El 2 de febrero de 1970 se firmó la Convención Internacional sobre los Humedales en la ciudad iraní de Ramsar. Desde entonces la fecha se conmemora como un emblema y un recordatorio de la importancia del cuidado y la recuperación de estos ecosistemas, máxime en tiempos de cambio climático y crisis del suministro hídrico.
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Según Naciones Unidas, pese a que los humedales solo cubren el 6 % de la superficie del planeta, se estima que son hábitat del 40 % de especies de plantas y animales. Dada su importancia, su salud redunda en el bienestar del cúmulo de comunidades asentadas en sus cercanías. Hoy más de 1.000 millones de personas residen en zonas donde el papel de los humedales resulta esencial para su supervivencia.
“En Colombia, uno de los países más biodiversos del mundo, tenemos cerca de 31.072 humedales: arrecifes, estuarios, manglares, marismas, ciénagas, meandros, lagunas, chucuas y pantanos. Algunos, ubicados cerca de las costas y otros en zonas ribereñas o en las altas montañas”, informa el Jardín Botánico de Bogotá. Se estima que alrededor del 87 % de la población del país habita en zonas de humedal o cerca. Por desgracia, este patrimonio está cada vez más amenazado por el uso irresponsable de los recursos naturales y del poco cuidado como nación. La contaminación del agua, el uso del suelo para fines industriales o inmobiliarios y actividades agropecuarias son algunas amenazas.
Humedales en Bogotá
La relación de Bogotá con el agua y los humedales viene desde antes de que el territorio se convirtiera en una ciudad. Del gran lago que era la sabana de Bogotá, hace miles de años, hoy quedan los humedales; testimonio del pasado y mirada a futuro para asegurar el bienestar de personas, animales y plantas.
Dice la Fundación Humedales Bogotá que, a principios del siglo XX, el área ocupada por lagos y humedales en la ciudad sumaba 50.000 hectáreas, de las cuales hoy, según la Secretaría de Ambiente, solo quedan 901, declaradas Parques Ecológicos Distritales de Humedal. Es decir que, en poco más de un siglo, más del 97 % de esta riqueza se esfumó.
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Amenazas
Desde abril del año pasado la ciudad adoptó el racionamiento de agua, debido al bajón que sufrieron los principales embalses, por cuenta de una extensa sequía, que se sumó a una adminsitración que no previó el crecimiento de la ciudad y su sistema de abastecimiento.
En esa coyuntura, la defensa de los humedales resulta imperante, pues entre sus funciones está mitigar las islas de calor que producen estos fenómenos y capturar gases efecto invernadero, que contribuyen al calentamiento global. Este papel se ve afectado por la expansión urbanística que año a año, además de restarles espacio, propicia uno deuda histórica con estos ecosistemas: las conexiones erradas en los sistemas de alcantarillado.
Este fenómeno se presenta hace años en humedales como Córdoba, Jaboque y Juan Amarillo, entre otros, precisamente por la expansión de la frontera urbanística: las viviendas o complejos habitacionales, que se han construido en torno a los humedales, han generado que las aguas negras (que deberían fluir por un sistema hacia las PTAR) desemboquen en los humedales, generando alarmantes cifras de contaminación y, por ende, riesgos para aves, anfibios, reptiles, mamíferos y flora.
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Para enfrentar estas problemáticas, la Secretaría de Ambiente revela: “Estamos avanzando en la identificación de vertimientos ilegales, la restauración ecológica de áreas impactadas y la implementación de estrategias de ordenamiento que garanticen la integridad de los humedales frente al crecimiento urbano. Nuestra meta es que los humedales sean espacios protegidos y valorados no solo como ecosistemas esenciales, sino como escenarios de integración social y ambiental para los bogotanos”.
Humedales Ramsar
Bogotá tiene 11 humedales con calificación Ramsar (por su importancia mundial) dada la función que desempeñan en el ciclo hidrológico, la presencia de especies amenazadas o que resulten importantes para mantener la diversidad ecológica. Los humedales con esta certificación son Conejera, Córdoba, El Burro, Jaboque, Juan Amarillo, La Vaca, Santa María del Lago, Tibanica, Torca-Guaymaral y Tunjo. Este año se espera que los humedales Techo, Meandro del Say, Salitre, Chiguasaque-La Isla, La Vaca (sur), Tingua Azul e Hyntiba-El Escritorio obtengan la misma calificación, señala el Distrito.
Para lograr este objetivo y favorecer la conservación es necesario avanzar en la revisión de los criterios y lineamientos de la Convención de Ramsar y en la implementación de los Planes de Manejo Ambiental, “además de continuar con el proceso de participación activo y abierto, para lograr la construcción de los componentes técnicos de los planes de manejo. Esta labor se realizará a través de un trabajo conjunto con el Ministerio de Ambiente, la autoridad Ramsar en el país y la Corporación Autónoma Regional (CAR)”, explica la autoridad ambiental de la capital.
Por otro lado, además de las 17 reservas en la ciudad, de acuerdo con el medio Mongabay, hay otros 19 humedales que no gozan del reconocimiento de la ley. Sin embargo, la cifra podría ser mucho mayor. La Fundación Humedales Bogotá realizó un inventario de 83 humedales en el 2018, razón por la cual una tarea urgente de la autoridad ambiental será definir e inventariar con el debido soporte los humedales y los predios que no lo son, como especifica la sentencia del Consejo de Estado de 2014 que ordena a las autoridades departamentales identificar “todos y cada uno de los humedales” y adoptar las medidas para su protección.
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Entre tanto, los humedales, símbolos de la ciudad y su riqueza natural, continúan con problemáticas históricas que necesitan soluciones definitivas y no pensadas en el corto o el mediano plazo. Las conexiones erradas, que continúan llevando aguas negras a espejos de agua y quebradas; las basuras, los escombros y la falta de apropiación de estos espacios son los líos cardinales que tendrán que enfrentarse de una manera más decidida, pues la actualidad climática, la crisis hídrica y la contaminación del aire, entre otros factores que los humedales ayudan a regular, no dan espera.
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