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“Dos mil millones de personas en el planeta no están registradas”: Sanjeev Khangram

Sanjeev Khangram, coordinador de Alianza Global de Datos para el Desarrollo Sostenible, explica por qué el “boom” tecnológico puede convertirse en un aliado para cumplir con los ODS.

Carolina García Arbeláez /Luisa Lafaurie Cabal
14 de abril de 2016 - 04:47 a. m.

Han pasado más de diez años desde el último censo poblacional. Actualmente, Colombia se prepara para el siguiente. Sin embargo, en el mundo de la tecnología y los celulares inteligentes se está gestando una revolución que permite recolectar información en tiempo real. “La revolución de datos tiene el poder de transformar el mundo como lo conocemos” es el mensaje principal de Alianza Global de Datos para el Desarrollo Sostenible.

Sanjeev Khagram, de familia india y nacido en Uganda, llegó a Estados Unidos como refugiado de la dictadura de Idi Amín. Actualmente es el coordinador de la Alianza Global y está convencido de que los datos son la respuesta para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenibles, adoptados por la Asamblea General de la ONU en septiembre de 2015. Ha sido profesor en la Universidad de Harvard y en la Universidad de Washington. Fue fundador de la iniciativa global para la Transparencia Fiscal y de Innovations for Scaling Impact. Es reconocido por su liderazgo interdisciplinario e intersectorial sobre la globalización, transnacionalismo, desarrollo sostenible y la seguridad humana.

¿De qué se trata la alianza mundial Alianza Global de Datos para el Desarrollo Sostenible?

Cuando se acordaron los objetivos de desarrollo del milenio (ODM), en 2000, no teníamos estos maravillosos iPhones ni la clase de satélites que tenemos hoy en día orbitando la Tierra. Los ODM no se alcanzaron en su totalidad porque la información global no estaba organizada ni compilada como debería haber estado. La Alianza Global de Datos para el Desarrollo Sostenible reconoce que para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) debemos utilizar efectivamente la información disponible y producir y compartir la que no existe. Pero, sobre todo, tenemos que fomentar una cultura en el mundo entero para que la toma de decisiones se base en los datos y en la evidencia.

¿Quienés tienen la misión de recolectar esta información?

La Alianza reúne diferentes actores interesados: gobiernos, organizaciones internacionales, el sector privado y a la sociedad civil para garantizar que todos estemos trabajando juntos de forma articulada, que estemos aprendiendo de los otros y apoyando acciones locales y nacionales para alcanzar los ODS.

¿Sin datos se pueden alcanzar los ODS?

Sin datos estaríamos adivinando lo que estamos haciendo, tendríamos una dirección, pero no un compás. Los datos son fundamentales para la creación de políticas y para la toma de decisiones por parte de los gobiernos. Son una herramienta para empoderar a los ciudadanos para que les exijan a sus dirigentes y para que ellos mismos tomen las decisiones más importantes de su vida cotidiana. Igualmente, los datos facilitan las iniciativas empresariales y el crecimiento económico. Sin embargo, tenemos que tener datos muy robustos y en este momento lo que tenemos son puros datos fragmentados: unos aquí otros allá. No nos sirve tener datos sobre el presupuesto nacional en libros de dos metros de altura, porque así un ciudadano común no puede saber si el gobierno está gastando su presupuesto de forma adecuada ni tampoco hacerle seguimiento al dinero. Tenemos que cerciorarnos de que los datos estén disponibles en un lenguaje común, para las personas indicadas, de la forma adecuada y en el momento preciso para poder tomar decisiones acertadas.

¿Cómo cambia el panorama con el “boom” tecnológico?

Actualmente, tenemos la capacidad de tomar imágenes satelitales de la Tierra en tiempo real a una resolución muy alta, que alcanza a detallar hasta menos de un metro. Si estamos interesados en la producción agrícola, en deforestación o en cualquier tema crítico para los ODS podemos tener datos visuales en tiempo real de lo que está pasando en el mundo. Podemos saber dónde hay agua, qué está pasando con la electrificación o la infraestructura. Inclusive, ahora tenemos datos celulares que rastrean los patrones de consumo de las personas, particularmente de los pobres. Alrededor del mundo las personas de menores ingresos están utilizando e-banking a través de sus celulares inteligentes. Entonces, uno puede predecir cuándo va a ocurrir una crisis al ver cómo cambian los patrones de gasto. Los ciudadanos generan datos todo el tiempo sobre la calidad de los colegios, la disponibilidad de medicina, etc. Estos datos pueden ser compilados para asegurarse de que si no hay medicamentos en un hospital en un determinado momento estén disponibles de forma rápida y eficaz. Hay toda una gama de formas en las que los datos ya están haciendo una diferencia para la prevención temprana, para combatir una crisis humanitaria o un desastre. Twitter, por ejemplo, va a compartir todos los datos de forma anónima a las agencias de las Naciones Unidas. Hace diez años no éramos capaces de saber qué estaba pasando, pero ahora que la gente está trinando lo que está ocurriendo, podemos saber en tiempo real: “hay una sequía ocurriendo” o “no hay comida disponible”. Eso nos provee de información para que los tomadores de decisiones puedan responder mucho más rápido que lo que podrían hacerlo con encuestas.

Pero para esta revolución de datos tenemos que fortalecer nuestros sistemas estadísticos nacionales. No podemos basarnos únicamente en las nuevas tecnologías, sino que debemos trabajar en conjunto con todos nuestros organismos oficiales de estadística para analizar los datos de forma rigurosa. ¡Esto es la base! En muchos países alrededor del mundo los organismos oficiales de estadística son subvalorados, tienen escasos recursos o no hay suficiente personal.

¿Cuál es el límite entre los datos útiles para los ODS y aquellos que violan la privacidad?

Sabemos que la revolución tecnológica está sucediendo. Las empresas, los comercializadores, operadores y otros están generando cantidades masivas de datos sobre todos nosotros como individuos. ¡Y nosotros no tenemos las reglas del juego claras! No existen normas, principios, políticas ni leyes. Pero sería ingenuo pensar que la revolución de datos no va a suceder si la tecnología continúa perfeccionándose y si la información es valiosa. Entonces la pregunta es: ¿Cuáles son los principios y normas que nos permitirán utilizar los datos y al mismo tiempo proteger la privacidad? Sino desarrollamos esas políticas no vamos a ser capaces de garantizar la seguridad para que los datos sean utilizados para el bien público y no solo para beneficio privado. Es por esto que la Alianza Global se enfocará en desarrollar acuerdos internacionales y protocolos para el intercambio de big data que está en manos de privados. Muchas compañías como Telefónica, Ericsson, Zrii, MasterCard o Facebook tienen enormes cantidades de datos y cada vez están más dispuestas a compartirlos, pero necesitan protección porque esto hace parte del corazón de su negocio. Tenemos que encontrar un acuerdo que sea mutuamente beneficioso, en donde generemos información para el interés público a la vez que protejamos los derechos de los individuos y de las compañías.

¿Cuáles son esos datos claves que hacen falta para la implementación de los ODS?

¡Los datos más básicos nos hacen falta! Tenemos dos mil millones de personas en el planeta que nunca han sido registradas, que ni siquiera sabemos quiénes son. En este caso, ¿cómo podemos garantizarles los servicios básicos? ¿Cómo pueden ser ciudadanos de sus sociedades? ¿Cómo los podemos tener en cuenta para tomar decisiones presupuestales si nunca han sido registrados? ¡Ellos no tienen derechos si no han sido registrados! Entonces necesitamos esos datos básicos. En 77 países no tenemos datos adecuados sobre pobreza, en cerca de 30 países sólo tenemos un dato en el transcurso de 5 años. ¿Cómo podemos hablar de acabar con la pobreza extrema si no tenemos ningún dato sobre ella?

Dos ejemplos icónicos de cómo la revolución de datos ayuda a implementar la agenda de desarrollo...

Hubo un proyecto increíble en Senegal, donde se utilizó la información disponible gracias a los celulares y el e-banking para tener datos en tiempo real sobre la pobreza. Como había tantos usuarios afiliados a una compañía en particular, la empresa pudo recolectar todos los datos y volverlos anónimos para ver en qué gastaban ciertos hogares e individuos o cuánto estaban gastando. Con el tiempo se podía ver la relación con la pobreza porque estaban gastando su dinero en ciertas cosas o tenían menos recursos para gastar en determinados servicios. Un organismo nacional de estadística hace una encuesta sobre los niveles de pobreza cada dos años o cada cinco años. Pero lo que esta compañía logró hacer con la agencia estadística fue proveer indicadores de pobreza en diferentes lugares del país en tiempo real.

Otro gran ejemplo es el de la información de biodiversidad. The World Resources Institute, organización sin ánimo de lucro creó una plataforma de datos abiertos: The Global Forest Watch, para ver la deforestación alrededor del mundo. Los gobiernos y la sociedad civil han venido utilizando estos datos de deforestación real en tiempo real para saber dónde se necesitan recursos o cuáles son los hotspots de deforestación.

Si apenas está surgiendo la revolución de datos, ¿qué pasará en 20 años?

La revolución de datos está en curso, lo que apenas está comenzando es nuestra capacidad de traducir la revolución de datos para el uso público. El objetivo que tenemos a 5 o 10 años es que los diferentes tipos de datos sean reunidos, compartidos, apalancados y provistos para aquellos que los necesitan para tomar decisiones correctas en el momento preciso. Necesitamos nuevas plataformas y tecnologías para ser capaces de enseñarles a los niños el lenguaje de datos para que cuando sean jóvenes adultos sean a la vez ciudadanos de datos.

¿Qué les diría a los ciudadanos de la revolución de datos?

No tenemos todas las respuestas. Nos estamos haciendo muchas preguntas y la única forma de responderlas es trabajando juntos. La revolución de datos tiene que ser cultural: una forma de actuar en el mundo. Cuando trabajamos juntos con todos los actores a nivel global, nacional o local, los datos nos proveen un punto de encuentro común. Así que si colaboramos en la utilización de datos, podremos garantizar un mundo mejor. Y esa es la línea base: ¡Tenemos los Objetivos de Desarrollo Sostenible y queremos alcanzarlos utilizando datos!

 

 

Por Carolina García Arbeláez /Luisa Lafaurie Cabal

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