La contaminación ocasionada por los automóviles que funcionan con combustibles fósiles se está convirtiendo en una de las principales preocupaciones de las grandes ciudades. Por eso, han ido surgiendo iniciativas que buscan frenar ese problema. La última causó sorpresa: Roma, una de las metrópolis europeas con más tráfico prohibirá los carros que se mueven con diésel en 2024. La medida solo operará en el centro de la ciudad.
Sumándose a la decisión que tomó a principios de esta semana al tribunal de justicia de Alemania, que les permitió a las ciudades prohibir la circulación de este tipo de autos, Virginia Raggi, alcaldesa de Roma, aseguró que “hay que tener el valor de adoptar medidas serias si queremos intervenir el problema”.
A pesar de que las autoridades de la capital italiana han ido adoptando mecanismos para reducir los índices de contaminación, el problema aún permanece. Medidas como la restricción de algunos coches de acuerdo con el número de sus placas (algo muy parecido al pico y placa que hay Bogotá) no les dio resultado. Muchas familias terminaron comprando otro automóvil para eludir la regulación.
Además de los problemas de salud que genera el material particulado, Roma se enfrenta a otro inconveniente que puede afectar el turismo que recibe la ciudad: la contaminación está causando serios daños en los monumentos que se encuentran al aire libre.
Según el Ministerio de Cultura de ese país, es posible de 3.600 esculturas en piedra y 60 en bronce terminen deterioradas por la combustión que arrojan los carros.
Con esa iniciativa Roma se suma a otras ciudades que han anunciado medidas similares. El Ayuntamiento de París dijo a finales de 2017 que prohibirá los vehículos que funcionen con gasolina o diésel para 2030. El Gobierno británico aseguró lo mismo, pero en un plazo más amplio: 2040.