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El lubricante del motor es un componente esencial en el funcionamiento de cualquier carro, ya que se encarga de reducir la fricción entre las piezas móviles, controlar la temperatura y mantener limpio el sistema interno. Sin embargo, no todos los aceites responden de la misma manera a las exigencias mecánicas, y es allí donde surge la principal disyuntiva entre los conductores: elegir entre un aceite mineral o uno sintético.
Jesús Cano, líder técnico regional de Castrol, explica que la diferencia está en la composición y el proceso de fabricación. “Mientras que el aceite mineral es menos refinado y ofrece niveles más bajos de protección, rendimiento y economía de combustible, el aceite sintético se produce a partir de bases de mayor calidad y refinamiento, lo que se traduce en una mejor protección del motor, mayor eficiencia y un desempeño más uniforme”, puntualiza.
Según Cano, el aceite sintético cuenta con ventajas significativas frente al mineral. Su fórmula avanzada proporciona una defensa superior contra el desgaste, estabilidad térmica en condiciones exigentes y resistencia a la oxidación, factores que aseguran un rendimiento más consistente a lo largo del tiempo. Sin embargo, el especialista aclara que el aceite mineral sigue teniendo un espacio de uso, particularmente en motores antiguos o en aquellos diseñados originalmente para este tipo de lubricantes, donde puede cumplir su función sin generar gastos adicionales.
¿Cuál aceite contribuye más a prolongar la vida útil del motor?
Uno de los aspectos que más preocupa a los conductores al momento de elegir un lubricante es el impacto que este puede tener en la durabilidad del motor. Según explica Cano, el aceite sintético ofrece mayores beneficios en este sentido, ya que está formulado para mantener un desempeño óptimo incluso en condiciones de uso extremo.
El aceite sintético, gracias a su proceso de refinamiento y a la inclusión de aditivos avanzados, conserva una mayor estabilidad frente a la temperatura y la oxidación. Esto significa que es menos propenso a degradarse rápidamente, manteniendo sus propiedades lubricantes por más tiempo y reduciendo la fricción entre las piezas móviles. Como resultado, se disminuye el desgaste prematuro de componentes internos como pistones, anillos y cojinetes.
Otro punto relevante es la limpieza. Los aceites sintéticos suelen incluir detergentes y dispersantes que previenen la formación de depósitos y lodos en el motor. Al mantener las superficies internas libres de residuos, se asegura un flujo constante de lubricante y se evitan obstrucciones que puedan comprometer el rendimiento o causar daños a largo plazo.
Si bien el aceite mineral puede cumplir con los requerimientos básicos de lubricación, su menor resistencia a la oxidación y a las altas temperaturas hace que se degrade con mayor rapidez. Esto no solo exige cambios más frecuentes, sino que también puede traducirse en una menor capacidad para proteger el motor en condiciones exigentes, lo que incide directamente en su vida útil.
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Factores clave para elegir entre aceite mineral y sintético
La decisión sobre qué tipo de aceite utilizar no debe tomarse a la ligera, pues de ella dependen tanto el rendimiento como la protección del motor. Cano señala que, antes de optar por un lubricante mineral o sintético, es necesario que el conductor considere factores como el tipo y la edad del motor, las condiciones habituales de conducción y, sobre todo, las recomendaciones específicas del fabricante del vehículo.
Para el experto, los motores más modernos suelen estar diseñados para trabajar con aceites sintéticos, ya que requieren mayor estabilidad térmica y un desempeño constante en condiciones de tráfico urbano o de altas exigencias en carretera. En contraste, los motores antiguos pueden funcionar de manera adecuada con aceites minerales, que cumplen con los niveles de lubricación necesarios sin representar un gasto elevado.
Otro aspecto relevante es el entorno en el que circula el vehículo. “Un carro que opera principalmente en ciudades con tráfico intenso y temperaturas variables se beneficia más de un aceite sintético, que mantiene la viscosidad y la protección bajo condiciones extremas”, explica Cano. En cambio, para vehículos con recorridos cortos, menor exigencia o de uso ocasional, un aceite mineral puede ser suficiente.
Respecto a la transición de un aceite mineral a uno sintético en motores antiguos, Cano recomienda hacerlo con cautela. Si bien en la mayoría de los casos no debería representar inconvenientes mayores, es importante respetar las indicaciones del fabricante y realizar el cambio de manera progresiva. Esto permite al motor adaptarse a la nueva composición y reduce el riesgo de fugas o alteraciones en su funcionamiento.
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