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Baterías de litio y redes viejas: la chispa de los incendios en Bogotá

Solo en 2024, Bogotá registró 890 incendios estructurales, con lo cual se consolidó una reducción del 4 % respecto a 2023. Sin embargo, la cifra de conflagraciones continúa siendo alta para los expertos. Factores de riesgo como las baterías de litio y falencias en la normativa actual inciden en cifras.

Miguel Ángel Vivas Tróchez

03 de septiembre de 2025 - 06:00 p. m.
Imagen de referencia
Foto: Bomberos Bogotá
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Pocas ciudades en el país se dan el lujo de tener un cuerpo de bomberos oficiales como el de Bogotá. Con 623 efectivos profesionalizados y disponibles para actuar en casi cualquier punto de la urbe, este cuerpo de emergencias ha demostrado su pericia y efectividad en sucesos de alta adversidad como los incendios forestales de 2024, pero, ante todo, en la creciente vorágine de conflagraciones estructurales que se presentan en inmuebles de distinta índole.

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No en vano, mientras luchaban contra el agresivo avance las llamas en los cerros orientales el año pasado, los mata incendios de la capital debieron atender otros 890 incendios de índole estructural. Además, si se tiene en cuenta que los heridos en estos episodios no superaron la docena, resulta todavía más loable la intervención de los bomberos.

De todos modos, a pesar de lo valeroso de la entidad y de que los eventos se hayan reducido en un 4 % respecto a las cifras de 2023, cuando hubo 900 incendios estructurales, expertos en la materia advierten que el sostenimiento de estas cifras podría exceder la capacidad de los héroes vestidos de ocre y franjas amarillas. Según el último reporte de incendios estructurales presentado por Anraci, el gremio de protección contra incendios, en lo que va del 2025, 402 incendios estructurales han sido atendidos por el Cuerpo Oficial de Bomberos.

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La cifra, es de hecho menor que la oficial, pues Bomberos de Bogotá ha contabilizado 551 incendios a la fecha. Incluso, de mantenerse esta tendencia, la ciudad podría rozar de nuevo la cifra de los 900 incendios y, en el peor de los escenarios, superarla. Sobre todo ahora que se avecinan las fiestas de fin de año.

Históricamente, el segundo semestre del año es más peligroso, y diciembre, con su brillo festivo, es también el mes más oscuro en términos de emergencias. El gremio proyecta entre 100 y 150 incendios estructurales solo en ese mes. ¿La razón? El comportamiento humano: luces navideñas que saturan los circuitos, cocinas encendidas por largas horas, veladoras olvidadas, sin contar el uso, muchas veces irresponsable, de artefactos pirotécnicos.

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Aunado a estos factores de riesgo, el gremio lanzó una alerta respecto a nuevas realidades de los hogares y los inmuebles bogotanos que podrían estar presionando las cifras de eventos con fuego en infraestructuras de la ciudad.

La evidencia reunida a partir de estas incidencias impulsó la participación de Anraci en la Fire Expo Latam 2025, que se realizará del 30 de septiembre al 2 de octubre en Medellín. Allí, expertos, autoridades y ciudadanos se reunirán para construir soluciones para esta creciente problemática que, aunque silenciosa, podría conllevar grandes consecuencias y retos logísticos para la ciudadanía y los tomadores de decisiones. Exploramos con el gremio y otros expertos, las posibles causas detrás de este aluvión de incendios y las herramientas disponibles para hacerle frente.

Baterías de litio, una nueva realidad

Antes de explorar los efectos que podrían estar empujando la tendencia, el Ingeniero Alex Rodríguez Aparicio, presidente de Anraci, aclara que en una ciudad en constante crecimiento, como Bogotá, es natural que la cifra de emergencias por incendios en estructuras aumente con el tiempo. No obstante dicha realidad, lo exponencial de las cifras para la capital del país tiene tras de sí más factores de incidencia.

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En primer lugar, el experto pone su mirada en las baterías de litio, dispositivos de energía recargable que abundan en los hogares bogotanos y del país. Computadores, celulares, tabletas electrónicas, altavoces inteligentes y hasta vehículos eléctricos de micromovilidad (patinetas, bicicletas eléctricas, etc.) llevan en su interior baterías de este tipo.

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Si bien, esta fuente de energía ha probado ser eficiente y de fácil uso para este tipo de funciones, Rodríguez Aparicio advierte que en escenarios de mal uso pueden ser objetos catalizadores de incendios. “Son parte de la vida diaria y pueden desencadenar incendios, sobre todo en edificaciones. Muchas veces ignoramos señales de alerta como baterías infladas o dispositivos recalentados, lo que aumenta el riesgo. También influye el uso de cargadores no originales o instalaciones eléctricas inadecuadas”, explica el experto.

Cuando este tipo de baterías colapsa, pueden generar fugas térmicas, derrame de líquidos inflamables, e incluso explosiones —dado que almacenan una gran cantidad de energía en un espacio reducido— y estos episodios, a su vez, pueden desatar una reacción en cadena que termine en una conflagración.

Cristián Boyero* (cambiamos su nombre por solicitud), bombero con ocho años de experiencia, menciona que ha atendido una buena cantidad de incidentes pequeños relacionados con explosiones de baterías de celulares. “Las dejan cargando por más tiempo del ideal encima de camas o mesas de madera, entonces si explotan o hay fuga térmica, el fuego se propaga más fácil. Por fortuna, al menos los que he tenido la oportunidad de atender, no han trascendido de las casas y se han podido mitigar fácilmente”, acota.

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Sin embargo, menciona el bombero, en su retina hay sucesos más complejos que han requerido intervenciones de consideración y, en dos de ellos, el factor desencadenante fueron baterías de vehículos eléctricos. “En 2023 atendimos una emergencia en el garaje de una casa. La batería de una moto eléctrica se explotó y provocó un incendio que se expandió a la casa vecina. Había un riesgo mayor porque en el mismo garaje había una camioneta parqueada, y en el vecino dos motos de combustible. Aunque hubo daños materiales, pudimos intervenir a tiempo”, recuerda el bombero.

Para el experto de Anarci, las conexiones eléctricas de varios inmuebles no están preparadas para cargar este tipo de vehículos de movilidad sostenible, por lo cual, tanto en casas como propiedades horizontales, se debería optar por instalaciones especializadas para este fin. “El aumento de puntos de carga puede sobrecargar las redes eléctricas si no están preparadas. Además, un incendio con varios vehículos eléctricos puede comprometer la estructura misma del edificio. La recomendación es revisar sistemas eléctricos y prever planes de acción, pues las baterías de litio son muy difíciles de extinguir”.

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Problemas con las conexiones

En paralelo a la problemática de las baterías, hay un viejo enemigo de los bomberos que termina por ser el principal protagonista de los incendios estructurales: los cortos circuitos por conexiones eléctricas en mal estado. Al menos el 70 % de las emergencias por incendios estructurales están relacionadas con este factor. Detrás de emergencias como la del incendio estructural en Los Laches, el 8 de julio, que afectó dos predios y dejó 11 familias damnificadas (34 personas); o la conflagración estructural en una bodega de reciclaje en Kennedy, barrio El Vergel, la chispa producida por un fallo en conexión eléctrica apuntó como la causa más posible.

La problemática se acentúa aún más en asentamientos residenciales informales, en donde las conexiones eléctricas suelen ser clandestinas y, por consiguiente, carecen de la mayoría de normas de seguridad. Otro riesgo asociado a las conexiones eléctricas son las edificaciones antiguas y sus conexiones arcaicas, las cuales no están diseñadas para el voltaje que manejan algunos artefactos electrónicos modernos. En una ciudad en donde los puntos de densificación suelen tener viviendas con más de 50 años de antigüedad, y en los que, además, hay una fuerte actividad comercial de objetos inflamables, el riesgo de una emergencia sin precedentes es latente.

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“Zonas como San Victorino y San Andresitos concentran bodegas en edificaciones antiguas, con materiales altamente inflamables y sin sistemas adecuados de protección. Un incendio allí podría propagarse rápidamente y superar la capacidad de respuesta inicial”, complementa.

Respecto a la capacidad de respuesta, en una ciudad como Bogotá, que posee un cuerpo de bomberos profesionales, hay un mayor rango de adaptabilidad y reacción. Sin embargo, el hecho de que los incendios estructurales continúen aumentando, o que un incendio de gran envergadura en las zonas de riesgo se desate, podría llevar al límite estas aptitudes. Por ende, la recomendación del gremio es a continuar ampliando la inversión en el cuerpo de bomberos y, sobre todo, actualizar la normativa actual contra incendios en el país, la cual, en opinión del experto, se ha quedado obsoleta.

Las cifras están sobre la mesa y ahora, que los índices parecen bajo control, es el momento oportuno para abordar las causas y reducir, todavía más, las cifras de incendios estructurales en Bogotá.

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Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.

Por Miguel Ángel Vivas Tróchez

Periodista egresado de la Universidad Externado de Colombia interesado en Economía, política y coyuntura internacional.juvenalurbino97 mvivas@elespectador.com
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