Cundinamarca tiene la tasa de homicidios más baja en 43 años

Con 390 casos en 2018, hubo una disminución cercana al 11 % en comparación con 2017. En lo corrido de 2019, hasta febrero, la tendencia se mantiene, con una reducción del 20 %.

Manuela Valencia Gómez (mvalencia@elespectador.com)
15 de marzo de 2019 - 03:00 a. m.
Archivo El Espectador
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En materia de homicidios, se podría decir que Cundinamarca es uno de los departamentos con mejores indicadores, al contar con una tasa de homicidios diez puntos por debajo del promedio nacional. Mientras en 2018 en Colombia fue de 24 personas por cada 100.000 habitantes, en el departamento fue 14, siendo la más baja en 43 años. El dato, que hoy celebra la administración departamental, no parece producto del azar. Según la Gobernación, hace parte de una estrategia de años.

Las datos son dicientes. De acuerdo al observatorio de la Policía, mientras en 2013 se registraron 515 asesinatos, en 2018 fueron 390, representando una disminución del 25 %. Al analizar las cifras de lo corrido de 2019 (con corte al 28 de febrero), la tendencia se mantiene. Mientras en los dos primeros meses de 2018 se registraron setenta homicidios, en este fueron 56; es decir, 20 % menos.

Como dato particular, y que explicaría un poco el panorama, de los 116 municipios que conforman el territorio (sin contar a Bogotá) solo 13 superan la tasa nacional de homicidios, siendo los más preocupantes Nariño (88,9), Bituima (80,6), Cabrera (67,7) y El Peñón (62,8).

Los otros 103 están por debajo e incluso se encuentra un hecho significativo: hay 27 que cumplen años sin asesinatos. Los más representativos son Gama, que lleva 12 años sin homicidios; Fúquene, diez; Gachalá y Guataquí, ocho; Fosca y Manta, siete; Jerusalén, seis, y en Carmen de Carupa y Zipacón, cinco.

Capítulo aparte merece el municipio de Soacha, que influye en las estadísticas de Cundinamarca, pues pese a concentrar alrededor de 600.000 habitantes, casi la cuarta parte de la población del departamento, allí se registran casi la mitad de los hechos delictivos. Esto, según algunos expertos, ocurre por su dinámica urbana y sus conflictos (debido a su cercanía con Bogotá), que contrasta con municipios que tienen una vocación más rural.

No obstante, al revisar las cifras del municipio hay resultados notables en los últimos cinco años: pasó de 228 asesinatos en 2013 a 153 en 2018, lo que representa una reducción del 33 %. Curiosamente, al hacer el análisis según la tasa por cada 100.000 habitantes, se encuentra que no es la más violenta, pues ocupa el décimo puesto (ver gráfico).

Las estrategias

Según Andrés Nieto, coordinador del Observatorio de Seguridad de Cundinamarca, todos estos resultados responden al trabajo articulado con la Fuerza Pública, a la creación de 57 estrategias y campañas de prevención de delitos de alto impacto, así como acciones contra el consumo de sustancias psicoactivas, uno de los factores de riesgo para que se presenten homicidios.

El argumento para trabajar en este último punto obedece, según Nieto, a que de acuerdo con una investigación del observatorio con la Policía y la Fiscalía, la combinación del consumo de bebidas embriagantes y los conflictos de convivencia aumentan las posibilidades de que ocurra un crimen. “Según el análisis, en el 51,4 % de los asesinatos en la región, el delincuente consumió alcohol en las seis horas previas al crimen”.

Para controlar esta situación, resalta Nieto, las autoridades adelantan planes de choque, con la inmersión en hogares y veredas; el rol del Ejército, no solo para actividades bélicas sino de interacción con la comunidad para mejorar la percepción ciudadana, y el trabajo de la Fiscalía. “El ente acusador en el departamento tiene hoy el estándar de esclarecimiento de hechos más alto del país. Estamos hablando de que el 57 % de los procesos en Cundinamarca tiene alguna condena”, precisó.

A esto se suma, según él, que se “cuenta con el observatorio de seguridad y convivencia más completo del país, donde realizan mesas de trabajo con la Policía, Fiscalía y Medicina Legal, no solo para hacer seguimiento a los casos sino analizar qué pasó en los últimos diez años y poder referenciar cómo se mueven la violencia y los delitos, para crear planes de prevención”.

No obstante, no todo se concentra en políticas de gobierno. Al menos, así lo destaca Ernesto Ortiz, alcalde de Gama, municipio con 3.400 personas, donde cumplen 12 años sin homicidios. “La sensibilización y la unión de los habitantes ha sido un pilar fundamental para mitigar este flagelo, al punto de erradicarlo, como ha sucedido hasta ahora. El último homicidio fue el de una mujer que murió tras haber recibido 36 puñaladas. Fue tanta la conmoción y tristeza del pueblo, que sirvió para que se unieran más a trabajar por una región pacífica”.

Mientras se siguen dando los resultados, las cifras disminuyendo y los municipios ejemplares aumentando, el reto ahora será mantener la tendencia para consolidar la seguridad en Cundinamarca.

Por Manuela Valencia Gómez (mvalencia@elespectador.com)

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