No es un secreto que la relación entre ciclistas y conductores de vehículos ha sido difícil desde que se empezó a estimular el uso de la bicicleta en el contexto urbano. Para adaptar un nuevo actor vial a la difícil movilidad capitalina se cambiaron normas y aspectos de la infraestructura, pero eso ha sido insuficiente para lograr la armonía. Hoy, con el nuevo orden que se vive en el mundo por la pandemia, ese conflicto se ahondó en ciudades que, como Bogotá, adecuaron varios corredores para vehículos como vías exclusivas para bicis.
Por Felipe García Altamar
Bogotano. Periodista de Uninpahu. Vinculado a El Espectador desde 2014. fgarcia@elespectador.com