Santander, al igual que muchos otros departamentos a lo largo del país, está viviendo una sequía intensificada y prolongada. Los estragos del cambio climático y del fenómeno de El Niño, que cada vez vienen con más fuerza, evidencian la necesidad de ordenar el territorio sosteniblemente para garantizar que todos los actores tengan acceso al recurso más indispensable de todos.
“El agua es un sinónimo de vida, pero no es ilimitada como creemos en Colombia. Si no la cuidamos y si no la administramos bien, vamos a tener en futuro problemas serios”, afirmó Luis Fernando Rico, gerente de Isagén. “Quizá el mayor problema es cómo nos articulamos en todos los niveles, cómo nos ponemos de acuerdo entre el sector productivo y las autoridades para utilizar los recursos de la mejor manera posible”.
Según Carlos Alberto Suárez, de la Corporación Autónoma Regional para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga, una de las dos corporaciones autónomas regionales del departamento, los problemas de ordenamiento vienen de tiempo atrás: “el mismo Estado entregó a los particulares los páramos, por desconocimiento. La comunidad se asentó ahí y empezó a desarrollar agricultura.” Sin embargo, Suárez afirma que los retos no solo están en ese ecosistema, sino en todo el departamento: “en la zona subandina hay enormes impactos por la contaminación de la urbanización y el manejo de residuos inadecuados, y en los valles aluviales nuestros agricultores y ganaderos se les meten a los humedales que sirven como amortiguamiento en épocas de altas precipitaciones”. Esto lo corrobora la Corporación Autónoma Regional de Santander (CAS), según la cual, de 74 municipios de su jurisdicción, solo 18 tienen plan de tratamiento de aguas residuales.
Actualmente, doce municipios se han quedado sin agua, la precipitación ha disminuido 50 % y se han registrado más de 350 incendios forestales. Según funcionarios de la Electrificadora de Santander, la hidroeléctrica ha tenido que bajar la generación a unos niveles sin precedentes: hay 18 megavatios instalados y en este momento solo tienen agua para generar 4,5 megavatios”. La escasez hídrica pone en riesgo la seguridad energética del país, cuya electricidad principalmente se genera con agua.
El departamento ya está llevando acciones para mejorar la gestión del agua. En la CAS, cuya jurisdicción abarca 85 % del territorio de Santander, actualmente se van a llevar a cabo planes de ordenación y manejo ambiental de cuenca (Pomcas) en 4 de las 11 subzonas hidrográficas de la región, anunció Rodolfo Sánchez, de dicha corporación. Igualmente, Leonardo Losada, de la Gobernación de Santander, dice que actualmente cuentan con un “fondo con recursos asegurados para reforestar cuencas que abastecen acueductos. En este período de gobierno se han plantado 1.500 hectáreas”.
Igualmente, en 2013 se hizo una reforma para que la Secretaría de Agricultura creara una unidad que se encargara de la parte ambiental. Esto es clave, pues hay muchos proyectos, especialmente del sector agrícola, que no requieren licencia ambiental. “Muchas actividades perdieron su requisito de licencia y las corporaciones no la pueden pedir cuando la ley no lo exige”, aportó a la discusión Ramón Leal, director de Asocars.
La pregunta que queda sobre la mesa es si estas iniciativas son suficientes. El consenso del desayuno es que se requiere muchísima más articulación y cooperación entre todos los actores. “El tema de gobernanza, de poder apropiarse de los procesos, es muy importante”, afirmó Leal y luego concluyó el desayuno con un llamado a la acción: “Quisiera invitar a que hagamos esa alianza en Santander, con el apoyo de Bibo, para trabajar en temas de gobernanza y para que todos nos apropiemos de los instrumentos que nos permitan ordenar el territorial en torno al agua”.
