Lo que dejó en Bogotá el primer año de pandemia

Pasado un año del primer caso de COVID-19 muchas cosas cambiaron. Para el Distrito, fueron claves la reacción y las decisiones sobre la marcha, que permitieron, por ejemplo, que no colapsara el sistema hospitalario. También quedan aprendizajes en términos sociales y de seguridad.

Felipe García Altamar
07 de marzo de 2021 - 02:03 a. m.
Para aplacar la “crisis de los trapos rojos”, se llevaron ayudas y transferencias monetarias a 2,6 millones de ciudadanos, de 831.038 hogares.
Para aplacar la “crisis de los trapos rojos”, se llevaron ayudas y transferencias monetarias a 2,6 millones de ciudadanos, de 831.038 hogares.
Foto: EFE - Mauricio DueÒas CastaÒeda

Ha pasado un año desde que se detectó el primer caso de coronavirus en el país. Se trató de una bogotana que viajó a Italia y regresó a la capital, cuando había poco conocimiento sobre la extraña enfermedad que se propagaba por el mundo. Desde entonces todo cambió en Bogotá, donde 661.207 personas se han contagiado y 13.916 han muerto por el virus, siendo la ciudad más afectada por la pandemia en el país. Desde la llegada del COVID-19, la capital asumió el liderazgo en la toma de decisiones necesarias para contener su propagación, pero también ha sido la ciudad que más dificultades ha tenido para retomar poco a poco la normalidad o dar el paso definitivo hacia la llamada “nueva realidad”.

Muchas de las dinámicas cambiaron desde marzo de 2020 en temas como salud pública, empleo, educación, seguridad, movilidad y atención a población vulnerable, entre otros sectores afectados por la pandemia. De todos, el tema prioritario para la administración fue evitar el colapso del sistema hospitalario, algo que estuvo a punto de ocurrir en el segundo pico, entre enero y febrero de este año, cuando el porcentaje de ocupación de las unidades de cuidado intensivo (UCI) superó el 90 % e incluso en algunos centros hospitalarios estuvo sobre el 100 %.

No obstante, según el Distrito, los médicos nunca se enfrentaron a la difícil decisión de escoger a quién asignarle una UCI. Esto, porque en medio de la pandemia aumentaron un 160,6 % la capacidad de estas unidades, al pasar de 935 camas (las registradas el 1° de abril de 2020) a 2.437 en enero de este año. En buena parte, esas UCI se destinaron exclusivamente a la atención de pacientes de COVID-19, llegando a ser 2.023 al comienzo de 2021.

Esto sin contar varios aspectos como la articulación de las EPS y las Instituciones Prestadoras de Salud (IPS), tanto públicas como privadas; las mejoras en la atención médica a domicilio, que pasó de 24 equipos a 238, de los cuales 134 son para consulta presencial y 104 para teleconsulta, o el esfuerzo con el Centro Regulador de Urgencias y Emergencias (CRUE), encargado de gestionar la ocupación las UCI, que aumentó su personal 262 %.

Todo esto quedará como una fortaleza en cuanto a salud para la ciudad, pero más allá de esos resultados, también hubo avances en temas que no estaban estrictamente relacionados con la emergencia sanitaria. “Creemos que si algo le debía quedar a la ciudad era un sistema de salud público robustecido”, dijo la alcaldesa Claudia López en entrevista con este diario.

Así las cosas, a pesar de que estaba en marcha la construcción del nuevo San Juan de Dios, del hospital de Bosa y el hospital de Usme, se gestionaron recursos para hacer otros tres hospitales públicos. “Una torre adicional en el Hospital de Kennedy, otra en El Tunal y otra en Meissen, además de veinte Centros de Atención Prioritaria en Salud (CAPS). Vamos a dejar una infraestructura de salud espectacular”, explicó la mandataria.

Otro de los grandes retos desde la llegada del coronavirus fue evitar al máximo la interacción física entre los capitalinos. Algunas empresas empezaron a mover a su personal a la casa, hasta que a finales de marzo el Distrito decretó el confinamiento general, un modelo que entonces ya se aplicaba en los países de Asia y Europa más afectados por el virus, que conocían sus efectos y desafíos.

Pero las cuarentenas no fueron aplicables del todo, no solo en la capital del país sino en Sudamérica entera. ¿La razón? Los cierres dispararon la pérdida de empleos y evitaron la salida de aquellos que conseguían sus ingresos con el trabajo diario. Entonces, los cierres se convirtieron en una herramienta clave para evitar una crisis sanitaria, pero abrieron una brecha social de la que Bogotá busca cómo recuperarse.

“Esta pandemia tiene esa dificultad: lo que protege la vida afecta el empleo y viceversa”, resumió la alcaldesa López. Durante el confinamiento general y los cierres sectorizados que se decretaron después, como algo menos dañino para la economía, se creó el sistema “Bogotá solidaria en casa”, un proyecto para llevar ayudas hasta los hogares que no tuvieron cómo afrontar los más de seis meses de confinamiento estricto, que será uno de los proyectos que permanecerá para atender a la población vulnerable.

Las cifras oficiales reportan que cuando en la capital se vieron trapos rojos en casas de todas las localidades, avisando así que la situación económica no daba para sobrellevar la cuarentena, fueron atendidos, con recursos del Distrito y del Gobierno nacional, 831.038 hogares. En total, con esta estrategia se beneficiaron unos 2,6 millones de capitalinos.

Pero esta estrategia aún tiene puntos por mejorar si la idea es continuar aplicándola, pues en muchos casos los mercados fueron insuficientes. No se sabía cuáles eran los hogares más necesitados, o las ayudas llegaron muchas semanas después del cierre, tras serias protestas de los ciudadanos afectados. El concejal Carlos Fernando Galán (Bogotá para la gente), quien fue presidente del Concejo durante 2020, dice que “no se llegó a todos los hogares que se debía llegar, pero es un paso muy importante que se dio para apoyar a la población que lo requería”.

En cuanto a las restricciones, Galán considera que si algo queda entre los bogotanos es una conciencia creciente sobre este tipo de decisiones. “Deben tener un soporte científico y médico, pues es negativo que se está normalizando el hecho de que el Distrito tome la decisión de restringir libertades. Los gobiernos deben tener la capacidad de demostrar los beneficios que tienen estas medidas”.

Otra lectura hace la hoy presidenta del Concejo, María Fernanda Rojas (Alianza Verde), quien pese a coincidir en que la pandemia desnudó el modelo inequitativo que existe, por el que es necesario hacer más inversiones en salud, cree que la respuesta fue rápida. “Bogotá se anticipó adecuando sus instrumentos para reaccionar a la emergencia. Crear en pocas semanas el programa ‘Bogotá solidaria en casa’ y volverla mucho más grande que programas como ‘Familias en acción’ fue un logro impresionante que muestra cómo la capital se adaptó a la emergencia”.

Eso sí, señala que queda por mejorar el tema de la seguridad, pues aunque mes a mes el Distrito destaca que todos los índices de delitos de alto impacto se redujeron, otra cosa evidencian las encuestas de percepción de inseguridad, que indican que este aspecto aumentó. “Algo negativo fue la crisis social que agudiza problemas de seguridad. Queda un reto enorme, que es tener un enfoque adecuado para estas circunstancias y en eso hay demoras. Por ejemplo, nadie calculó que la bicicleta iba a cobrar tanta relevancia y que, por tanto, iba a haber más robo de bicis”.

Fuera de los grandes retos, otra situación que trajo la pandemia fue todo lo relacionado con la virtualidad y, de ahí, la demostración de la importancia del internet para el estudio y el trabajo. En ese renglón se destaca el programa “Aprende en Casa”, que llevó las clases virtuales a los estudiantes de colegios oficiales, y se avanzó en la entrega de tabletas y ampliación de cupos de educación superior. Sin embargo, Rojas pide que de ahora en adelante se contemple el internet como un servicio público y no como un lujo, y considera que el teletrabajo llegó para quedarse y eso permitirá utilizar mejor todas las instalaciones.

“Nos enfocamos mucho en el aspecto físico de las ciudades y esta pandemia nos enseña que hay otros temas que van más allá, como la capacidad de estar conectados y realizar actividades a distancia. El diseño de las ciudades va a cambiar radicalmente”, concluye la presidenta del Concejo. Este año de pandemia deja varios aprendizajes. Algunos de esos apenas se están recogiendo, como el impacto en la salud física y mental de los capitalinos, no solo por la cuarentena sino por la incertidumbre, el temor al contagio y las expectativas a futuro, un tema que desde el Concejo piden evaluar con prontitud.

Otros cambios importantes que vienen están relacionados con el teletrabajo, que durante tantos años se intentó implementar y hoy es la estrategia de muchas empresas, así como la movilidad, ya que a partir de ahora, por lo menos en Bogotá, se empezará a priorizar el espacio para los ciclistas y los peatones. Para que todos estos cambios surtan efecto, se necesitan esfuerzos constantes del Distrito, el sector privado y los ciudadanos, con el fin de que lo aprendido no se esfume cuando la pandemia sea historia.

Un año de pandemia en cifras

29,2 %

de los casos de COVID-19 en Colombia se han registrado en Bogotá; es decir 661.207. De ese total, 632,429 capitalinos han superado el virus.

163,7

casos activos por 100.000 habitantes registra Bogotá. Es sexta entre grandes ciudades, tras Madrid, Miami, Buenos Aires, Brasilia y Nueva York.

63,2 %

es el nivel de ocupación total de las UCI. En los momentos más críticos de la pandemia, la cifra osciló del 89, 8 % (primer pico) al 93,7 % (segundo pico).

94.988

casos reportados hacen a Suba la localidad más afectada por el COVID-19. Le siguen Kennedy (con 83.763 casos), Engativá (72.077) y Bosa (48.019).

147.029

casos se registraron en el grupo de 30 a 39 años, el más afectado por el virus. Le siguió el grupo etario entre 20 y 29 años, con 145.149 casos.

15.435

jóvenes fueron atendidos con la estrategia RETO (Retorno a las oportunidades), que brindaba servicios de educación, empleo e inclusión social.

2.983

subsidios de vivienda se otorgaron durante 2020 a hogares vulnerables. El 63 % fue para hogares con jefatura femenina.

33.195

aportes transitorios se hicieron para ayudar con el pago del arriendo a los hogares que no tenían cómo cubrirlo.

40.619

unidades productivas y mipymes se beneficiaron con estrategias como “Bogotá a cielo abierto” y otras iniciativas de reactivación.

739.000

hogares vulnerables recibieron ayudas en mercados. En los demás hogares beneficiados hubo transferencias monetarias y otras ayudas.

Felipe García Altamar

Por Felipe García Altamar

Bogotano. Periodista de Uninpahu. Vinculado a El Espectador desde 2014. fgarcia@elespectador.com

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