Daniel Mejía conoce Bahía Solano desde que era niño. El paisa recuerda que su abuelo, y luego su padre, le enseñaron desde pequeño los secretos para la pesca deportiva del atún que, por esos años, todavía llenaba las aguas de esa bahía al norte del Pacífico. Esas enseñanzas familiares le gustaron tanto que aun hoy, es guía en la región para otros pescadores deportivos.
En esas estaba el pasado lunes, cuando, a lo lejos, él y sus acompañantes vieron un enorme barco pesquero que, días antes, ya habían visto merodear la bahía. En pleno sol de medio día, acercó su embarcación hacia el lugar, ubicado entre Piedra del Norte y Piedra de Piñas, un lugar donde, en teoria, no pueden pescar los barcos de ese tamaño.
Cuando estaban lo suficientemente cerca, vio como el barco desplegaba una malla que, calcula, medía unos dos kilómetros de ancho...
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