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Conservar, buen negocio privado

De firmarse la paz, Colombia podría replicar el modelo de Reservas Naturales Privadas y turismo sostenible que lidera Costa Rica en la región.

Karen Tatiana Pardo
18 de noviembre de 2015 - 07:38 p. m.

Haciendo uso de sus atributos naturales, pues posee el 5 % de la biodiversidad mundial, Costa Rica ha hecho del turismo su principal motor económico. Cada año llegan a este país cerca de 2,5 millones de visitantes, de los cuales el 70 % dice haber visitado al menos tres áreas silvestres protegidas durante su estadía, lo que significa que la mayoría de los turistas quieren estar rodeados de playas, cascadas, ríos, bosques húmedos, selva y especies nativas.

Ana Báez, miembro de la Cámara Nacional de Ecoturismo y Turismo Sostenible de Costa Rica (Canaeco), asegura que la transición de una economía extractiva a una de conservación fue posible gracias a que se incentivó la educación ambiental, al mismo tiempo que se incluyó a la población local en todo el proceso.

“El turismo sostenible es un éxito cuando se pasa del nivel racional al nivel emocional. La idea es vender experiencias y eso no se logra con un turismo masivo, tiene que ser casi que personalizado”, dice Báez. “También es indispensable la labor educativa, promover el amor por la naturaleza y favorecer los procesos regionales y locales para lograr un desarrollo integral en otros escenarios como el de salud y educación”.

La experta se refiere a los cientos de nativos que antes fueron cazadores y hoy trabajan como guías turísticos, guardabosques, comunicadores, cocineros, artesanos y demás.

Con la intención de intercambiar experiencias y crear estrategias de adaptación ante nuevos escenarios de cambio climático, expertos en medio ambiente de doce países de la región, entre ellos Colombia, se dieron cita en Costa Rica para participar del XI Congreso Latinoamericano de Reservas Naturales Privadas.

Algunos expertos consideran que de firmarse la paz con el grupo guerrillero de las Farc el próximo año, sería de vital importancia integrar a los desmovilizados en un modelo de turismo sostenible.

Los que dejarían las armas conocen tan bien los ecosistemas del país que podrían contribuir al control, monitoreo y vigilancia de los parques nacionales y reservas naturales privadas, al mismo tiempo que permanecen vinculados a la selva en la que han vivido durante varios años.

“Colombia es el país más hermoso del mundo y esa imagen negativa que tiene en el exterior cambia cuando el turista disfruta de los paisajes y de la amabilidad de la gente”, dice el presidente de la Red Costarricense de Reservas Naturales Privadas, Rafael Gallo. “Sería muy interesante si los excombatientes de las Farc se convierten en protectores de la naturaleza, pues tienen el conocimiento necesario para hacer el mejor turismo de aventura que se pueda imaginar. Que ellos mismos sean guías, cuenten la historia del país y protejan esas zonas de actividades ilícitas sería una visión fabulosa. Sin embargo, eso lleva mucho tiempo y es un proceso que podría tardar hasta quince años, pero hay que empezar”.

A inicios de este año, el presidente Juan Manuel Santos había planteado la posibilidad de que los desmovilizados pudieran ser guardabosques bajo el control y el dominio de la Policía Nacional, con la intención de que ayudaran a proteger la naturaleza y al mismo tiempo contribuyeran con la erradicación de los cultivos de coca y marihuana.

Precisamente, para Martín Keller, presidente de la Alianza Latinoamericana, los factores que más dificultan el éxito de la conservación y, en cambio, incentivan la extracción son “la inseguridad y el desarrollo de actividades ilícitas, la pobreza y una mínima unidad social”, por lo que es de vital importancia atender esos puntos.

¿Cómo funcionan?

Normalmente, las reservas naturales suelen estar relacionadas con los parques nacionales que, además de contribuir a la conservación, buscan convertirse en escenarios de investigación. Sin embargo, “un propietario, ya sea individual o comunitario, que tenga un pedazo de tierra también puede destinarla a la conservación de manera voluntaria con el fin de acabar con los abusos ambientales que impactan negativamente sobre los ecosistemas que tiene”, explica Keller.

Este año la Red Costarricense de Reservas Naturales cumple dos décadas de promover y fomentar la conservación voluntaria en el país. El resultado se resume en 220 socios que en conjunto mantienen 82.205 hectáreas de bosque protegidas, de las cuales el 60 % se dedican exclusivamente a la conservación, mientras que en el 40 % restante se realizan actividades de ecoturismo e investigación. En el resto de la región se registran 4.345 reservas que en conjunto suman más de 5 millones y medio de hectáreas.

Por Karen Tatiana Pardo

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