"A través de una transformación interior, uno logra que las plantas le hablen, los animales le hablen, que los minerales tengan un mensaje para uno, todos los seres comparten en un trabajo armónico, un trabajo respetuoso con la naturaleza". Así definía Mario Mejía Gutiérrez la virtud de la agricultura orgánica. A sus 87 años, este ambientalista acaba de fallecer; una serie de trinos en Twitter dieron a conocer este jueves la noticia. (Lea: La pelea por el turismo en el raudal de Jirijirimo)
Este ingeniero agrónomo, nacido en Marsella (Risaralda), fue testigo del boom de la revolución verde a nivel mundial, ocurrida después de mitad del siglo pasado. Esa transformación del campo, que incrementó la producción agrícola gracias a fertilizantes y tecnología innovadora, inspiró en este ambientalista una conciencia plasmada en más de una docena de libros.
Su legado, en el que se enlazan conceptos como la naturaleza y la espiritualidad, fue haber investigado a fondo métodos de producción de algodón, caña, palma africana y otras semillas desde la agricultura orgánica. Acompañado experiencias y procesos de agroecología a nivel nacional e impulsado, divulgado, conocimientos situados en esta región tropical. Para la década de los noventa, la agricultura orgánica se había tratado en otras latitudes pero era lejana para nuestro país.
Su trabajo, como él mismo lo dijo, fue "haberse preocupado por hacerle llegar en un lenguaje sencillo a la gente corriente una serie de ideas de transformación social. Fue aprovechar cierta formacioó académica para entender a académicos de cierta altura y poner esa sapiencia en conocimiento de otras personas con menos academia, pero también inteligentes como cualquier otra", sostuvo en una entrevista realizada en el programa ConversanDos emitida por Telepacífico en 2010.
Mario Mejía Gutiérrez