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“Sin biodiversidad no hay recuperación económica”: Foro Económico Mundial

Estas son las conclusiones del informe del Foro Económico Mundial, que se llevó a cabo la semana pasada.

Centro ODS
03 de febrero de 2021 - 06:08 p. m.
Gibón de Hainan ("Nomascus hainanus") usando los puentes de cuerda que sirven como pasos de fauna. Fueron instalados para evitar que fueran atropellados en carreteras.
Gibón de Hainan ("Nomascus hainanus") usando los puentes de cuerda que sirven como pasos de fauna. Fueron instalados para evitar que fueran atropellados en carreteras.
Foto: Bosco Pui Lok Chan et al.

El año 2021 sentará las bases de los desafíos que deberá asumir la humanidad durante la próxima década. Con 2,2 millones de muertes por Covid-19 y 103 millones de contagios a nivel mundial, todos los Estados necesitarán trabajar por la contención de la pandemia, teniendo en cuenta los planes de vacunación y la recuperación económica que no da espera. Estos retos están ligados con el compromiso de 193 países que acordaron cumplir con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible en el año 2030.

Una de las metas que trazadas en diferentes países de Europa consiste en garantizar una recuperación económica verde. En la Cumbre de la Biodiversidad de la ONU, la cual se llevó a cabo en septiembre de 2020, la Unión Europea (UE) se comprometió a trabajar por una recuperación económica que tenga en cuenta la salud humana y la de los ecosistemas. De hecho, en mayo de este año se llevará a cabo la Convención de Diversidad Biológica de la ONU en China, evento que será trascendental para que las naciones firmen compromisos palpales para enfrentar una posible recesión teniendo en cuenta los valores de la biodiversidad. Y en noviembre, en Escocia, tendrá lugar la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP21), una cumbre trascendental para ratificar los compromisos del Acuerdo de París.

Economía y salud

De acuerdo con el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) la economía a nivel mundial presenta una contracción del 4.4% (en la crisis financiera de 2008, la contracción fue del 0.1%) y en América Latina y el Caribe el cálculo de la Cepal asegura que la contracción asciende al 5,4%. Haciendo un análisis a partir de las horas de trabajo que se dejaron de percibir, el WEF señala que hubo cerca de 495 millones de trabajos perdidos en el segundo semestre de 2020, lo que equivale al 14% de la fuerza laboral en el planeta.

A estas cifras se suma otra preocupante: el 50% de la población carece de servicios de salud esenciales, según el informe. Por otro lado, la ONU también ha señalado que el año pasado se registró el primer aumento de pobreza global en décadas. Actualmente, según la misma fuente, 71 millones de personas viven en miseria extrema y se prevé que cerca de 270 millones de personas se vean afectadas por inseguridad alimentaria aguda por la pandemia, una cifra que representa un 82% más que antes de la crisis ocasionada por el Covid19. En países en vías de desarrollo, como Sudán del Sur, Yemen, Burkina Faso, entre otros de África, se prevé un aumento del 100% de muertes por malaria debido a la escasez de servicios médicos por el Covid-19.

Teniendo en cuenta los desafíos en materia de salud pública, la atención humanitaria cobra un rol esencial. Según el Fondo de Respuestas a Emergencias de la ONU, cerca de 235 millones de personas necesitarán atención humanitaria para sobrevivir en 2021, un 40% más de las personas que necesitaron las ayudas en 2020. Este aumento, de acuerdo con la misma fuente, se debe a las afectaciones en salud que ha dejado el Covid-19, así como a impactos de la crisis climática y conflictos armados.

Uno de los hallazgos más preocupantes en el informe del WEF es el siguiente: por la recesión global, por lo menos 150 millones de personas caerán en pobreza extrema, elevando el porcentaje de personas en esta condición en el planeta a 9,4%. Otra de las dificultades que encontró el WEF está en el campo de las migraciones. Según la entidad, cerca de 250 millones de migrantes trabajadores en el mundo pueden sufrir una reducción seria de ingresos y se proyecta que las remesas globales caerán en un 14% para 2021. Las pequeñas y medianas empresas también han atravesado por un año muy complejo y la recuperación será prolongada, señala el informe. Rescatarlas debe ser prioridad estatal, pues en países como China, por ejemplo, generan alrededor del 80% de empleos. Durante la pandemia, alrededor del 20% de estas empresas cerraron en China y Estados Unidos.

Otro riesgo inminente es el de la financiación de organizaciones multilaterales. De acuerdo con el Foro Económico Mundial, el presupuesto anual de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es de 2,4 billones de dólares, el cual ha resultado insuficiente durante la pandemia. Si bien el informe señala que durante el primer semestre de 2020 la OMS alcanzó a recaudar fondos por cerca de 100 billones de dólares, en el segundo semestre el recaudo bajó sustancialmente, llegando a 63 billones de dólares.

Para el Foro, la inversión en salud pública debe ser una prioridad de los Estados, pues está demostrado que ante desastres naturales o pandemias, contar con equipamientos de salud resulta esencial e incluso más favorable económicamente. Por otro lado, el informe señala que es clave contar con mecanismos de acceso equitativo de las vacunas en el mundo, señalando que el mecanismo Covax, por ejemplo, no ha resultado del todo eficaz para los países de escasos ingresos, muchos de los cuales han alcanzado a comprar a lo sumo vacunas para el 20% de su población.

Futuras generaciones y recuperación verde

¿Cómo asegurar una recuperación verde con el escenario económico actual? En primer lugar, organizaciones internacionales como la Unión Europea y la ONU han señalado que sin biodiversidad, la recuperación económica no será factible. El virus del Covid-19, así como Ébola y el Sars, son enfermedades humanas de origen animal, producto de la destrucción de los ecosistemas naturales así como del tráfico ilícito de animales y del mercado alimenticio mal gestionado. En este sentido, es urgente definir un plan para garantizar la estabilidad ecológica en el planeta.

En segundo lugar, y ligado con el primer reto, los países tienen que plantear proyectos de transición energética para reducir significativamente las emisiones de Gases de Efecto Invernadero, un compromiso clave para afrontar la crisis ambiental que se avecina. De acuerdo con un informe de Bloomberg NEF, en 2020 se invirtieron 501.300 millones de dólares en energías renovables, una cifra récord para el planeta.

Del mismo modo, las inversiones en la transición hacia una economía baja en carbono incrementaron un 9% con respecto al 2019, según la misma fuente. Como lo contamos en el Centro ODS, la transición energética en América Latina también es crucial, y por esta razón países como Chile ya están explorando la posibilidad de explotar el uso de hidrógeno verde, una opción que Colombia también está evaluando y que necesitaría para cumplir con la reducción del 50% de emisiones a 2050.

En la misma senda de la transición energética, 126 países han anunciado planes de neutralidad de carbono. Los países del G20, por ejemplo, están destinando un 50% más en incentivos fiscales para transformar el uso de combustibles fósiles a energías limpias. De acuerdo con la ONU, si no se implementan las medidas de adaptación en el campo de la energía, el planeta podría incrementar su temperatura en 3 grados centígrados en las próximas décadas. Según la ONU, con estímulos económicos verdes se pueden reducir hasta en un 25% las emisiones de Gases Efecto Invernadero para 2030.

En materia ambiental, el Foro Económico Mundial señaló que el año pasado no fue particularmente negativo: las emisiones globales de CO2 cayeron en un 9% durante el primer semestre del año debido a la desaceleración económica. Lo ideal, señala el informe, es mantener la reducción de emisiones haciendo el tránsito hacia energías más limpias. En ese sentido, será clave la Conferencia COP26 en noviembre de 2021 para plantear medidas más contundentes por parte de las potencias mundiales, las cuales son responsables de la mayoría de emisiones de gases efecto invernadero.

Otro desafío crucial consiste en garantizar la educación y la vida digna de niños y jóvenes en el mundo. Antes de la pandemia, señala el WEF, cerca del 44% de las niñas y el 34% de los niños de países de escasos recursos no completaban la escuela primaria. Con la pandemia, estos porcentajes aumentarán, en buena medida, por la brecha digital. Con el cierre de colegios, señala el informe, no solamente se pierden millones de procesos educativos, sino que a su vez, niños y niñas pierden un espacio seguro en contextos de violencia. Adicionalmente, el informe señala que , como sucedió en otras recesiones, el empleo para jóvenes se ve fuertemente afectado, lo que puede agudizar situaciones de miedo y estrés.

La brecha digital a nivel mundial también quedó en evidencia. Según el informe, en países desarrollados cerca del 87% de la población tiene garantizada la conexión a Internet, mientras que en países de escasos recursos el acceso es menor al 17%; tal es el caso de países como Pakistán, Kenya y Bangladesh. El WEF invita en su informe a que los Estados trabajen por cerrar la brecha digital, entre otras razones porque en 2026 se calcula que 85 millones de trabajos deberán realizarse desde los computadores.

Por otro lado, el informe de Global Risk señala que el 70% de las mujeres trabajadoras de las nueve economías más grandes del mundo creen que sus carreras se verán estancadas por la pandemia, mientras que el 51% de jóvenes en 112 países señalan que el proceso de educación se ha aplazado. Por otro lado, en países como México, el 45% de los estudiantes no pueden acceder a clases virtuales, mientras que en Indonesia este porcentaje asciende a 65%. Para los adultos, el año 2020 también fue complejo. De acuerdo con la misma fuente, el 60% de la población adulta carece de conocimiento digital o de equipos para desarrollar sus labores.

La región de América Latina y el Caribe, señala,el Foro Económico Mundial, tendrá grandes desafíos. En primer lugar, porque el virus llegó meses después de que estuviera en Europa y Asia; en segundo lugar, porque la mayoría de gobiernos han implementado controles y cuarentenas estrictas por la baja capacidad de atención médica, lo cual ha generado serias afectaciones para la mayoría de la población trabajadora —en su mayoría informal — y en tercer lugar, la deserción escolar puede alcanzar niveles preocupantes que no se veían hace por lo menos 10 años.

Por Centro ODS

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