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Las visitas al contralor

Entre sus visitantes más importantes hay cuatro mencionados en el escándalo del cartel de la contratación.

Laura Ardila Arrieta
12 de febrero de 2011 - 09:00 p. m.

Por cuenta del juicio disciplinario público que le está haciendo la Procuraduría, esta semana el contralor distrital, Miguel Ángel Moralesrussi, ocupó buena parte de la atención de los medios nacionales. El procurador general, Alejandro Ordóñez, le imputó cargos a Moralesrussi y al exrepresentante Germán Olano por supuestamente haber solicitado dineros al grupo empresarial Nule, a cambio de un trato favorable en su control fiscal. También por incremento patrimonial injustificado, en el marco de la investigación por el escándalo del llamado cartel de la contratación en Bogotá.

El contralor (mencionado en la grabación de una conversación entre Olano y el empresario Miguel Nule en la que, aparentemente, se habla de una comisión para Moralesrussi) también está bajo la lupa de la Fiscalía.

Del funcionario ha dicho a la justicia Guido Nule, otra de las cabezas del clan Nule, que se reunieron en varias ocasiones y que en esos encuentros el contralor habría solicitado los dineros, situación que ha sido tajantemente desmentida por Moralesrussi.

En medio de la polémica han salido a relucir varias visitas que habrían hecho al despacho del contralor personajes como el abogado Álvaro Dávila y el contratista Julio Gómez, también mencionados por los Nule en el mismo caso, para presuntamente hablar de dichas comisiones.

Las fechas claves de estas entradas a la Contraloría Distrital van desde 2009, cuando los Nule ya tenían los millonarios contratos para arreglar la malla vial y construir un tramo de la Fase III de Transmilenio por la calle 26 (negocios que perdieron debido a incumplimientos), hasta mediados de 2010, cuando estalló el escándalo en los medios.

El Espectador revisó los registros de entradas al despacho de Moralesrussi entre el 28 de agosto de 2009 hasta el 1º de julio de 2010 y comparó algunos de los encuentros del contralor con hechos de la contratación en la ciudad (ver infografía).

Por su oficina han pasado secretarios de despacho, concejales, senadores, contratistas y otros personajes políticos de alto turmequé. Si bien es cierto que por razones de su cargo los servidores públicos deben recibir y realizar muchas visitas de este tipo, llama la atención la coincidencia de algunas de éstas con momentos claves del escándalo. Y, como dice el concejal Antonio Sanguino, “no deja de ser extraña una relación tan fluida entre investigador e investigados”.

Para Moralesrussi todo es “una infamia mediática”. La última palabra, como siempre, la tendrá la justicia.

Por Laura Ardila Arrieta

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