Hurto de motos de alta gama en Bogotá: la cadena que se extiende
Cada día se reporta el hurto de al menos 10 de motocicletas en la capital. Si bien hay una reducción, expertos, autoridades y los mismos conductores coinciden en que el delito abarca extorsión y venta de partes, incluso en otros países. Este es el panorama.
-Javier González Penagos / Twitter: @Currinche
En una ciudad como Bogotá, agobiada por trancones, una motocicleta puede ser una alternativa para ahorrar tiempo y dinero. Sin embargo, no deja de ser problemático el panorama para quienes les apuestan a estos vehículos. Además de los accidentes de tránsito –que hasta mayo cobraron la vida de 45 usuarios–, los motociclistas no están exentos de la inseguridad.
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En una ciudad como Bogotá, agobiada por trancones, una motocicleta puede ser una alternativa para ahorrar tiempo y dinero. Sin embargo, no deja de ser problemático el panorama para quienes les apuestan a estos vehículos. Además de los accidentes de tránsito –que hasta mayo cobraron la vida de 45 usuarios–, los motociclistas no están exentos de la inseguridad.
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Según cifras de la Policía, en los primeros cinco meses de este año robaron 1.567 motos, es decir, una cada dos horas y media (Ver infografía al final). Si bien hay una leve reducción al comparar con el mismo período de 2018 –cuando se registraron 1.690 casos–, el problema persiste y ahora las alertas están puestas sobre complejas cadenas criminales, integradas por miembros con roles definidos (robo, extorsión y comercialización), que se han especializado en hurtar motos de alta gama, que pueden costar hasta $30 millones.
Muestra de ello es la desarticulación de una banda denominada Los Motul, que tenían montada toda una red para hacerse a vehículos de alto cilindraje: desde el atraco violento hasta la comercialización, pasando por una conocida modalidad de extorsión, en la que pedían a las víctimas hasta $8 millones para devolverles el vehículo.
Los investigadores de la Policía, que les siguieron la pista por más de seis meses con agentes encubiertos, determinaron que la organización la conformaban cinco sujetos, quienes además tenían como fachada un local de motos en Ciudad Bolívar para esconderlas y venderlas por partes. Su modus operandi consistía en seleccionar a la víctima, interceptarla e intimidarla con armas de fogueo, para luego despojarla no solo de su vehículo, sino de todas sus pertenencias.
“En ocasiones seguían al motociclista hasta su casa o su trabajo, casi siempre en las noches. Lo abordaban en la puerta del estacionamiento: uno de ellos le cerraba el paso; otro le apuntaba con el arma y lo amenazaba. Finalmente, otro de los delincuentes se hacía al vehículo y todos emprendían la huida. Hubo casos en los que les pegaban a los conductores que se resistían al atraco”, aseguró uno de los uniformados.
Las autoridades lograron determinar que Los Motul están involucrados en al menos 15 asaltos, cuya cuantía asciende a cerca de $300 millones. Adicionalmente, se estableció que operaban en Ciudad Bolívar, Rafael Uribe, Puente Aranda y San Cristóbal, todas localidades del sur de Bogotá, dadas las facilidades que tenían para esconder los vehículos en parqueaderos públicos y casas de conocidos.
Según los investigadores, la banda la integraban especialistas en el mercado de motocicletas, pues todos eran mecánicos y conocían cómo “gemeliarlas” y vender sus partes. Aunque las autoridades capturaron a tres de los integrantes, pues uno de ellos falleció en medio de un operativo de la Policía, los esfuerzos se centran en detener a un quinto delincuente, que sigue prófugo.
Los detenidos fueron cobijados en un establecimiento carcelario y tendrán que responder por los delitos de concierto para delinquir, hurto agravado y calificado, y porte ilegal de armas. Tenían, además, antecedentes por receptación, hurto, fuga de presos y violencia intrafamiliar.
¿Cómo están operando las bandas?
Las estadísticas indican que la marca más apetecida por los delincuentes es la Bajaj (particularmente las Pulsar), al representar el 55 % de los casos. Les siguen las Yamaha, AKT y KTM. Se evidencia que prefieren las de colores negro, blanco y azul: en siete de cada 10 hechos está involucrada una moto con estos tonos. Por zonas, las localidades más azotadas son Kennedy, Bosa y Engativá, que concentran el 44 % de los robos. Llama la atención que ocho de cada 10 asaltos ocurren en vía pública por personas que se movilizan a pie, que en el 80 % emplean llaves maestras y que entre 7:00 y 11:00 de la noche se registran el 40 % de los hurtos.
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Según Leonardo Gómez, quien lidera el club de motos R15, han logrado documentar que a lo largo de la calle 80 operan dos bandas, que transitan en motos de alto cilindraje y que buscan determinados modelos de vehículos. “Tienen en cuenta qué tan fácil es adquirir sus repuestos y su valor en el mercado negro”. Gómez agrega que los casos de extorsión se están convirtiendo en un doble hurto, pues a pesar de que muchas víctimas pagan para que les devuelvan sus vehículos, generalmente no se los entregan. “No solo trabajan en Bogotá, sino en las grandes ciudades, así que existe un comercio de partes entre zonas y hasta en países vecinos, porque es muy fácil el traslado de una moto”.
¿Cómo enfrentar el delito?
Si bien Jairo García, secretario de Seguridad, destaca una reducción del 6,7 % en el hurto de motocicletas en lo corrido del año, insiste en que la estrategia más eficaz para hacerles frente a las bandas es la denuncia, así como abstenerse de caer en el pago de “rescates”. “La denuncia es clave para seguir teniendo resultados, como también lo es no tener tratos con los delincuentes”, manifestó el funcionario.
Johan Avendaño, experto en seguridad ciudadana de la Universidad Central, sostiene que el reporte de 10 motos robadas en Bogotá se explica por una cadena que abarca una regular movilidad, deficiente infraestructura para su parqueo y el auge del mercado de partes robadas.
“Por la crisis de la movilidad en la capital, los ciudadanos han recurrido a alternativas como las bicicletas o las motos. Pero ello se ha traducido en una oportunidad delincuencial: al ser tan masivas, los ladrones tienen más chance de robarlas. Y a todo esto se suma que la ciudad no cuenta con una adecuada infraestructura para guardar motos: hay pocos estacionamientos o son muy costosos, por lo que muchos las dejan en las calles”, asegura Avendaño.
Para el experto, no deja de ser problemático además que, a diferencia de otros delitos, resulta más lucrativo para los delincuentes vender los vehículos por partes, lo que les aseguran ganancias de hasta el doble de lo que obtendrían si resolvieran comercializarlas enteras.
“Para combatir a la delincuencia se requiere toda una política pública de mejoramiento de la movilidad, así como una política de parqueo para que los propietarios no dejen las motos en el espacio público. Es que hay evidencia de que a los ladrones les toma menos de cinco segundos anular la seguridad y hacerse a los vehículos”, remató Avendaño.
jgonzalez@elespectador.com