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Los líos del taita Orlando

La carrera del cuestionado chamán se forjó en el sur del país, junto a taitas reconocidos y como contratista del Gobierno Nacional. Tras anunciar su detención, las autoridades han recibido llamadas de posibles víctimas desde lugares tan distantes como Suiza.

Carlos Hernández Osorio
14 de junio de 2015 - 02:00 a. m.
Sector de la finca El sol naciente, que Orlando Gaitán compró para celebrar tomas de yagé.  / Gustavo Torrijos - El Espectador
Sector de la finca El sol naciente, que Orlando Gaitán compró para celebrar tomas de yagé. / Gustavo Torrijos - El Espectador

Han pasado alrededor de dos años desde la primera denuncia: una joven de 17 años se acercó a las autoridades acompañada de sus padres a contar que Édgar Orlando Gaitán Camacho la había abusado sexualmente. Ahí comenzó la investigación que hoy tiene en la cárcel de Villeta (Cundinamarca), a la espera de un juicio, al hombre que durante 16 años forjó a su alrededor una comunidad de seguidores que lo reconocen como el taita Orlando. Aquella menor de edad, de acuerdo con los investigadores del caso, soportó al menos tres abusos antes de darlos a conocer, debido a las dudas que le generaba acusar a alguien tan cercano a su familia. “Los papás”, afirma un investigador, “eran prácticamente la mano derecha de él”.

La Fiscalía dio a conocer el pasado 4 de junio que un juez le había dictado medida de aseguramiento a Gaitán por el delito de “acceso carnal en persona puesta en incapacidad de resistir”, que hay nueve presuntas víctimas vinculadas a la investigación y que publicaría su foto para que aquellas mujeres que se consideraran abusadas y lo reconocieran como el autor de los hechos, lo denunciaran. Hasta el jueves de la semana pasada lo habían hecho dos mujeres más de Antioquia, así como otra que se comunicó con el ente investigador desde Suiza. Se presume que pueden ser “muchísimas más”, pues él también desempeñó su oficio en municipios de Cundinamarca como Chinauta, Girardot, Fusagasugá y La Vega. Por eso, aunque se ha hablado de entre 20 y 50 mujeres abusadas, no hay un cálculo definitivo.

El Espectador conoció la reconstrucción que los investigadores han hecho de la vida y de los hechos que enredan a Gaitán, a quien le reconocen un amplio conocimiento de las tradiciones indígenas, pero, al tiempo, califican de “falso chamán” y “falso taita”. Se han basado en los relatos de las presuntas víctimas y en los de él mismo, que ya ha sido objeto de interrogatorios.

Se trata de un hombre de 56 años de origen campesino y oriundo de la región del Carare, en Santander, que históricamente también fue asiento de comunidades indígenas. Su figuración pública comenzó como integrante de la Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare (ATCC), creada en 1987 como forma de resistencia civil a los grupos armados legales e ilegales que actuaban allí. En 1990, como ya se ha mencionado ampliamente, ese trabajo les mereció el Premio Nobel Alternativo de Paz, y Gaitán fue uno de los tres representantes de la Asociación que viajó a recibirlo a Estocolmo (Suecia).

Los investigadores consideran que él se valió de ese reconocimiento para abrirse espacios, por ejemplo ante el Gobierno Nacional: fue contratista de los ministerios del Interior y de Salud; de este último, particularmente, entre 1996 y 1997. “Lo mandaron al sur del país (Putumayo y Amazonas), con contratos de prestación de servicios a que representara al Gobierno en proyectos en los que respondía reclamos de indígenas y coordinaba la respuesta”. Estando allí fue que se relacionó con líderes de esas comunidades, que lo instruyeron en los secretos de las plantas sagradas y del yagé.

“De ahí se va para Bogotá a hacer tomas de yagé, primero como ayudante de taitas, para luego independizarse. Se autoproclama taita”, indica un investigador. Este es un punto fundamental para la Fiscalía, pues ya ha pedido conceptos a organizaciones indígenas y le han respondido que Gaitán no pertenece a ninguna comunidad reconocida. “Alrededor del discurso de la medicina alternativa se presenta como vínculo entre los indígenas y la cultura occidental o citadina. Se hace llamar “el último carare”. También presenta una propuesta espiritual, algo que cuaja en una sociedad en la que se están expandiendo las tendencias de la nueva era y en donde la medicina científica, para muchos, no es una solución. Tenía un discurso médico y ético, porque habla de valores importantes para muchos en una sociedad como la nuestra, como el amor, la fidelidad y el compromiso. Se autoproclamaba heredero de esa sabiduría indígena, y esa imagen de autoridad fue la que le permitió hacer lo que hizo”.

El sol naciente

Entre Bogotá y La Vega queda El sol naciente, finca clavada a un costado de la carretera que les da la bienvenida a los visitantes con una valla que promociona las tomas de yagé y lo que parece un eslogan: “Pensando bonito”. Fue allí donde, según la Fiscalía, Orlando Gaitán abusó de la joven de 17 años.

El calor en la finca es más benévolo que en Villeta, donde Gaitán se encuentra recluido, pero también pega fuerte y les da vida a unas 40 especies de plantas medicinales que les recetaba a los pacientes. El dato se lo dio un actual ocupante a El Espectador en una visita que este diario hizo el jueves pasado sobre el mediodía. A fotógrafo y periodista los recibió un grupo de cinco hombres en una maloca en cuyo centro reposaban ceniza y restos de madera de una fogata pasada. Mambeando coca, uno de ellos respondió amablemente que preferían no referirse al caso, pero que defendían la teoría de la inocencia del taita. La finca, ubicada en jurisdicción de La Vega, es un punto de referencia en las actividades de este hombre. Semanalmente la visitaban integrantes de su comunidad y pacientes para tomas de yagé que él dirigía.

La investigación ha establecido que los presuntos abusos sexuales se llevaron a cabo en la etapa de la ceremonia conocida como sanación, en la que Gaitán pedía mantener las luces apagadas con el argumento de no dejar perder las pintas, visiones que experimentan los participantes en la toma. “Él toca a sus pacientes, a quienes generalmente les encuentra problemas en sus genitales, pero ellas no entienden qué está pasando. Creen que es normal”, indica una fuente, para quien eso se explica dada la confianza y credibilidad que él ha generado en sus seguidores. “Las víctimas estaban en un estado de inferioridad psicológica que no les permitía entender que lo que él hacía era abuso sexual. Hubo una presunta víctima que, después de enfrentarlo, terminó pidiéndole disculpas cuando él le dijo que ella estaba cuestionando algo sagrado. Hay mujeres que también tienen miedo de denunciar porque le temen”.

Parte de todo esto radica en que las personas asociaban los efectos del yagé no tanto con la planta como con el propio Gaitán, así que “creían que lo que les pasaba era autorizado y generado por él”. Por eso los encargados del caso critican que algunas versiones divulgadas en medios afirmen que la planta fue la causante de la indefensión de las presuntas víctimas, ya que la hipótesis que se maneja es que lo realmente influyente en estas fue la figura de autoridad que él les representaba.

Es tan fuerte esta imagen, que los testimonios recogidos indican que algunos lo llaman padre, otros lo ven como la reencarnación de Jesucristo y otros, para dar a entender la dimensión de lo que él significa, afirman: “Después de Dios, el taita”. Lo que les llama la atención a las autoridades es que el discurso de Gaitán caló en personas con formación profesional como abogados, médicos, psicólogos y antropólogos”.

En internet, de hecho, además de las entrevistas que se ven en Youtube, se encuentran trabajos académicos que destacan su vida y obra. Está la tesis de maestría en antropología que Mónica Sofía Briceño escribió bajo el título Las coordenadas del cielo. Músicas en las ceremonias de yajé del taita Orlando Gaitán, donde se afirma que él fue contratista del Gobierno Nacional desde 1993 y que es un “taita avalado hoy por diversas comunidades indígenas”. También se precisa que las ceremonias en El sol naciente comenzaron a celebrarse en 2005. Otros trabajos de referencia son los de Claudia María Montagut, que a su vez aparece en el Registro Único Empresarial como representante legal suplente de la Fundación Carare, que Gaitán fundó en 2003. En ellos, en vez de cuestionar que un hombre de origen campesino termine orientando ceremonias de tradición indígena, se le llama “mediador cultural”.

Los otros frentes

Una vez comenzó a actuar como taita, Orlando Gaitán forjó poco a poco una estructura organizacional que lo llevó, por ejemplo, a crear la Institución Prestadora de Servicios de Salud Maya Pijá y la Fundación Carare. Se le unieron -“de buena fe”, precisan las fuentes- profesionales como los ya mencionados para apoyarlo en sus labores. Esas entidades fueron su nuevo puente con el Estado comenzando el siglo XXI: como se conoció la semana pasada, la Fundación no fue sólo contratista de la Unidad de Mantenimiento Vial en 2012, durante la administración Petro, como lo informó El Tiempo, sino desde el gobierno de Samuel Moreno, con diversas secretarías.

La IPS Maya Pijá, que desarrollaba medicina alternativa, entró en liquidación en 2012, el mismo año en el que, de acuerdo con lo rastreado por este diario, la Superintendencia de Salud le había abierto un proceso sancionatorio por no enviar reportes al sistema de información para la calidad y por obstruir las investigaciones. Este proceso fue archivado el año pasado, precisamente porque la empresa ya no existía.

Los investigadores aún no saben a ciencia cierta si actividades como estas le generaron a Gaitán un alto patrimonio. Se sabe de la nutrida participación en las tomas de yagé que dirigía, en las que, como se indica en la página web de la Fundación Carare (psicologiapoliticaa.tumblr.com) cobraban $40.000 por asistente: $20.000 para la Fundación y $20.000 para la compra del yagé. El día que lo capturaron, un domingo en la mañana, acababa de salir de El sol naciente. Iba en una camioneta que, de acuerdo con las indagaciones, le había regalado un paciente. Aunque las fuentes consultadas indicaron que era “muy lujosa”, no especificaron la marca ni el modelo. Arrancó rumbo a La Calera, donde dirigiría una toma, pero la Dijín lo llevó al casco urbano de La Vega, donde se han llevado a cabo las audiencias. Aún está pendiente el juicio, pero hasta ahora ha dicho que todo es mentira.

De chamanes y contratos
 
En épocas recientes ha habido revuelo por la vinculación de chamanes en la contratación de entidades del Estado. Los casos de Orlando Gaitán, excontratista de la Nación en los 90, y del Distrito en la presente década por medio de la Fundación Carare hicieron recordar otros hechos relativamente recientes. Está, por ejemplo, el caso de Jorge González, chamán oriundo del Tolima contratado para que evitara la lluvia durante la clausura del Mundial Sub-20 que organizó Colombia entre julio y agosto de 2011. El Instituto Distrital de Recreación y Deporte le pagó casi $4 millones que le llegaron por intermedio de la Fundación Teatro Nacional, encargada del evento. Según él, controló las precipitaciones en 80%. Apenas se conoció el caso, González reveló que dicha fundación generalmente lo contrataba con el mismo fin para el Festival Internacional de Teatro y que incluso había prestado esos servicios para la ceremonia de posesión presidencial del primer gobierno de Juan Manuel Santos, el 7 de agosto de 2010.
 
“Será un juicio técnico y científico”: abogado
 
Rafael Martínez Bohórquez, abogado de Orlando Gaitán, le dijo a El Espectador, que desde que comenzó la investigación, él y su cliente se pusieron a disposición de la Fiscalía. “Fue una forma de decir: ‘aquí estamos’”. Y agrega: “La razón por la cual él no se allana a cargos es porque se considera inocente, pero no saldremos a los medios a revelar nuestra teoría porque eso se ventilará en un juicio que deberá estar rodeado de garantías. Será un juicio eminentemente técnico y científico. Un encuentro de grupos interdisciplinarios. No será para especular”. Agregó que para ser un sanador, Gaitán no tiene que ser indígena de nacimiento: “él tiene ascendencia indígena porque su abuela era indígena 100%”. Considera que, en general, la comunidad de seguidores de Gaitán “se mantiene tal cual, porque están conformada por personas que han experimentado sanaciones extraordinarias, justo donde la medicina occidental ha mostrado limitaciones. Cuando las personas tienen esa certeza se mantienen en su lugar”.
 
 
 
chernandez@elespectador.com
 

Por Carlos Hernández Osorio

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