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Las urgencias para que no siga creciendo la pobreza multidimensional

El DANE reveló las variables que jalonaron el incremento de este concepto, que estaba en mínimos históricos. Se avecina un panorama peor por la pandemia, y el llamado es a implementar las estrategias necesarias para mitigar la pobreza.

Felipe García Altamar
18 de julio de 2020 - 03:00 a. m.
En 2018 la pobreza multidimensional se redujo 1,6 %. En 2019, aumentó 3 %.
En 2018 la pobreza multidimensional se redujo 1,6 %. En 2019, aumentó 3 %.
Foto: Mauricio Alvarado

La pandemia ataca cada vez con más fuerza a Bogotá. Con el paso de las semanas, no solo crecen los contagios de COVID-19, sino que aumentan efectos ligados a la emergencia sanitaria, como el desempleo y la saturación del sistema de salud. Desde que empezó el aislamiento, expertos vienen advirtiendo que no solo en Bogotá sino en todo el mundo, se avecina una etapa de recesión económica. Por eso, para muchos fue preocupante el informe que presentó el DANE, en el que notificó que la pobreza multidimensional en la capital pasó de 4,1 % en 2018 a 7,1 % en 2019, es decir, aumentó tres puntos porcentuales.

Y fue preocupante por dos factores. Primero, obvio, porque el reporte recoge el comportamiento de la pobreza en 2019 y no incluye lo que está ocurriendo este año por la pandemia. Segundo, porque hace poco un año la administración de Enrique Peñalosa estaba celebrando la reducción de la pobreza multidimensional en 1,6 %, lo que dejaba el indicador como el más bajo de la historia.

Antes de explicar los pormenores del informe del DANE, es importante entender que la pobreza multidimensional se diferencia de otros conceptos de pobreza, en que esta mide las privaciones que tienen los hogares en cinco dimensiones: trabajo, salud, vivienda, educación y condiciones de la niñez y juventud. Así las cosas, hay variables que llaman la atención y generan preocupación.

Quizá la que más inquieta es la barrera de acceso a servicios de salud, pues fue la que más creció y, según el DANE, la única con una “variación significativa”, pues en 2018 estaba en 1,2 % y el año pasado llegó a 10,3 %. Se trata de un aumento de 9,1 puntos porcentuales, que se entiende mejor con la cifra de hogares: de 3.654 hogares pobres que reconocieron en 2018 privación del acceso a la salud, se pasó a 70.144 en 2019.

Otro ítem que creció fue el de bajo logro educativo. En dicha variable se cuentan los hogares cuyos miembros mayores de 15 años no cursaron más de nueve años de estudios. En este caso la cifra pasó de 67.793 hogares con esta condición en 2018 a 111.888 en 2019 (pasó de 18,5 % a 21,8 %). El panorama lo completa una tercera variable, que puede alertar: la de rezago escolar. Allí se compara la edad con el año escolar que deberían estar cursando sus miembros. Mientras en 2018 se contabilizaron 46.219 hogares con rezago (21,2 %), en 2019 fueron 63.237 (23 %).

Para el DANE, y según expertos en economía, los cambios en estas variables tienen explicación. El más importante, según el informe de pobreza multidimensional, fue el impacto de los migrantes en los hogares. Este indicador aumentó 9,1 % (pasó de 1,2 % en 2018 a 10,3 % en 2019), reflejando un incremento de familias en las que hay al menos un migrante entre sus miembros, dice el documento. Para que esto no se interprete como estigmatización hacia los venezolanos, los académicos aclaran que no solo se tomaron en cuenta los extranjeros, sino la población desplazada que llegó a la capital en 2019.

Tras analizar el informe, Luisa Fernanda Bernat, profesora del Departamento de Economía de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, afirmó que “la migración le pone un peso importante a esas variables, pues los hijos de migrantes, que no pueden acceder a servicios de cuidado de infancia o salud, elevan los índices”. Y agregó que, otros temas urgentes por atender, para que no crezcan los indicadores en el próximo informe, son el trabajo informal, el desempleo y el trabajo infantil.

Otra advertencia sobre los datos es que, si bien son preocupantes ahora, el informe pospandemia seguramente tendrá peores indicadores, pues incluirá las variaciones durante la emergencia sanitaria. Y aunque se podría llegar a niveles de pobreza angustiantes, los expertos también dicen que no es de prender alarmas, porque la recuperación económica podría ser rápida.

Al respecto, Fernando Bustos, experto en recuperación económica de la U. de los Andes, señaló que está iniciando la que podría ser la recesión más grande que haya tenido el país, pero, como dijo el DANE, a pesar de la caída histórica del 16,6 % de la actividad económica, ya se ven signos de recuperación. “Es una crisis pasajera y después de una recesión hay un rebote de la economía. Lo importante no es hasta dónde se tocará fondo, si no cómo vamos a rebotar y si ese repunte es suficiente para recuperarnos pronto. Que se pierdan más empleos depende de que haya más cuarentena, pero ya se han perdido tantos empleos, que es difícil que se pierdan más”, manifestó Bustos.

En eso coincidió Guillermo Sinisterra, de la Facultad de Ciencias Económicas de la U. Javeriana, quien agregó que “volveremos a niveles de pobreza de hace 15 años. Estaremos en esa coyuntura a finales de año, pero no hay que alarmarnos, porque la recuperación será más rápida de lo que la gente espera. Eso si el Gobierno hace las cosas bien”.

Sobre ese tema, otra es la proyección de Jorge Iván González, profesor de economía de la U. Externado, quien considera que es un informe que preocupa, porque Bogotá venía frenando sus índices. “Es la primera vez que suben tanto los indicadores en muchos años y los más grave es que tiene datos de antes de la pandemia. En esta época mucha gente demandó salud y al parecer el sistema no respondió bien. Y de aquí para adelante esa variable se va a disparar, por el panorama de este año. Por eso preocupa que el Gobierno suponga que el gasto público seguirá siendo el mismo y que no asimilen lo que está pasando”.

Los expertos coincidieron en que el incremento de la pobreza multidimensional no refleja los esfuerzos de las administraciones por mejorar las condiciones de la calidad de vida, pero hay variables que jalonan todos los otros números, que en términos generales se mantuvieron estables. “La política social del Distrito ha sido buena, pues se ha reducido de forma sistemática la pobreza, pero hay factores externos como la llegada de muchas personas a Bogotá o la identificación de otras que no estaban en las bases de datos del Distrito, como ya se comprobó ahora durante las entregas de ayudas para afrontar la emergencia”, concluyó Sinisterra.

Los retos para la pospandemia

En el Distrito son conscientes de que el escenario pospandemia plantea muchos desafíos en materia de pobreza. Sin embargo, confían en que las metas consignadas en el Plan de Desarrollo ayuden a cerrar las brechas surgidas en la emergencia, que el programa “Bogotá Solidaria en Casa” pueda solventar las ayudas básicas en los hogares más pobres y que la estrategia “Aprende en Casa” sea efectiva para la educación no presencial.

La secretaria de Integración Social, Xinia Navarro, manifestó que siguen desarrollando una estrategia territorial. “A través de agentes comunitarios, de monitoreo permanente y de articulación intersectorial se identificarán puerta a puerta, en los barrios, en las localidades, las necesidades no solo de las personas independientemente, sino de los hogares, para así poder hacer una oferta social completa que logre generar procesos transformadores para las familias”.

Agregó que la pandemia ha sido una oportunidad para evidenciar problemas sociales históricos y desarrollar en poco tiempo las propuestas para mitigarlos. “Esto nos da un panorama difícil, pero alentador para la generación de alternativas y la ejecución de una política social diferente, que atienda las realidades actuales de nuestra ciudad”.

Por su parte, desde la Secretaría de Educación reconocen lo complejo que está resultando el diseño e implementación de la virtualidad, en tanto requiere condiciones de infraestructura física y tecnológica. Sin embargo, según los subsecretarios de Educación, Carlos Reverón y Mauricio Castillo, “pese a las carencias que han evidenciado en esta emergencia, mediante el trabajo conjunto entre docentes, directivos y familias, hemos avanzando para garantizar la prestación del servicio educativo con estrategias que propicien herramientas y contenidos”.

También afirmaron que con “Aprende en Casa” se han fomentado estrategias de flexibilización curricular, de compilación de evidencias de aprendizaje y de plazos de entrega. Esto para “hacer más pertinente el acompañamiento y la evaluación de los aprendizajes”. Por último, la secretaría de Educación aseguró que ya conoce las principales causas de deserción y que ahora su preocupación es cerrar las brechas de acceso, permanencia y calidad, con énfasis en la zona rural, mediante siete estrategias que también quedaron establecidas en el Plan de Desarrollo. Por ahora es claro que el escenario que se avecina respecto a la pobreza en todo el país va a empeorar por cuenta de la pandemia, pero también que queda en manos de cada gobierno buscar las estrategias para poderla mitigar.

Metas para atender la pobreza multidimensional

El Plan de Desarrollo que aprobó el Concejo definió 34 metas con las que se atenderán las cinco dimensiones de la pobreza multidimensional, siendo prioridad la niñez, que tiene 17 metas. El resto son trabajo (7 metas), salud (6), vivienda (3) y educación (1).

Para lograrlas, el Distrito plantea la implementación de 18 proyectos de inversión destinados a atender migrantes, personas mayores, personas en situación de discapacidad, habitantes de calle, víctimas de violencia intrafamiliar, entre otros. Según la Secretaría de Integración Social, la atención se hará con una perspectiva territorial y de género.

Felipe García Altamar

Por Felipe García Altamar

Bogotano. Periodista de Uninpahu. Vinculado a El Espectador desde 2014. fgarcia@elespectador.com

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