Murió Stap, uno de los osos más antiguos del Zoológico de Cali

En animal, que llegó a este lugar hace 25 años, falleció por complicaciones en articulaciones, riñones e hígado a sus 30 años.

Redacción Medio Ambiente
18 de noviembre de 2016 - 01:16 p. m.
Stap,  de 400 kilos de peso y casi tres metros de altura, fue rescatado a los cinco años. / Foto: Facebook Zoológico de Cali
Stap, de 400 kilos de peso y casi tres metros de altura, fue rescatado a los cinco años. / Foto: Facebook Zoológico de Cali

Después de vivir por más de 25 años en el Zoológico de Cali, este miércoles falleció Stap, el oso pardo más antiguos y querido del lugar. Stap llegó a este establecimiento después de ser entregado voluntariamente por el Circo Ruso de Moscú mientras pasaba por Pereira, Risaralda, cuando tenía sólo cinco años.

“Decir adiós a un miembro de la familia nunca será fácil, y muchos menos cuando se ha entregado lo mejor a ese ser durante cada día de su vida. El día que Stap partió, todo el Zoológico se sentía muy callado, algo que rara vez sucede, como si los animales también rindieran homenaje a este querido amigo”, escribió el Zoológico en un comunicado.

Debido a su avanzada edad, 30 años sobrepasa el máximo de expectativa de vida para su especie, Stap venía presentando problemas con las articulaciones, impidiéndole moverse libremente por su habitación. Además, estaba presentando complicaciones en el hígado y riñones.

Durante sus últimas semanas de vida, el oso fue trasladado a una zona de refugio bajo el cuidado estricto médico. Su cuidador, Miguel Calderón, se encargó de acomodarle una cama de heno todas las noches para aliviar el dolor de sus articulaciones, darle los medicamentos escondidos en sus alimentos favoritos y “se sentaba junto a él durante horas mientras le hablaba y compartía lo que serían sus últimos días”.

Según explica el Zoológico, Stap,  de 400 kilos de peso y casi tres metros de altura, vivió una buena vida, pues cuando fue rescatado a los cinco años, se encontraba encerrado en una jaula del tamaño de su cuerpo en la que tenía que comer, dormir y hacer sus necesidades, “llevando una vida completamente indigna”.

“A su llegada al Zoo todo para Stap fue nuevo, nunca había sentido el pasto bajo sus pies, lo que le resultó una sensación tan extraña como fascinante. El viento sobre su rosto lo hacía cerrar sus ojos y extasiarse al sentirlo, y podía pasar horas observando árboles y la vegetación a su alrededor que para él habían sido desconocidas hasta el momento”, continua el comunicado. “Hoy le decimos adiós a un miembro muy importante de nuestra familia, un animal que nos dejó marcas imborrables en el corazón”.


 

Por Redacción Medio Ambiente

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