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Condenan al mayor traficante de osos perezosos

Isaac Miguel Bedoya fue capturado en Córdoba, en donde atrapaba a los animales que luego eran enviados a EE.UU., Costa Rica y Europa.

Redacción Vivir
09 de mayo de 2015 - 02:12 a. m.
Los osos eran vendidos a  un precio que oscilaba entre $80.000 y $120.000. /istock
Los osos eran vendidos a un precio que oscilaba entre $80.000 y $120.000. /istock

El prontuario de Isaac Miguel Bedoya Guevara, de 45 años, podría resumirse en una sola cifra: 3.000. Ese es el número de osos perezosos que este cordobés ha extraído de  bosques en el Caribe para luego venderlos de manera ilegal en las carreteras colombianas. No en vano para las autoridades, hoy Bedoya podría ser el mayor traficante de esta especie en toda América Latina. Tan lejos han llegado sus pretensiones que algunos de los ejemplares que ha comercializado han ido a parar a tierras panameñas, estadounidenses e italianas. 
 
Luego de un intenso seguimiento de dos años por parte de la Fiscalía 45 especializada y el CTI de Sincelejo, por primera vez Bedoya fue condenado el pasado jueves. En el Juzgado Segundo Penal del Circuito de Sincelejo, se le dictó una pena que lo obligará a permanecer cinco años y tres meses bajo prisión y a pagar una multa de 1,3 salarios mínimos, es decir, poco más de $700.000. 
 
“Desde abril de 2013 le hemos seguido la pista en el corregimiento de Colomboy en Sahagún, Córdoba. Le presentamos el caso a la Fiscalía y desde entonces empezó una investigación formal que ahora, por fin, concluyó. Es una decisión importante porque en los últimos años el tráfico de esta especie se estaba disparando y, pese a que está amenazada, aún no se había capturado a los responsables. Es un delito que está alterando muchos ecosistemas de la región”, le dijo a este diario uno de los agentes que estaba al frente de la investigación. 
 
Según él, Bedoya era el líder de un grupo de cinco personas que vendía los ejemplares en una de las principales carreteras de Córdoba. 
 
“Tenían localizados los sitios donde se reproducían y apenas las hembras tenían crías se las quitaban. Luego, le cortaban las garras y los dientes para poder venderlas como mascotas.”, asegura. 
 
Para lograrlo y despistar a las autoridades, Bedoya cavaba hoyos cerca a las vías donde ocultaba a los animales. El precio oscilaba entre $80.000 y $120.000.
 
Sin embargo, tal y como cuenta el investigador de la Policía Judicial, es muy probable que le den casa por cárcel. De hecho, en el momento en que fue capturado ya tenía detención domiciliaria, pero nunca la cumplió. “Seguía infringiendo con plena libertad. El Inpec debía supervisarlo y, al parecer, pocas veces lo hizo”. 

Por Redacción Vivir

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