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Cambios en Doña Juana

El jueves, a las 12 de la noche, terminó la operación de la empresa Proactiva.

Laura Ardila Arrieta
08 de octubre de 2009 - 09:43 p. m.

Luego de nueve años, un contrato por cerca de $200 mil millones, cuatro prórrogas y 18 millones de toneladas de basuras recogidas, el jueves a las 12 de la noche llegó a su fin la operación del relleno sanitario Doña Juana por parte de la multinacional Proactiva. A esa misma hora asumió las riendas de la planta la empresa distrital Aguas de Bogotá, que trabajará la disposición final de los residuos sólidos de los bogotanos durante seis meses, mientras la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos (Uaesp) termina de estructurar el proceso de licitación para adjudicar el multimillonario negocio a otro operador.

Aunque aparentemente atrás quedó el escándalo de las supuestas irregularidades en el trámite de la licitación y todo marcha sobre ruedas en el relleno, la inesperada aparición en escena de Aguas de Bogotá —que se queda con la operación gracias a un convenio interadministrativo con la Uaesp— genera preocupación si se tiene en cuenta que se trata de una compañía que no cuenta con experiencia en el manejo de rellenos sanitarios.

Diariamente, en Doña Juana se disponen seis mil toneladas de basuras en novecientos camiones recolectores las 24 horas. Por un día que el relleno deje de funcionar se tendría que declarar la emergencia sanitaria en la ciudad. Así las cosas, resultaría apenas normal prever que el reto que le espera al nuevo recolector no será nada fácil y que, incluso, podría terminar afectando a la capital entera.

Asimismo, El Espectador pudo advertir que hay dudas respecto a la capacidad del relleno. Según Proactiva, la zona VIII, en la que actualmente se hace la disposición de los residuos, podrá ser utilizada hasta por seis meses por Aguas de Bogotá. La pregunta entonces es: ¿dónde trabajaría la basura la empresa que gane la licitación?

Al respecto, la directora general de la Uaesp, Miriam Martínez, se declaró “tranquila”, pues según los cálculos de esa entidad la vida útil de la zona VIII es de entre cinco y ocho meses, y Aguas de Bogotá está obligada a garantizar más espacio adecuado para el operador que llegue en seis meses.

En cuanto a los cuestionamientos por la falta de experiencia de Aguas de Bogotá, Martínez dijo que se le exigió a esta empresa distrital “contratar al mejor equipo técnico y operativo” para el buen funcionamiento de Doña Juana.

Por Laura Ardila Arrieta

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