Las nuevas amenazas sobre la Ciénaga Grande

Un cultivo de arroz de más de 500 hectáreas y varios puntos sobre los que se planea levantar construcciones tienen en vilo este ecosistema estratégico.

Sergio Silva Numa / @SergioSilva03
04 de abril de 2018 - 03:00 a. m.
El terreno donde se encuentra el cultivo está en la vía Palermo-Sitio Nuevo. / Cortesía
El terreno donde se encuentra el cultivo está en la vía Palermo-Sitio Nuevo. / Cortesía

En los primeros días de marzo, funcionarios de Parques Nacionales Naturales (PNN) llevaron a cabo un sobrevuelo de la Ciénaga Grande de Santa Marta. Como lo venían haciendo desde hace ocho años, buscaban recopilar datos para medir las poblaciones de aves migratorias que vienen de Norteamérica y se dirigen a la Patagonia. Era una actividad de rutina que suelen hacer dos veces al año. Sin embargo, mientras volaban por una parte de ese ecosistema de cerca de 500.000 hectáreas se encontraron con una sorpresa. En la vía que une al municipio de Sitio Nuevo con Palermo, en el Magdalena, había un pedazo de la ciénaga sin pastos ni agua.

Las fotografías, que circularon un par de días por redes sociales, confirmaban que, pese a las advertencias y los llamados de atención, las amenazas sobre la laguna costera más grande del Caribe continuaban. No era el único punto en el que la ciénaga perdía pedazos de humedal. En otras zonas también se llevan a cabo rellenos, al parecer con fines logísticos.

Aunque en agosto de 2016 una comisión de expertos de la Convención Ramsar le recomendó al Gobierno colombiano tomar medidas urgentes para conservar ese complejo acuático, estos nuevos proyectos son una buena evidencia de lo difícil que ha sido contener las amenazas. En palabras de Sandra Vilardy, una de las personas que más han estudiado en detalle este ecosistema estratégico, el país continúa teniendo una gran dificultad para lograr una visión colectiva de la ciénaga y protegerla. “Es lamentable”, dice.

La fotografía que acompaña este texto y que muestra el escenario que observaron los funcionarios de PNN es un buen ejemplo de lo difícil que ha sido tomar medidas para preservarla. El terreno, de poco más de 500 hectáreas y ubicado en el kilómetro 10 de la vía Palermo-Sitio Nuevo, fue modificado para sembrar arroz. A finales de noviembre del año pasado empezaron a nivelarlo y sus dueños han creado poco a poco una especie de piscina que se alimenta de las aguas del río Magdalena para regar los cultivos.

San Antonio, como se llama el predio, está ubicado en un área que alguna vez fue una red de humedales. Hoy luce muy distinto y parece una inmensa mancha que recuerda los rellenos que hace unos cuatro años comenzaron a hacer ganaderos para robarle espacio a la ciénaga y cedérselo a sus búfalos. “Es una zona de reserva de la biosfera. Es una lástima que se permita hacer esto para favorecer intereses particulares”, dice una de las personas que conocen la región.

Aníbal Roa y Hernando Solano, dueños de la empresa Trupillo S.A.S., registrada en Huila, son los propietarios de esa área y tienen una versión distinta. Cuentan que compraron su predio hace un año y entonces era una finca ganadera. “Acá nunca ha habido ciénaga. Es pura ignorancia. Hace siete meses la Corporación Autónoma Regional del Río Grande de la Magdalena (Cormagdalena) nos dio la autorización para usar las aguas del río para el cultivo de arroz. Todo está completamente legalizado y queremos montar una empresa con desarrollo tecnológico que le sirva de espejo a toda la zona”, dice Solano. Además, ante las suspicacias que han surgido en la región, aclara: “Somos huilenses, pero nada tenemos que ver con la empresa Florhuila”.

Sin embargo, a los ojos de quienes conocen el área, esos sistemas están deteriorando la Ciénaga Grande. El problema es mucho más serio y se repite en varias zonas del complejo lagunar. “Las autoridades no se ponen de acuerdo para controlar estas iniciativas y, por el contrario, otorgan permisos en sitios en los que no se deberían dar. En el fondo hay un serio problema institucional. No son pocos los casos en los que hay mucho capital de por medio”, asegura una funcionaria cercana a esas entidades. También dice que hay más puntos con situaciones semejantes, que este diario no ha podido verificar.

Pero detrás de ese escenario hay dificultades mucho más profundas. “Pareciera”, apunta Sandra Vilardy, “que el Gobierno está desatendiendo las recomendaciones de los expertos de la Convención Ramsar”. Además, dice, el Ministerio de Ambiente no volvió a convocar el comité interinstitucional ni las mesas técnicas que le hacen seguimiento a la situación de la ciénaga. “Llevamos más de 20 años esperando el plan de manejo”.

¿Por qué, si desde 2014 hay constantes denuncias que alertan sobre el deterioro de ese complejo, continúan los mismos problemas? El Espectador intentó contactarse con la Corporación Autónoma Regional del Magdalena (Corpamag) para conocer en detalle los problemas que atraviesa la Ciénaga Grande, pero fue imposible. Por su parte Óscar Manrique, de la dirección de bosques del Minambiente, responde que han trabajado con constancia, pero es un “esfuerzo que requiere tiempo. Sólo en la planeación del modelo hidrológico llevamos más de año y medio. Pero hemos avanzado en los cuatro ejes que recomendó la Convención Ramsar, de la mano de varias entidades y universidades. Lo más probable es que antes de que se acabe este año tengamos listo, por fin, el plan de manejo”.

“Observamos que no había la suficiente articulación para abordar las temáticas y esto generó un proceso de análisis y retroalimentación para reorientar las mesas de trabajo. Pronto volveremos a abrirlas”, explica otra funcionaria del Minambiente.

“Pero mientras eso sucede”, dice otra persona de la región, “seguirán trabajando las máquinas y las dragas para rellenar sitios que antes tenían agua”.

ssilva@elespectador.com

Por Sergio Silva Numa / @SergioSilva03

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