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¿Cómo influye el motor del carro en el consumo de gasolina?

Su diseño, tamaño, nivel tecnológico y estado de mantenimiento inciden directamente en la eficiencia con la que se transforma el combustible en energía para impulsar el carro.

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David Vásquez Herrera
09 de agosto de 2025 - 06:00 p. m.
Algunos motores están equipados con turbocargadores, un sistema que incrementa la potencia del vehículo, pero que puede generar un mayor consumo de combustible.
Algunos motores están equipados con turbocargadores, un sistema que incrementa la potencia del vehículo, pero que puede generar un mayor consumo de combustible.
Foto: Hyundai
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El motor es uno de los componentes más determinantes en el comportamiento de un vehículo, no solo por su papel en el desempeño general, sino también por la forma en que influye en el consumo de combustible. Su diseño, tamaño, nivel tecnológico y estado de mantenimiento inciden directamente en la eficiencia con la que se transforma el combustible en energía para impulsar el carro. Si bien muchos conductores atribuyen el gasto de gasolina únicamente al estilo de conducción, lo cierto es que las características mecánicas del motor son un factor clave en este aspecto.

Carlos Badillo, asesor experto de la marca Renault, explica que el tipo de motorización que tenga un vehículo influye directamente en la forma en que se consume el combustible. Existen motores a gasolina, diésel, híbridos y eléctricos, cada uno con requerimientos energéticos distintos. En el caso de los eléctricos, por ejemplo, el “combustible” es la electricidad, lo que cambia completamente la forma de medir el consumo.

Badillo también destaca que algunos motores están equipados con turbocargadores, un sistema que incrementa la potencia del vehículo, pero que puede generar un mayor consumo de combustible, especialmente cuando se requiere un desempeño más exigente. Otro elemento relevante es el número de válvulas que compone el motor. Este detalle técnico no solo incide en la potencia y el dinamismo, sino también en la cantidad de energía necesaria para su funcionamiento: a mayor potencia, mayor consumo.

La cilindrada es otro factor fundamental. En los motores térmicos —es decir, aquellos que funcionan con gasolina o diésel—, el volumen del motor (1.0, 1.2, 1.6, 2.0, etc.) determina el espacio que se debe llenar con mezcla de aire y combustible. Por esta razón, un motor más grande exigirá una mayor cantidad de gasolina para operar.

Sin embargo, Badillo aclara que no se puede establecer una regla única basada solo en la cilindrada. “Es posible que un motor 2.0 de una marca consuma lo mismo que un 1.6 de otra, porque el rendimiento depende de muchos factores adicionales”, señala el experto. Entre ellos se encuentran las tecnologías incorporadas, el sistema de admisión y si el motor está o no turbocargado. En este punto, agrega que no es lo mismo el consumo de un motor 1.0 aspirado que el de un 1.0 con turbo, ya que este último, aunque más eficiente en términos de potencia, tiende a consumir más combustible.

Tipo de combustible y sistema de alimentación

Además de las características técnicas del motor, el tipo de combustible utilizado también tiene un impacto directo en el rendimiento del vehículo. Así lo explica Badillo de Renault, quien destaca que no es lo mismo abastecer el carro con gasolina corriente que con gasolina extra. “La diferencia radica en el nivel de octanaje: la gasolina extra, al tener un octanaje más alto, permite una mejor combustión y puede traducirse en un menor esfuerzo para el motor”.

Según Badillo, el uso de gasolina extra puede generar una ligera mejora en el consumo de combustible, ya que el motor trabaja de manera más eficiente y no necesita forzarse tanto para entregar potencia. Sin embargo, el experto aclara que esta ventaja debe analizarse cuidadosamente desde una perspectiva económica, ya que el costo más elevado del combustible premium no siempre se ve compensado por la reducción en el gasto.

Otro aspecto relevante es el sistema de alimentación del motor. Badillo señala que este componente determina la forma en que se administra el combustible dentro del proceso de combustión, y puede marcar una diferencia significativa en el consumo. “Existen sistemas más antiguos, como el carburador, y otros más modernos, como la inyección electrónica. Aunque ambos pueden estar presentes en motores de baja cilindrada, como los 1.0 o 1.2 litros, su eficiencia es distinta”, subraya.

La inyección electrónica, al ser gestionada por un sistema computarizado, regula con mayor precisión la cantidad de combustible que ingresa al motor, evitando desperdicios y favoreciendo una combustión más limpia y eficiente. En cambio, el carburador funciona mediante un mecanismo más mecánico y menos preciso, lo que puede llevar a un suministro excesivo o deficiente de combustible, afectando el rendimiento y elevando el consumo.

“En los sistemas con carburador, esa dosificación se hace de forma más empírica, por lo que no siempre es exacta. Parte del combustible puede perderse antes de entrar en combustión, lo que se traduce en un mayor gasto”, explica Badillo.

Cómo elegir un vehículo equilibrando potencia, rendimiento y ahorro

Seleccionar un carro que combine de forma adecuada potencia, rendimiento y eficiencia en el consumo de combustible es un reto que requiere considerar varios aspectos personales y técnicos. Según Badillo, no existe una fórmula universal, ya que la elección depende en gran medida de las prioridades y necesidades de cada conductor.

El punto de partida es definir cuál de estos factores es el más importante para la persona:

  • Potencia: asociada a un mejor desempeño en aceleración y respuesta, pero generalmente acompañada de un mayor consumo de combustible.
  • Ahorro: implica un menor gasto en gasolina, pero en muchos casos con una reducción de potencia y, en ciertos escenarios del rendimiento.
  • Rendimiento: entendido como la capacidad de mantener un balance entre consumo y desempeño, aunque encontrar el punto óptimo puede implicar ceder parcialmente en potencia o en ahorro.

Para facilitar la decisión, Badillo recomienda considerar lo siguiente:

  • Definir el uso principal del vehículo: no es lo mismo un carro para recorridos urbanos diarios que uno pensado para viajes frecuentes por carretera o terrenos exigentes.
  • Evaluar la relación entre motor y consumo: un motor más potente ofrece mejor respuesta, pero demandará más combustible; en cambio, uno de menor cilindrada es más económico en consumo, aunque con menor fuerza en ciertas condiciones.
  • Considerar el tipo de tecnología disponible: opciones como motores turbo de baja cilindrada o sistemas híbridos pueden ofrecer un equilibrio entre potencia y eficiencia.
  • Revisar los costos a largo plazo: además del consumo, tener en cuenta el mantenimiento, los impuestos y el seguro, que también pueden variar según la potencia y la cilindrada.
  • Probar antes de decidir: un test drive permite evaluar en la práctica si el vehículo cumple con las expectativas en aceleración, respuesta, suavidad y consumo.

En conclusión, lograr un equilibrio entre potencia, rendimiento y ahorro requiere un análisis honesto de las prioridades del conductor. “Si se busca potencia y rendimiento, el consumo será mayor; si se prioriza el ahorro, habrá que sacrificar potencia y posiblemente algo de rendimiento”, concluye Badillo.

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David Vásquez Herrera

Por David Vásquez Herrera

Periodista de la Universidad Uniminuto, con diplomado en comunicación estratégica para las organizaciones.@davas_fcdvasquez@elespectador.com

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