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Alarma por consumo de Crystal Meth, una droga más adictiva que la heroína

La nueva sustancia es éxtasis puro, metanfetamina altamente consumida en estratos 5 y 6.

Paula Castillo Lenis
01 de octubre de 2009 - 03:39 p. m.

Las drogas sintéticas cada vez más se entrometen en el contexto nacional. Sustancias psicoactivas como el éxtasis toman fuerza en el mercado negro y se comercializan frecuentemente en población juvenil, entre los 15 y 25 años. En lo corrido de 2009, una nueva droga conocida como Crystal Meth se vende en grandes cantidades en los estratos 5 y 6, tal vez los únicos que pueden pagar 70 mil pesos para su consumo.

Crystal Meth es una poderosa metanfetamina que ha logrado abrirse paso en el mercado por su similitud con el éxtasis. Esta droga es una sustancia estimulante muy adictiva que tiene efectos irreversibles en el sistema nervioso. Igualmente, causa aceleración en el pulso cardiaco, incrementa la temperatura corporal y genera insomnio que puede durar hasta 2 semanas.

Lo más preocupante es que su consumo tiene un alto grado de adicción, incluso peor que el de la heroína. Al principio son imperceptibles las graves consecuencias para la salud, tanto así, que quien la ingiere habitualmente siente que controla la situación, pero al cabo de un tiempo la crisis esquizofrénica se sale de las manos.

Generalmente se comercializa en bares y discotecas de música electrónica, pues sus efectos que duran hasta ocho horas permiten que quien la consume logre bailar toda la noche sin sentir cansancio.

La curiosidad de la nueva generación hace que se pase por alto las contraindicaciones que el consumo de Crystal Meth conlleva, y pesan más los trastornos cómo: la distorsión visual, pérdida de percepción del tiempo, la sensibilidad y la identidad. Las secuelas degenerativas son aceleradas y pueden producir la caída de los dientes y deterioro de la piel.

Se vende en pequeños sobrecitos transparentes. Su aspecto polvoriento y cristalino resulta muy parecido a la cocaína o a la ketamina, otra droga sintética conocida como ‘Special K’.

La concejal de Bogotá Patricia Mosquera, fue la primera en alertar de su consumo,  y dijo que lo más preocupante es rastrear su tráfico, pues el camino desde el productor hasta el consumidor final no tiene mayores intermediarios y se puede fabricar en laboratorios clandestinos y en cualquier lugar de la ciudad.

La fuerza pública no las enfrenta con todo el peso de la ley porque aún no están posicionadas como la marihuana o la cocaína. El gran monstruo en la producción de estas sustancias es el continente europeo, países como Holanda, Inglaterra y España son los pioneros en exportar los alucinógenos a naciones de Sur América que aún no han establecido tareas de inspección.

Otras drogas sintéticas
 
El Crystal Meth no es la única droga que toma fuerza, la ketamina, el popper y el LSD son bien conocidas por los jóvenes. Estos alucinógenos en principio no se conocían por el efecto contraproducente y perturbador que genera al estado físico y mental de quienes la ingieren, hoy en día la juventud la utiliza para tergiversar por completo el fin original de esas sustancias.

La ketamina es una droga que utilizan los veterinarios como anestésico y tranquilizante para animales, su efecto es tan poderoso que se usan cantidades mínimas, cuatro miligramos por un peso de 90 kilos.

Juan Camilo Tobón es un estudiante universitario que cuenta su experiencia con esta droga, afirma que el efecto dura de 1 a 2 horas. “Siento mucho calor, levito, los colores se ven muy brillantes, cuando cierro los ojos alucino, me vuelvo importaculista”.

El anestésico es una pasta compacta que necesita calentarse a fuego alto para que se vuelva un  polvo, parecido a la cocaína, se puede inhalar o fumar.

El popper inicialmente se usaba para limpiar las partes de adentro de computadores y televisores. En la época de los setenta y principios de los ochenta la comunidad gay lo utilizaba como dilatador anal.

Hoy en día el “boxer” de los ricos, como se ha empezado a denominar por la sociedad, se inhala con frecuencia en las rumbas electrónicas.

Los expendedores no tienen restricción alguna para vender el popper, pues los sex shop suministran esta sustancia al conocer de antemano que uno de los efectos del alucinógeno es el aumento en la actividad sexual.

La presentación del popper es en un frasco de vidrio oscuro pequeño; el líquido tiene un olor tan fuerte que al ser inhalado entra en contacto con el sistema nervioso central y produce extrema relajación.

El potente vasodilatador tiene un efecto muy corto, 10 a 20 segundos dura el trance, esto hace que se consuma con mayor frecuencia causando en el momento dependencia psicológica y a largo plazo daños físicos al afectar el cerebro y aumentar la frecuencia cardiaca.

La época de los setenta estuvo marcada por la marihuana, los noventa por la cocaína y la heroína. Este milenio se ha caracterizado por el consumo de las drogas químicas dejando grandes dividendos para sus expendedores.

Por Paula Castillo Lenis

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