Cuando alguien busca un repuesto original, de lo que sea (celulares, carros, motos...), por un precio muy por debajo del mercado, en el fondo seguro sospecha de su origen. Sin embargo, muchos lo ignoran deliberadamente por ahorrarse unos pesos, con lo que, de paso, también omiten que detrás hubo una víctima de hurto o, en el peor de los casos, de homicidio. En resumen, con esta acción auspician el crimen.
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Para contrarrestar los mercados ilegales que tejen alrededor de los productos derivados del hurto, las autoridades vienen desplegando operaciones sorpresa, como la que realizaron el pasado 8 de abril en la zona de talleres del barrio Santander, en la localidad de Antonio Nariño, siguiendo la pista del hurto de motocicletas. Allí hallaron motos reportadas como robadas, con seriales alterados, listas para la venta. La acción dejó siete locales sellados y una persona capturada.
Este tipo de intervenciones, que se repiten con regularidad en zonas con alta incidencia de este delito (como el centro o el sector del Siete de Agosto), dan cuenta del esfuerzo de las autoridades. Sin embargo, según cifras recientes reveladas en el Concejo, son insuficientes. En un período de seis meses, entre septiembre de 2024 y febrero de 2025, se reportaron más de 2.200 hurtos de motos, lo que equivale a un promedio de 12 diarios.
“Preocupa la situación en localidades como Kennedy, Engativá y Bosa. Los registros evidencian que la vía pública es donde más se comete este delito, seguido de sitios de comercio y conjuntos residenciales”, dice el concejal Andrés Barrios (Centro Democrático), quien resalta que en los dos primeros meses de 2025 se denunciaron 642 robos, de los cuales 578 fueron en vía pública bajo modalidades como atraco, halado o uso de llaves maestras.
No obstante, vale resaltar que el delito viene a la baja. Según estadísticas de la Secretaría de Seguridad, la cifra con la que abrió este año es muy inferior a los 1.026 casos que se reportaron en el mismo período de 2024. Pese a la notable reducción, el hurto de motos sigue siendo uno de los delitos que más dolores de cabeza causan en la ciudad, razón por la cual voces como la de Barrios expresaron su preocupación.
A más vehículos, más hurtos
El uso de motocicletas en Bogotá ha tenido un crecimiento exponencial en los últimos 15 años. Mientras en 2010 había 162.000 matriculadas, en la capital hoy son más de 500.000. Esto sin contar casi el millón que hay matriculadas en los municipios aledaños, con lo que se podría decir que en la región hay una moto por cada ocho habitantes.
Un repunte importante se dio en el período pospandemia, señala Andrés Nieto, director del Observatorio de Seguridad de la U. Central, cuando la cantidad de motos matriculadas aumentó 23 %, debido a los beneficios en términos económicos y movilidad, especialmente en una ciudad donde hay más de 1.000 frentes de obra, que empeoran su ya deteriorado tráfico. Ese también se refleja en los hurtos.
“Cada vez que aumenta la circulación de un bien de alto valor, las bandas delincuenciales empiezan a fraguar nuevos mercados criminales. Es así como vemos que alrededor de los hurtos (primer eslabón de la cadena) se genera la venta de autopartes o incluso el secuestro exprés, para pedir algún tipo de rescate a cambio de la devolución del vehículo robado”, resalta Nieto.
Así las cosas, expertos coinciden en que el mercado negro de las motos robadas en Bogotá se mueve de dos grandes maneras. Por un lado, está el hurto de motocicletas de alta gama para exigir dinero por el rescate, el cual piden se consigne a través de billetera virtual o lo lleven en efectivo a un punto, con el condicionante de no denunciar. “Esto es importante decirlo, porque en el momento en que se denuncia no solo se inicia la búsqueda, sino que la placa o la referencia termina en las bases de datos de la Policía del país, lo que dificulta a los delincuentes la tarea de salir de la moto, en especial las de alta gama, que no son masivas, pero sí muy visibles”, apunta Nieto.
Por otro lado, está la modalidad que afecta al grueso de motociclistas: el hurto de motos de mediana y baja gama realizado, en la mayoría de los casos, para venderlas por partes. “Esto también está relacionado con un coletazo de la pandemia. Recordemos que la disminución de importaciones de autopartes entre 2020 y 2021 derivó en un aumento de los precios hasta un 8 %. Esto hace que sea más barato comprar un elemento robado. A partir de 2023 esto empezó a cambiar, y los precios se han ido nivelando”, advierte. Sin embargo, en ese período de especulación de precios, los mercados criminales lograron establecer la cadena delictiva que alimenta los locales de venta de autopartes, en donde es un secreto a voces que se mueven estos elementos.
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Las motos de uso masivo son las predilectas por los ladrones, debido a la alta demanda de repuestos. De acuerdo con la Policía, varios de los modelos más apetecidos en 2024 fueron la Yamaha XTZ, Dominar 400 y 250 de UMA, KTM Duke 200, Pulsar NS 200 de Bajaj y la NKD de AKT. En este punto vale mencionar, además, que un porcentaje de las motos robadas las usan para la comisión de otros delitos. Las motos de gama baja, por ejemplo, son usadas en casos de fleteo, paseos millonarios, raponazos y hurtos a establecimientos, debido a la facilidad de desaparecerlas.
Como se señaló en el inicio de este artículo, las autoridades le han puesto la lupa a la situación y los resultados indican que marzo de 2025 fue el mes con menos casos en tres años y que entre enero de 2025 y abril de 2024 se hicieron afectivas 134 capturas por hurto de motos y 934 motos fueron recuperadas. Este último ítem es uno de los puntos más álgidos por fortalecer, pues en la inmensa mayoría de casos los delincuentes tienen el tiempo suficiente para alcanzar a desarmarla y comercializar las partes. Por lo tanto, en un porcentaje bajo retornan a sus dueños.
Como respuesta a la situación, y con el ánimo de fortalecer la seguridad de los conductores, voces del gremio de los motociclistas, como la del concejal Julián Forero, señalan la necesidad de la promoción de mesas distritales de motociclistas, en donde se revisen a fondo temas de hurto, compra y venta de autopartes y la comisión de delitos con motos robadas, entre otros ítems. Incluso, se ha propuesto la creación de frentes de seguridad de motociclistas para mejorar las condiciones de seguridad y la respuesta ante hechos delictivos a nivel barrial.
La importancia de denunciar una moto robada
Si fue víctima de hurto de una motocicleta, tenga en cuenta que la importancia de la denuncia va más allá de la posibilidad de que el vehículo regrese a sus manos, ya que además de ser vendidas por partes, las motos se usan para la comisión de otros delitos, y a veces pagan justos por pecadores.
“Cuando hay denuncia, todo lo que pase a partir de ese momento, en ese espacio, en esos días o en esas horas subsiguientes al hurto, queda por fuera de la responsabilidad penal del dueño del vehículo”, señala Andrés Nieto.
No obstante, si no hay denuncia (generalmente por intimidación de los delincuentes que realizaron el hurto) tenga en cuenta que será el dueño de la moto quien tendrá que responder si el vehículo estuvo vinculado, por ejemplo, a un sicariato, un paseo millonario, un fleteo o un raponazo.
Entretanto, como muestran las estadísticas, el número de motos sigue aumentando en la capital y en los municipios aledaños, con lo que crece a la par el mercado negro, que permanece enquistado desde hace años sin que se haya logrado una estrategia de control robusta que se mantenga en el tiempo e impacte más allá de un par de semanas después de los despliegues de operativos y allanamientos en los puntos neurálgicos.
Por otro lado, según denunció la concejal Diana Diago (Centro Democrático), la administración distrital “se ha demorado más de un año para instalar las cámaras LPR, de identificación en tiempo real”, y agrega que 697 cámaras de videovigilancia no funcionan y 1.000 patrullas están fuera de servicio. En ese sentido, los cambios en las estrategias de mitigación deben incluir también la inversión en infraestructura.
Finalmente, mientras a nivel social se siga entendiendo la compra y venta de elementos hurtados como una alternativa de ahorro y no se extiendan estrategias pedagógicas para revertir esa normalización del delito, difícilmente las bandas que controlan el mercado perderán su poder.
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