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Huertas urbanas, el deseo de abastecer a Bogotá

Son 20.000 espacios de siembra que, además de trabajar para que la capital no dependa de municipios aledaños para alimentarse, implementan tradiciones ancestrales de comunidades indígenas del país.

Sara Caicedo
30 de agosto de 2022 - 02:00 a. m.
Estas huertas trabajan con fundaciones y el ICBF para fomentar la agricultura en niñas y niños.
Estas huertas trabajan con fundaciones y el ICBF para fomentar la agricultura en niñas y niños.
Foto: MAURICIO ALVARADO - MAURICIO ALVARADO

Recuperar y reivindicar las tradiciones campesinas, alimentarnos de una manera sana y, sobre todo, apoyar al pequeño agricultor en la ciudad son las metas de la Red de Abastecimiento de Huertas en Bogotá, conformada por 20.000 espacios de siembra. Aunque no todas son productivas, a eso se quiere llegar. “Permitir ese abastecimiento desde una visión ancestral”, señala Catalina Carrero Torres, directora técnica de la mesa de Muequetá (nombre de la Asociación).

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Uno de los líderes es Brayan Rojas Garzón, quien trae los conocimientos de uno de los grupos indígenas sikuani, de Puerto Gaitán (Meta), específicamente de la comunidad kaliawirinae, del resguardo Wacoyo. “Con estas comunidades aprendemos el valor de volver a sembrar en el territorio nuestro propio alimento. Buscamos fortalecer los procesos de seguridad alimentaria, ya que para obtener los alimentos, debemos aprender a cuidar la tierra y sus componentes”, explica Brayan.

Y aunque varios de estos espacios nacieron hace tiempo, para los agricultores de esta red la pandemia ratificó la necesidad de que Bogotá asegure su abastecimiento. En ese tiempo surgieron muchas huertas entre las comunidades. “Queremos que todas surtan el alimento para la ciudad, para no estar dependiendo de municipios aledaños, sino que la capital sea autosostenible”, agrega Johnny Ramírez Hernández, agricultor y apicultor de la gran huerta urbana y de apicultura de la localidad de Suba: Cobá, el hogar de las abejas.

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Johnny, junto con su padre, son los encargados de sostener este espacio, el cual cuenta con siembra de moras, acelgas, lechugas, ajíes, gulupas, ajo, tomillo y granadillas. Además, con una producción pequeña de huevos, lana, miel, entre otros. Para esta huerta la miel es el producto más importante, ya que las abejas fueron las que le dieron forma y reconocimiento a este espacio. A partir de ellas, se les enseñan a todos sobre flores, insectos polinizadores, las jerarquías de esta especie, el proceso de producción de miel y otras actividades.

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Fuera de ser parte de esta sociedad de huertas, también conforman la ruta agroecológica de Bogotá, liderada por el Jardín Botánico y el Instituto Distrital de Turismo (IDT). A través de ella se programan visitas a las huertas, se ofrecen productos naturales y enseñan lo que se hace en estos espacios. Johnny Ramírez y Catalina Carrero forman parte de la primera promoción de agricultores urbanos del Jardín.

Para Ramírez es importarte que, a partir de la generación de alimentos y una ruta de turismo, se pueda mejorar la economía de los huerteros, así como crecer económicamente a partir de este ejercicio. “Falta motivar a más personas para que tengan su huerta y que la vean como un emprendimiento, porque la labor no es fácil. Si no se piensa en comercializar los productos, es posible que no perduren las huertas”.

Por su parte, Catalina piensa que el papel de las entidades públicas es imprescindible para lo que se quiere lograr. “Muchas veces el Gobierno nos brinda el apoyo desde la institucionalidad. El Jardín Botánico y tal vez el IDT aportan a estas iniciativas, pero falta participación y voluntad, en el sentido de apoyos económicos, de cultivos, incluso hasta del mismo acompañamiento que hacemos, porque a veces es tanta la demanda, que el mismo Jardín no da abasto”.

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Aunque el Distrito y estos huerteros urbanos trabajen de la mano para lograr el objetivo de abastecer a la ciudad, el primer escalón sigue siendo el individual. Su ejemplo es la oportunidad para que los ciudadanos cuestionen a quién y de dónde viene lo que compramos y, de paso, aporten a la economía local.

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Sara Caicedo

Por Sara Caicedo

Periodista de la universidad Politécnico Grancolombiano. Escribe para El Espectador sobre planeación, hábitat, comercio informal, espacio púbico, desarrollo económico, hacienda y ambiente.@sara_caicedoscaicedo@elespectador.com

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