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La crisis de agua que sufre actualmente Bogotá requiere la evaluación de todas las alternativas posibles para sortear la escasez. Una buena idea es la del aprovechamiento de aguas lluvias, aprovechando la temporada de precipitaciones por la cual atraviesa la capital del país.
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Si bien, este tipo de agua no es apta para el consumo, por cuanto requeriría un proceso de potabilización especial, hay otros usos para los cuales puede resultar útil. Sobre todo para aquellas actividades en las que usualmente se utiliza agua potable que, más adelante, puede servir para el consumo humano.
Por ejemplo, hace poco, el presidente Gustavo Petro hizo un llamado a la ciudadanía bogotana para que utilicen al máximo este tipo de recurso. “Es importante que los habitantes de Bogotá y la Sabana, además, las ciudades y regiones con estrés hídrico, hagan uso, al máximo, de la recolección y uso de aguas lluvias”, manifestó.
Incluso, el mandatario propuso que aquellos inmuebles de propiedad horizontal, en donde las viviendas son más pequeñas, y por ende es más complicada la recolección de las aguas lluvias, se realicen modificaciones para tener nuevos almacenamientos para el recurso. “Comunidades de edificios, barrios y hogares pueden hacer modificaciones locativas para recoger aguas lluvias de manera mucho más permanente”.
Finalmente, Petro recalcó que este tipo de líquido puede resolver algunos menesteres del hogar, tal y como lo dictaminó el más reciente decreto distrital para el ahorro de agua. Cabe resaltar que, en esta normativa, se prohíbe usar el agua potable para el lavado de autos, andenes y fachadas, para lo cual, en todo caso, se podría emplear el agua de las lluvias. Incluso, para usos sanitarios en el baño, el agua de lluvias es indispensable.
Iniciativas que ya usan aguas lluvias
Mientras la anhelada providencia climática hace su trabajo, gobernantes, científicos y organizaciones buscan ideas ante la crisis. Y las aguas lluvias surgen como opción para empresas y hogares, con la infraestructura para almacenarla.
Al menos, es lo que se puede evidenciar en algunas zonas francas y parques industriales de la sabana, que se abastecen de lagunas artificiales, como la que existe en la Zona Franca de occidente, que cuenta con un reservorio con capacidad para 28.000 m³ de aguas lluvias, que, dada su naturaleza, solo sirve para usos sanitarios y limpieza de fachada. La medida, que evita que se detenga la producción, parece la inspiración de un ambicioso proyecto de cooperación internacional.
Se trata de la iniciativa Parques Ecológicos Industriales, promovida en por la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI). Con presencia en siete países, la organización busca que los parques industriales aprovechen los recursos naturales disponibles en su entorno. Más allá de lograr un positivo impacto económico, apuntan a crear una agenda ecológica, que permita un desarrollo sostenible en sus entornos.
De momento, se han priorizado seis parques industriales en el país, entre ellos los dos más grandes de Cundinamarca: Zona Franca de Occidente y Zona Franca de Bogotá. Todos reciben asistencia técnica y asesoría, con una meta clara: que lleguen a potabilizar el agua que almacenan las empresas en sus lagunas artificiales. Aunque los equipos a instalar no estarían a la altura de plantas como Tibitoc, podrían convertirse en un caudal de agua potable para el entorno empresarial.
Aunque el grueso del consumo está en el área residencial, la industria también tiene un alto consumo, por lo que, conscientes de ello, algunos se han unido con iniciativas para mitigar la crisis y seguir operando. Juan Contreras, ingeniero de operaciones del centro comercial Neos, conocido como el ‘Times Square’ bogotano, cuenta cómo en San Victorino, por ejemplo, elaboraron un sistema de recolección de aguas lluvias, para usarla en los baños públicos. “El sistema incluye tanques gigantes en la terraza y una red de tubos, que lleva el agua a los baños de la zona comercial, así como mangueras para que los comerciantes usen esta agua en labores de limpieza. Logramos recolectar 35 metros cúbicos de agua”, explicó.
Ante este ejemplo, Camilo Prieto, profesor de cambio climático y salud ambiental de la U. Javeriana, señala que las medidas que se adopten en cada estructura, ya sea un centro comercial, un edificio o una empresa, deben tener en cuenta qué clase de construcción tienen. “Muchos establecimientos los construyeron con una arquitectura ambiental para recoger agua lluvia. De no tenerla, sería recomendable hacerlo, ya que esta puede significar un gran ahorro”, señaló.
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Por Redacción Bogotá
