincia china de Hubei, donde al parecer comenzó el brote del nuevo coronavirus. / AFP
Este es el mecado de Wuhan, en la provincia china de Hubei, donde al parecer comenzó el brote del nuevo coronavirus. / AFP

El virus SARS-CoV-2 tiene en jaque al mundo. Hasta la fecha no solo ha cobrado la vida de más de 75.000 personas y confinado a más de 180 países, sino que puso un nuevo debate sobre la mesa: el de cerrar o no los mercados ilegales de especies silvestres. La principal razón es que, con el tiempo, serán aún más las posibilidades de que agentes patógenos como los virus, bacterias y parásitos, entre otros, pasen de animales no domésticos a humanos. Por ejemplo, este nuevo coronavirus, que produce el COVID-19, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), surgió en un mercado local en Wuhan (China), donde se comercializaban este tipo de especies.

El uso de tierras, la urbanización expansiva y los modelos extractivos aumentaron el contacto entre personas, animales domésticos y silvestres, incrementando el riesgo de transmisión de enfermedades conocidas y las infecciosas emergentes (EIE). Estas últimas son conocidas por expandirse en amplios o determinados rangos geográficos, movilizarse de una especie huésped a otra, aumentar su impacto o severidad, experimentar un cambio en su virulencia o se originaron de patógenos recientemente evolucionados y se transformaron en una amenaza importante para la salud pública, como el MERS, el SARS o el SARS-CoV-2.

La comunidad científica aún no se ha puesto de acuerdo en el animal que originó este nuevo coronavirus. Lo cierto es que no es la primera vez que una especie animal transmite un virus o enfermedad a los humanos. Se estima que el 75 % de las enfermedades infecciosas emergentes que atacan a las personas son zoonóticas; es decir, son provenientes de microorganismos originados en animales.

Es el caso del virus del ébola, la fiebre hemorrágica, la encefalitis por el virus de Nipah, la enfermedad de Lyme, el virus del Nilo occidental y la fiebre de Lassa. Son enfermedades que pueden impactar relativamente a pocas personas, pero representan una amenaza por sus altas tasas de letalidad y falta de una vacuna o terapia.

Sin embargo, en el mundo todavía existen comunidades locales, ubicadas en partes aisladas, que dependen de la caza sostenible y el consumo de animales silvestres es su única fuente de proteína; por lo tanto, son importantes para su seguridad alimentaria. Aunque hay otras en donde, por su cultura, los ciudadanos están acostumbrados a consumir esta carne, desconociendo su origen, si tuvo o no un control sanitario y, mucho menos, si es producto del comercio ilegal. Estas últimas prácticas son las que en la actualidad tienen en jaque a la salud pública del mundo.

Con el propósito de conocer la opinión de los habitantes, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), en alianza con la consultora canadiense GlobeScan, del 3 al 11 de marzo, realizó una encuesta a 5.000 personas de Hong Kong, Myanmar, Tailandia, Japón y Vietnam, cinco de los países donde se concentran los principales mercados de productos derivados de especies silvestres.

Entre los principales resultados se destaca que el 82 % de los encuestados aseguraron estar muy preocupados o preocupados por esta situación de salud pública. El 93 % apoya que sus gobiernos tomen medidas para cerrar los mercados ilegales y no regulados. Un 9 % señala que ellos o alguien que conocen compraron en el último año productos provenientes de estos mercados y un 84 % respondió que es improbable o poco probable que compre este tipo de productos en el futuro.

La mayoría de las personas encuestadas aseguraron que entre las acciones que implementarán para apoyar el cierre de estos mercados están el no comer animales silvestres, convencer a otros de que no los compren ni consuman, así como compartir información sobre la importancia de proteger a las especies silvestres. Otras de las iniciativas que pueden realizar los ciudadanos es apoyar la creación de más áreas protegidas para preservar ecosistemas valiosos y restaurar ecosistemas degradado, exigir medidas eficientes contra el comercio ilegal de vida silvestre y los mercados no regulados de vida silvestre e impulsar el Nuevo Acuerdo para la Naturaleza y las Personas.

Marco Lambertini, director general de WWF Internacional, aseguró que “las personas que viven en países donde los mercados de especies silvestres son más frecuentes exigen que se reduzca este consumo, y se elimine el comercio ilegal y no regulado de vida silvestre. Es tiempo de conectar los puntos entre el comercio ilegal, la degradación de la naturaleza y el riesgo para la salud humana. Realizar acciones ahora es crucial para nuestra supervivencia y la de nuestras especies”.

En China, por ejemplo, el gobierno ya dio un primer paso al prohibir por completo el comercio y consumo de animales silvestres. La decisión fue tomada por el Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional de China (APN), el cual señaló que la norma empezará a ponerse en marcha para “abolir la mala costumbre de sobreconsumir animales salvajes, y proteger de forma eficaz la salud y la vida de la población”.

No es la primera vez que una decisión de este tipo se toma en el país reconocido por tener una singular dieta basada en el consumo de animales silvestres. En 2003, cuando se propagó el síndrome respiratorio agudo severo (SARS), que mató a 774 personas en China y Hong Kong, también se tomó la medida de prohibición. Pero la historia ha demostrado que con el tiempo se vuelven a comercializar estos animales para ser consumidos o utilizados en medicinas tradicionales.

WWF invita a las personas para que comprendan que los ecosistemas naturales y las especies que los habitan sustentan todas las formas de vida en el planeta, incluyendo la nuestra. “No podemos estigmatizar a los animales silvestres. Son parte integral de los bosques, que nos brindan muchos servicios como agua, aire limpio, materias primas y principios activos medicinales. Especies como los tan erradamente temidos murciélagos son fundamentales para la dispersión de semillas, que ayudan a la recuperación de bosques y otros ecosistemas, el control de insectos que se pueden volver plagas y la polinización de muchas especies de plantas, incluyendo cultivos como los mangos”, asegura la organización.

Ahora, con esta nueva pandemia se abre de nuevo el debate del consumo excesivo de animales silvestres. Y el dilema se centra, una vez más, en si cerrar o no estos mercados de comercio ilegal de animales salvajes, unas especies que han sido estigmatizadas por culpa del mal manejo humano. Esta práctica originó el virus SARS-CoV-2, que ha acabado con la vida, hasta el momento, de más de 75.000 personas. Mientras los científicos libran una batalla para buscar una vacuna, las organizaciones ambientales disputan otra para clausurar definitivamente estos mercados.

Por El Espectador

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