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¿Por qué no se enredan los pulpos?

Investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalén (Israel) y de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (EE.UU) han analizado por qué los tentáculos de los pulpos no se anudan entre sí, a pesar de no ser conscientes del movimiento de sus tentáculos y de tenerlos recubiertos de ventosas. Este trabajo revela que la piel de los cefalópodos desprende un compuesto químico que inhibe el de dichas ventosas.

Redacción Vivir
16 de mayo de 2014 - 03:41 a. m.
Los pulpos utilizan sus extremidades para apoderarse de la comida, manipularla y llevársela a la boca.  / Morten Brekkevold
Los pulpos utilizan sus extremidades para apoderarse de la comida, manipularla y llevársela a la boca. / Morten Brekkevold

“Nos ha extrañado que nadie antes que nosotros se hubiera preguntado por este fenómeno”, comenta Guy Levy, autor principal del estudio y científico del departamento de neurobiología de la Universidad Hebrea de Jerusalén. “Nos ha sorprendido mucho la solución brillante y simple que tiene el pulpo para este problema que podría ser muy complicado”.

Este grupo de investigadores lleva años estudiando la flexibilidad de sus tentáculos y el control motor de su cuerpo.

El trabajo, publicado en la revista Current Biology, parte del supuesto de que los cefalópodos, a diferencia de las personas y otros animales, no son conscientes de la posición exacta de sus extremidades.

“El sistema de control motor de las personas está basado en una representación fija del sistema sensorial y motor que elabora el cerebro en forma de mapas y que usa partes del cuerpo como coordenadas”, explica Binyamin Hochner, de la misma universidad y coautor del estudio. Esta estrategia de control del movimiento es eficiente para el ser humano porque nuestro esqueleto es rígido, lo que limita su capacidad de oscilación.

Es difícil pensar en un dispositivo similar en los pulpos, ya que sus tentáculos largos y flexibles tienen un número infinito de grados de libertad”, puntualiza Hochner. Y añade que, “por lo tanto, el uso de tales mapas hubiera sido tremendamente difícil e incluso imposible para los pulpos”. Los experimentos apoyan la idea de que los octópodos carecen de conocimiento preciso sobre la posición de sus tentáculos y gracias a la sustancia que producen sus cuerpos evitan que se enreden entre si.

Los científicos creen que una posible aplicación de este descubrimiento es la fabricación de robots. “Esperamos y creemos que el mecanismo de autoevitación se aplicará a estos tipos de robots y a sus sistemas de control”, comentaron.

Por Redacción Vivir

 

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