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¿Cómo enfrentar 300 días de calor extremo al año, como sucederá en ciudades colombianas?

¿Se imagina vivir en una ciudad donde haya más de 300 días de calor extremo por año? A lugares como Barrancabermeja o Quibdó podría esperarles ese escenario en un par de décadas. Un informe detalla a cuáles riesgos se enfrentan esas ciudades y cómo pueden mitigarlo

Sergio Silva Numa

12 de noviembre de 2025 - 07:40 a. m.
Se espera que ciudades como Barrancabermeja o Quibdó tengan más de 300 días con más de 30.5 grados Celsius al año.
Foto: EFE - CLEMENS BILAN
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Hace una semana, caminé por el Siete de Agosto, el popular barrio de Bogotá donde arreglan cualquier imperfecto de los carros. Además de las calles con varios montones de basura —como se ha vuelto usual en la ciudad—, hubo algo más que me llamó la atención: no vi un solo árbol durante varias cuadras. Si el sol es intenso, como ese sábado, la única manera de encontrar un poco de sombra es parar en alguna tienda o en algún techo que sirva de refugio.

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Visto desde una imagen satelital, el Siete de Agosto parece una cuadrícula gris, muy diferente al Country, en el norte de la ciudad, o al Chicó, cerca al Parque El Virrey, donde los edificios y los caminos se alternan con árboles.

Imagen satelital del Siete de agosto, en Bogotá.
Foto: Tomada de Google Earth

En Barranquilla sucede algo similar, si uno compara los barrios que están en el sur de la ciudad, con los del norte. Además de las notables diferencias de la arquitectura, la cobertura arbórea es muy distinta. En algunos sectores del sur ni siquiera existe.

(Lea Los datos que no conocíamos sobre los bosques de la Amazonía colombiana)

Estos contrastes se traducen en algo más: quienes viven en barrios más pobres están expuestos a más calor. A veces, la temperatura es 0,3 °C más alta que en los barrios del norte. En los más vulnerables, incluso, puede ser mayor. Es una situación que no solo obedece a la ausencia de árboles y de vegetación, sino a los materiales que usaron para construir casas y apartamentos (techos de metal u oscuros, ladrillos huecos sin esmaltado, bloques de concreto), en la manera como están ubicados y en lo lejos que están de los puntos a donde llega la brisa marina.

Como lo demuestra un informe del Banco Mundial que fue presentado en Colombia hace unos pocos días, en Barranquilla hay una clara correlación entre la vulneración socioeconómica y la intensidad del “efecto isla de calor” (ICU) superficial, un fenómeno que sucede cuando en un punto de la ciudad hay una temperatura mayor que en sus alrededores. Es como si hubiese una “burbuja” de calor.

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Para entenderlo mejor, basta con observar el siguiente par de mapas de Barranquilla, tomados del informe Inhabitables – Enfrentando el calor urbano extremo en América Latina y el Caribe:

Mapas de Barranquilla que muestran los barrios vulnerables y el efecto isla de calor urbano superficial (SUHI).
Foto: Tomado del Banco Mundial

Lo que muestra el del centro son las manzanas más vulnerables de Barranquilla (entre más intenso el color, más vulnerable). El mapa de la izquierda, por otra parte, detalla la exposición superficial al “efecto isla de calor” (ICU). El de la derecha es la superposición de ambos.

“Es muy claro que en el sur de la ciudad, donde el estatus económico es más bajo, las temperaturas son más altas; mientras que en el norte, donde el estatus económico es más alto, las temperaturas son más bajas”, dice Carina Lakovits, especialista en desarrollo urbano y una de las personas que dirigió el equipo de académicos que hizo ese documento.

Lakovits añade un par de elementos más que resalta esa desigualdad que incide en la exposición al calor: la ausencia de paraderos con sombra, peor infraestructura escolar y de salud y medios de transporte sin ventilación adecuada.

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Esa misma correlación (de altas temperaturas y barrios más vulnerables) la hallaron en siete de las diez ciudades que analizaron para el informe. Incluyeron a Barranquilla, Bogotá, Cali, Cartagena y Medellín, de Colombia, y a Guadalajara, Ciudad de México, Monterrey, Puebla y Tijuana, de México.

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(Lea Construir un estadio sobre el río Magdalena: una idea “fuera de lugar”)

Medellín y Bogotá hacen parte de las ciudades donde no detectaron un patrón similar, aunque se explica por una razón: varios de los barrios más pobres, muchos compuestos por asentamientos ilegales, están construidos en zonas más elevadas, donde suele hacer mucho más frío que en el resto de barrios.

A prepararse para días con más calor

En las más de 190 páginas que hacen parte del informe, los autores exponen otro hallazgo que debería poner nerviosos a los futuros alcaldes: los días de calor extremo van a aumentar en varias ciudades de América Latina. En Barranquilla, menciona Paula Restrepo Cadavid, Ph.D en Economía y otra de las personas que coordinó el informe, se espera que para 2050 haya 278 días con una temperatura extrema que puede ser peligrosa para la salud.

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Pero la situación es más inquietante para Barrancabermeja, en el noroccidente del departamento de Santander. Según las proyecciones que hicieron los especialistas del Banco Mundial, le esperan 354 días al año con temperaturas por encima de los 30.5° Celsius (lo que califican como calor extremo) en 2050. A Quibdó, la capital de Chocó, 301 días, y a Santa Marta, 276. A Cartagena tampoco le espera un panorama muy fresco. Este gráfico, compartido por Cadavid y Lakovits, lo muestra mejor:

Ciudades colombianas que tendrán días con más de 30.5° C en 2030 y 2050.
Foto: Banco Mundial

“Observamos que hay muchas ciudades de América Latina que se están calentando mucho más rápido de lo que pensábamos y no están preparadas”, señala Lakovits. “Ni siquiera están abordando el tema con profundidad. Este es un llamado actuar, porque se pueden tomar medidas para que las ciudades sean más frescas. Pueden mitigar el riesgo y salvar muchas vidas”.

A lo que se refiere es hay caminos que los alcaldes deberían empezar a transitar desde la planificación urbana. Por ejemplo, aumentar la cobertura arbórea y los espacios verdes, que son clave, indica el informe, para que haya sombra y para que exista una mejor calidad del aire. Son acciones que, además, facilitarían los trayectos a pie. Un ejemplo que menciona es la iniciativa de corredores verdes que ha impulsado Medellín a lo largo de 18 vías urbanas.

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Otra recomendación de los autores para mitigar las altas temperaturas en las ciudades y disminuir el efecto isla de calor urbano (ICU) es hacer ciudades más compactas, con desarrollo vertical, con mejores conexiones y que permitan una buena circulación del aire. También sugieren usar materiales de construcción que no absorban y retengan el calor, pues el “aislamiento térmico” no ha sido una característica usual en las viviendas de América Latina.

Son medidas que, además, ayudarán disminuir las temperaturas en la noche, que es cuando el calor almacenado en los materiales artificiales se disipa. Y lo hace mucho más lento, se lee en el documento, que cuando hay paisajes naturales. El ejemplo de Ciudad de México lo ilustra un poco mejor: “los barrios muy urbanizados de Ciudad de México retienen mucho más calor por la noche, con temperaturas que permanecen hasta 8 °C más altas que en las zonas con una extensa cobertura arbórea”.

Restrepo Cadavid tiene otra recomendación para quienes vayan a estar al frente de las ciudades en los próximos años: “es hora de incorporar el calor extremo al portafolio de amenazas de una ciudad, tal y como sucede con las inundaciones y los deslizamientos. Es una forma de proteger la vida”.

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Después de todo, si hay otra cosa sobre la que tienen certeza los científicos es que el calor está matando a mucha gente. Según el informe del Banco Mundial, en América Latina la mortalidad relacionada con el calor aumentó 140% entre los períodos 2000—2009 y 2013—2022. Solo en 2023, dice, unas 48.000 personas mayores de 65 años murieron prematuramente por causas relacionadas con el calor.

Es una cantidad de habitantes mayor a la capacidad que tiene el estadio El Campín, en Bogotá.

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Por Sergio Silva Numa

Editor de las secciones de ciencia, salud y ambiente de El Espectador. Hizo una maestría en Estudios Latinoamericanos. También tiene una maestría en Salud Pública de la Universidad de los Andes. Fue ganador del Premio de periodismo Simón Bolívar.@SergioSilva03ssilva@elespectador.com
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