Cuando todavía no existían las explicaciones suficientes para justificar la fuga de 41 menores del centro de reclusión El Redentor, el pasado fin de semana, el escape reciente de otro joven aprendido término por encender todas las alarmas.
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De manera inexplicable, un menor de 17 años que se encontraba recluido en El Redentor, aprovechó el traslado a un hospital para fraguar un escape exitoso que dejó a sus custodios viendo un “chispero”.
El escape
Los hechos ocurrieron en la noche del lunes después de que el joven aprendido se quejara de un fuerte dolor abdominal. Ante la ausencia de mejoría en los supuestos síntomas estomacales, las autoridades a cargo del centro autorizaron el traslado del menor al pabellón de urgencias del Hospital de Meissen para que fuera atendido. Mientras tanto, los 4 cómplices del menor aguardaban con ansias su llegada al hospital para llevar a cabo la segunda parte del plan.
Al percatarse del arribo del menor, los 4 individuos intimidaron y redujeron con cuchillos al vigilante del hospital para facilitar el escape del menor aprendido quien, entre tanto, solicitó al personal médico un permiso para ir al baño. Al salir del consultorio, y ver que el vigilante del pabellón de urgencias ya había sido neutralizado, el joven de 17 años se reunió con sus cómplices. De ahí, el grupo salió corriendo hacia un vehículo de color rojo que los esperaba para concretar la fuga, según los testigos en la zona a los que entrevistó City Tv.
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El Espectador intentó comunicarse con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar para obtener más información sobre el incidente, pero no se logró ningún tipo de pronunciamiento. Sin embargo, de manera extraoficial, este diario conoció que el joven que se fugó ya habría cumplido los 18 años de edad, por lo cual el caso habría sido remitido a la justicia oridinaria.
Lo cierto es que esta nueva fuga, y el motín que permitió el escape de 41 jóvenes aprendidos en El Redentor, son motivos suficientes para cuestionar la administración ejecutada en el centro de detención para menores. Por otro lado, la negativa del ICBF para recibir el centro de Campo Verde, recién construido por la administración saliente, no hace más que atenuar la brecha existente entre las posibles soluciones al problema, y la toma de decisiones de las autoridades competentes.
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