Los resultados arrojaron que los buzos pagarían por una salida de buceo cerca de US$62 ($186.000) por su primer encuentro con tortugas y US$31 ($90.000) por su conservación.
Según un sondeo hecho en la zona, una tortuga vale US$108 si se vende por su carne y caparazón, por lo que bastarían dos visitas de buceo durante toda la vida de una persona para sobrepasar ese costo y apoyar la protección de estas especies.
En particular, los encuentros con tortugas recién nacidas son los más valorados por los encuestados, pero los resultados indican que una mayor cubierta coralina y diversidad de peces también son factores que incrementan el valor de la experiencia.
“El buceo comprende muchos elementos que la gente quiere ver, como un arrecife de coral saludable y las especies que proliferan alrededor”, dijo a SciDev.Net Michelle Cazabon, investigadora de la Universidad de West Indies y autora principal del estudio. “Si empezamos a perder elementos que conforman este paquete, también perderemos ingresos”, agregó.
Uno de los aportes del estudio, que fue publicado en el Journal of Environmental Management, es el hecho de mostrar una realidad en términos monetarios. “Pasa de ser un debate ‘ambiente vs. economía’ a otro sobre el reconocimiento del ambiente como algo con valor en dólares. La naturaleza ya no es un lujo sino algo que se puede medir con la misma métrica en dólares”, le dijo al mismo medio John Loomis, de la Universidad Estatal de Colorado.
Uno de los principales problemas tiene que ver con la legislación de los países latinoamericanos, pues hay 12 en el Caribe donde la explotación de las tortugas marinas es legal, mientras en otros prevalece la caza ilegal.
“Las tortugas son migratorias y durante su vida pasan de aguas protegidas a aguas donde es legal su explotación”, explicó Cazabon. “Esperamos que la región entera pueda beneficiarse de protegerlas”.