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La memoria de Jorge Eliécer Gaitán vuelve a ser objeto de controversia. Esta vez entre su familia y la Universidad Nacional, responsable de la administración de la Casa Museo que lleva el nombre del caudillo liberal. Los parientes de Gaitán denuncian un supuesto manejo inadecuado del espacio y recuerdan cómo desde el asesinato del político, hace 72 años, siguen luchando por preservar su legado.
La Casa Museo Jorge Eliécer Gaitán fue la vivienda del prócer desde 1933 hasta el 9 de abril de 1948. Ubicada en el centro de Bogotá, cuenta con dos plantas donde están el mobiliario original; enseres de la oficina de Gaitán, recuperados del edificio Agustín Nieto, y varios objetos representativos de su vida académica, política y familiar. Entre ellos su biblioteca personal, su máquina de escribir y el micrófono que usaba para dar discursos. En las paredes del recinto está grabado su histórico discurso “Oración por la paz”.
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La U. Nacional responde
De acuerdo con Jaime Franky Rodríguez, vicerrector de sede de la Universidad Nacional, la Casa Museo ha sido administrada respetando las normas de protección del Patrimonio Cultural. Contrario a las aseveraciones de Gaitán Jaramillo, el funcionario asegura que el espacio sí se rige bajo los principios de conservación, investigación, seguridad y claridad expositiva. Además, que los cambios en los guiones de las visitas y la rotación de las piezas responden a una renovación museográfica, respaldada por el Ministerio de Cultura en 2014. “En ningún momento ha tenido lugar el despojo de objetos o muebles originales”, agregó Rodríguez.
En cuanto al paradero de algunas piezas de alto valor histórico y sentimental, que no están exhibidas, el vocero de la universidad indicó que están registradas en el inventario y resguardadas. En el caso de varias obras de arte, diplomas de grado de Jorge Eliécer Gaitán y muebles del dormitorio de Amparo Jaramillo (madre de Gloria y esposa del liberal) se encuentran en la reserva del edificio Exploratorio Nacional.
Otros bienes como la libreta de Gaitán, donde estaba escrita su cita con Fidel Castro el día de su magnicidio, sus condecoraciones, pasaportes y fotografías de Manuela Ayala (madre de Gaitán) están en el claustro de San Agustín de Bogotá.
El descontento por el rumbo de la Casa Museo es de vieja data. Después de que la hija de Gaitán renunciara en 2004 a la dirección de este espacio por amenazas en su contra y se liquidó el Instituto Colombiano de Participación “Jorge Eliécer Gaitán” (Colparticipar). Dicho Instituto, creado en 1978 y adscrito al Ministerio de Educación, tenía la responsabilidad de difundir y preservar la Casa Museo Jorge Eliécer Gaitán.
Cuando se ordenó la liquidación, firmada por el ministro de Hacienda de ese entonces, Alberto Carrasquilla (quien 18 años después ocupa nuevamente este cargo), se argumentó que la supresión del Instituto “le ahorraría al Estado $669 millones, que serían destinados a la educación y labores de saneamiento básico”.
Un año después, el 31 de marzo de 2005, luego del proceso de liquidación de Colparticipar, el Ministerio de Educación le entregó a la Universidad Nacional los predios que pertenecieron a Gaitán y las dos manzanas adyacentes a la casa. Desde entonces, los familiares de Gaitán, quienes han dado la pelea por conservar su memoria y ser reconocidos como víctimas, han criticado fuertemente el manejo de la Casa Museo.
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En repetidas ocasiones la hija de Gaitán ha hecho hincapié en que “en Colombia se ha destruido el espíritu y la memoria histórica de su pueblo”. En esta oportunidad el malestar los llevó a promover una recolección de firmas por internet para solicitarle a la Alcaldía de Bogotá que asuma el manejo, mantenimiento y preservación de la Casa Museo. A esta petición ya firmaron más de 1.000 personas.
Sin embargo, por más firmas que reúnan, concretar la solicitud no será sencillo. Según el Consejo de Estado (Sentencia 2009-00014) la posesión del inmueble se encuentra en cabeza de la Nación, que determinó que el manejo de la Casa estaría a cargo de la Universidad Nacional. Por ahora el reclamo de la hija del caudillo liberal sigue creciendo en redes. Serán las instituciones las que tendrán que tomar una decisión. Eso sí, que apunte a proteger la memoria.
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