Luego de diez días de negociaciones (del 5 al 14 de agosto), alrededor de 180 países no han logrado llegar a un acuerdo en la segunda parte del quinto intento por alcanzar un tratado internacional que reduzca y elimine progresivamente la contaminación mundial por plásticos.
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Aunque todo apuntaba a que este jueves, las delegaciones que se encuentran reunidas en Ginebra, Suiza, darían a conocer la decisión final, las diferencias no permitieron avanzar. La plenaria de clausura debía empezar este jueves a las 3:00 de la tarde (hora de Suiza), pero no fue sino hasta las 11:30 de la noche que dieron inicio.
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Después de un par de segundos, Luis Vaya, diplomático ecuatoriano y presidente del INC, —como se le conoce formalmente a estas negociaciones— anunció que “el trabajo continúa” y aplazó la sesión. Este viernes los países tendrán un último chance para ponerse de acuerdo.
Durante todo el jueves, la discusión se estuvo posponiendo, luego de que la mayoría de países, entre estos Colombia, Chile, Panamá y los de la Unión Europea, rechazaran el borrador del acuerdo que dio a conocer el miércoles el presidente de las negociaciones. La delegación colombiana lo calificó como “totalmente inaceptable”, y además advirtieron que no lo podían asumir como una base de negociación.
Para el Centro para la Ley Medioambiental Internacional (CIEL), por ejemplo, el texto borrador “prácticamente no garantiza ningún cambio. Cede a las demandas de los petroestados y la industria con medidas débiles y voluntarias que garantizan que sigamos produciendo plástico a niveles crecientes indefinidamente, no protegen la salud humana, ponen en peligro el medio ambiente y perjudican a las generaciones futuras”.
La mayoría de los países pidieron desde un inicio un acuerdo que aborde esta contaminación en todo el ciclo de vida de los plásticos y no solo la gestión de residuos sólidos. “Actualmente no hay un marco global que integre las diferentes etapas y aborde la contaminación desde sus causas principales. Eso significa tomar medidas preventivas que reduzcan la cantidad de plásticos evitables o problemáticos, y que para aquellos plásticos que seguiremos usando existan unas reglas globales que faciliten su circularidad y manejo seguro en todos los países”, menciona María Alejandra González, coordinadora de Políticas de Plásticos de WWF en Latinoamérica y el Caribe.
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Sin embargo, un grupo de países petroleros y productores de plástico, entre ellos los de Medio Oriente, Rusia y China, estuvieron en desacuerdo con el que el tratado abordara todo el ciclo de vida de estos materiales. Su posición fue clave para dilatar las negociaciones, pues las decisiones se tomaron a través del consenso. “Es decir que si un país o un grupo de países no está de acuerdo con algo, no se llega a una decisión”, explica Laura Caicedo, representante de GreenPeace Colombia.
Por ejemplo, un solo texto podía llegar a tener más de 1.500 sugerencias. “Cuando un país sugiere algo y no es aceptado por los demás, esa idea se deja en un párrafo entre paréntesis hasta que lleguen a un acuerdo”, agrega Caicedo. Por esto, una de las propuestas que Colombia, junto a otros países, llevó a esta ronda de negociaciones fue usar la votación cuando se agote el consenso, para poder avanzar en el tratado.
Otro punto clave fue la presencia de lobistas (personas o grupos que intentan influir en estas decisiones por intereses personales). Según el CIEL, en el INC-5.2 de Ginebra hubo 234 lobistas de sectores industriales y petroleros inscritos formalmente en las negociaciones, una cifra que supera a la de Busan, donde se realizó la reunión anterior (INC-5) en noviembre del año pasado, cuando hubo 221.
“Estos actores suelen presionar a los Estados miembros, emplear tácticas de intimidación e intentar socavar la ambición en procesos relacionados, lo que amenaza la integridad del tratado”, dice la organización que hizo un análisis, donde, además, encontró que 19 de estas personas estaban en las delegaciones de Egipto, Kazajstán, China, Irán y República Dominicana.
Justamente los intereses de estas industrias, y en general de los países petroleros y productores de plásticos, como China, Rusia y los de Oriente Medio, han sido uno de los obstáculos en la construcción de un tratado ambicioso. Durante las negociaciones, la representante de Greenpeace Colombia, explica que “la postura de estos países fue la misma, incluso se intensificó. Quieren un acuerdo en el que se aborde solo la gestión de residuos. Ese ha sido el problema, no hay flexibilidad, ni reconocimiento de lo que la ciencia dice sobre el impacto que tiene la contaminación por plásticos”.
El camino para construir el tratado de plásticos
Las negociaciones en Ginebra correspondían a la sexta vez que los países se reunían a discutir el tratado de plásticos. El INC más reciente fue el de Busan, Corea del Sur, donde se suspendieron por falta de consenso. Desde entonces se había acordado realizar una segunda parte de las negociaciones.
Sin embargo, el camino para construir el acuerdo empezó formalmente en marzo de 2022, cuando la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente adoptó un mandato para crear un tratado de plásticos, jurídicamente vinculante. “Esto significa que las obligaciones que se adoptan allí deben ser cumplidas por los estados ratificantes”, explica María Alejandra González, de WWF.
Aunque la resolución de Naciones Unidas hablaba de tener un texto negociado para finales del 2024, con una posible adopción para 2025, el plazo no se cumplió. La urgencia de este tratado radica en las múltiples advertencias que ha hecho la ciencia sobre la contaminación plástica. De acuerdo con el Programa para el medio ambiente de la ONU (PNUMA), se espera que la producción y los desechos de plástico se tripliquen para 2060.
La misma organización ha advertido que cada año se producen en el mundo más de 400 millones de toneladas de plástico, la mitad de las cuales están diseñadas para utilizarse una sola vez. De esa cantidad, menos del 10% se recicla. Esto quiere decir que gran parte (11 millones de toneladas) acaban cada año en lagos, ríos y mares.
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