Y después de “Magia salvaje”, ¿alguien actuará?

Esta película podría impulsar acciones ciudadanas y políticas enfocadas en la protección ambiental del país. Al menos eso creen tres académicos.

Angélica María Cuevas Guarnizo
17 de septiembre de 2015 - 03:13 a. m.

 

En 2013, el éxito del documental Black Fish se convirtió a su vez en la pesadilla de los directivos de la empresa SeaWorld. La película, que denuncia los malos tratos recibidos por las ballenas orcas en cautiverio, separadas de sus manadas en Islandia para ser utilizadas en espectáculos acuáticos en Estados Unidos, representó una carga emocional tan fuerte en sus espectadores, que las visitas a los 11 parques temáticos se vinieron al piso.

Después de ver en pantalla los ataques de las ballenas estresadas e incluso los casos de entrenadores asesinados por animales, las acciones del parque acuático se desplomaron un 30% en seis meses y en diciembre de 2014 Jim Atchison, director de SeaWorld, presentó su renuncia después de que se conociera la disminución de 500.000 espectadores en tan sólo un año y las pérdidas millonarias relacionadas con la falta de reputación.

¿Pero podría una película como “Magia salvaje” producir movilizaciones ciudadanas o políticas enfocadas en la protección ambiental de Colombia?

Ayer, durante un cine foro convocado por la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes, tres investigadores hablaron sobre la película de vida natural que pretende romper todos los récords en taquilla. Andrés Link, investigador del Departamento de Ciencias Biológicas; Juan Camilo Cárdenas, de la Facultad de Economía, y Manuel Rodríguez, de la Facultad de Administración, participaron del evento que fue moderado por el editor dominical del El Espectador, Nelson Fredy Padilla.

Los expertos coincidieron en que esta pieza documental, sin precedentes en Colombia, contiene una carga emocional importante que hace que los espectadores (320 mil en su fin de semana de estreno) terminen asombrados al descubrir la riqueza natural del país, completamente invisible para la mayoría, y también un poco preocupados por las amenazas que recaen sobre ellas.

“Investigadores y organizaciones llevamos años mostrándole al mundo la riqueza natural de Colombia y denunciando cómo el deterioro de esa riqueza afecta la vida humana, pero esa información le cala a muy poquita gente, así que este documental, que espera ser difundido de forma masiva, es una oportunidad para medir el impacto de un mensaje. Ya vimos lo que ocurrió con Black Fish en EE. UU. Tendremos que esperar para ver cómo reaccionan los ciudadanos colombianos, los políticos, los empresarios”, dice el economista Juan Camilo Cárdenas.

Para Cárdenas, el afán por desarrollar modelos económicos de resultados cortoplacistas ha provocado que los campesinos y los empresarios colombianos vean el agua como un estorbo del que hay que deshacerse en lugar de verla como un potencial que debe aprovecharse. “Todos quieren drenar sabanas y lagunas para correr la cerca y meter más ganado o para sembrar arroz. Entonces nadie piensa en modelos sostenibles donde esa agua se aproveche. El ecoturismo puede generar muchas ganancias y ha funcionado en países como Namibia (África), donde por años explotaron diamantes”, dice.

En el mismo sentido, Manuel Rodríguez Becerra, exministro de Ambiente y profesor de la Facultad de Administración, cree que los modelos de desarrollo que ha elegido el país están yendo en contravía de su sostenibilidad ambiental.

“Estamos viviendo la destrucción ambiental más crítica que ha tenido Colombia en su historia. Mientras nos maravillamos con un documental como Magia salvaje, tenemos a un ministro de Ambiente que entrega licencias exprés para autorizar proyectos que terminarán afectando los recursos vitales, el 70% de los Parques Nacionales están deteriorados y la ganadería ha acabado con más de 20 millones de hectáreas de bosque en los últimos años, sólo por operar de manera desordenada”, dice Becerra.

El exministro cree que el poder visual que tiene Magia salvaje debería llevar a una reflexión personal en los ciudadanos que habitan las capitales colombianas. “Esa magia no se encuentra sólo en la selva, la diversidad de nuestros ecosistemas y sus beneficios pueden verse y sentirse a pocas cuadras de donde vivimos o trabajamos. El mensaje no puede ser otro que sólo protejamos los Parques Nacionales, tenemos el deber ético, como especie, de proteger nuestro hábitat”.

Para Andrés Link, esta pieza documental es supremamente valiosa, pues les permitirá a los espectadores maravillarse con animales con los que compartimos territorio y que dependen de ecosistemas que muchos conocemos.

“Soy de una generación que creció impresionándose con los documentales sobre leones o elefantes africanos y para la mayoría de colombianos es rarísimo ver de cerca la riqueza natural que les pertenece. No la conocen. Lo importante de Magia salvaje invita a que la gente comprenda que cuidar la naturaleza no es estar a favor de la conservación de especies emblemáticas o carismáticas, como el oso panda o el jaguar, porque centrarnos en el cuidado de una especie es un esfuerzo insuficiente. El mensaje tiene que ser la protección de los ecosistemas, que soportan la vida de los animales y la nuestra”, dice Link.

Por Angélica María Cuevas Guarnizo

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