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Las falencias en la planeación del denominado Plan Terrazas, para mejorar viviendas en Bogotá, continúan dando de que hablar. Tras la denuncia de varias familias que resultaron perjudicadas durante la ejecución del programa, la cual hizo pública El Espectador, en el Concejo se mencionaron nuevos datos sobre los inconvenientes de esta medida.
Más información: La ilusión de una mejor vivienda que terminó entre escombros y abandono.
El Plan Terrazas fue un proyecto piloto de la anterior administración, con el cual se buscaba el mejoramiento de 1.250 viviendas de San Cristóbal, Usme, Ciudad Bolívar y Rafael Uribe Uribe, que no superarán su valor catastral de $131 millones. El programa prometía el mejoramiento estructural del primer piso y construir placas para que se pueda seguir construyendo segundos pisos, “dejando las condiciones establecidas”. Asimismo, la posibilidad de generar nuevos ingresos (por el arriendo de la nueva habitación o local), la reducción del riesgo de desastre por eventos naturales o climáticos, disminución de filtraciones durante las lluvias, entre otros.
Sin embargo, cuatro años después de la puesta en marcha del proyecto, las metas de cumplimiento son mínimas y, hasta en algunos casos, generaron daños a las viviendas de las familias a las que supuestamente beneficiarían. Durante el último debate de Comisión del Plan de Desarrollo del Concejo de Bogotá, el concejal Juan David Quintero expuso algunas cifras que dan cuenta de los errores durante la materialización de esta política pública.
Durante su intervención, Quintero mostró una radiografía devastadora: entre el 2021 y el 2023, durante la administración de López, se entregaron 114 viviendas, lo cual representó solo el 9% de las viviendas prometidas. Si bien, desde el año pasado, se han entregado 315 viviendas para un total de 429, incrementando el porcentaje de cumplimiento de la meta a 34,32%, el plan todavía deja más duras que certezas. “El Plan Terrazas fracasó por una mala planeación. No hubo focalización de sus beneficiarios, nunca se supo cuánto costaban los mejoramientos de vivienda proyectados y no hubo una debida gestión de los riesgos del proyecto”, sentenció Quintero.
Quintero fue enfático en señalar los tres principales errores que, en su opinión, condenaron al Plan Terrazas al fracaso. “El primer gran error, la indebida focalización de los beneficiarios y, en consecuencia, su deficiente planeación. Aunque el plan proyectaba el mejoramiento de 1.250 viviendas, la administración de López contrató 1.067 y no es claro por qué solo se asignaron 958 subsidios. Lo más grave: en los contratos de obra celebrados no se incluyeron algunas viviendas pertenecientes a los 958 hogares que se les asignó un subsidio. Muchas familias quedaron por fuera por errores administrativos”, afirmó el concejal.
En segundo lugar, el cabildante criticó que prometieron 1.250 mejoramientos sin saber cuánto realmente costaba el proyecto. “En la actualidad tenemos un proyecto que se le han aportado alrededor de $90.090 millones”. Por último, el concejal destacó la indebida identificación, estimación y seguimiento a los riesgos del proyecto. “Según la Auditoría que realizó la Secretaría del Hábitat en noviembre de 2024, no se evidenció que durante la administración de López se hubiera realizado seguimiento, monitoreo y control de los riesgos. Esta situación, junto a otros factores, significó obras abandonadas, incumplimientos y sobrecostos que superan los $6.200 millones”, aseguró Quintero.
Pero además de estos errores de planificación, durante la ejecución del proyecto se cometieron, incluso, daños a la infraestructura de los inmuebles que alcanzaron a ser intervenidos. Marcos Guantiva, uno de los beneficiarios del Plan Terrazas, se lamenta de los daños a su vivienda que derivaron de supuesto mejoramiento.
Las obras en la casa de Marcos comenzaron en julio de 2023 y, a pesar de que el Distrito le dijo que no tardarían más de 10 meses, van 20 y no han terminado. La situación lo afecta económicamente pues, ha tenido que asumir meses de arriendo ante, dice, el retraso del apoyo mensual de $500.000 que le prometieron. Esto ha derivado en inundaciones y otros problemas de humedad en su casa.
“Vivíamos tranquilos. Estaba bien pintada y en orden. Era la satisfacción de saber que tenía mi techo luego de llegar del trabajo. Estábamos ilusionados y mire como está ahora. Dejaron abandonada la obra. Es muy frustrante”, denunció a El Espectador.
Hoy 76 familias siguen esperando la entrega de su casa y otras 74, a que el contratista les responda por las garantías de los trabajos. Ya varios, como Elizabeth Tello, hablan de demandar, por los daños y perjuicios, de un programa que los condenó a esperar. Y claro, eso significa pasar todos los días, como hace don Marcos, a revisar como está su casa, con la esperanza de regresar pronto y ejercer su derecho a una vivienda segura, habitable y formalmente reconocida, como la tuvieron hace años, producto del esfuerzo de construirla ladrillo a ladrillo.
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Por Redacción Bogotá
