Oficinas de sicarios en Bogotá

Secretaria de Gobierno hace radiografía de la seguridad en la capital.

El Espectador
03 de abril de 2011 - 08:00 p. m.

En momentos en que una encuesta de la Cámara de Comercio de Bogotá evidencia que han aumentado tanto la percepción de inseguridad como la victimización en la capital, la secretaria de Gobierno, Olga Lucía Velásquez, revela algunos de los resultados de la investigación “Diálogos y dinámicas de la ciudad”, realizada por el Centro de Estudios y Análisis en Convivencia y Seguridad Ciudadana (Ceacsc) de esa entidad, que se terminó en diciembre pasado.

¿A qué atribuye el incremento en el número de bandas delincuenciales en la ciudad?

Bogotá empezó a ser atractiva para el lavado de dinero por la desestimulación de la exportación de droga desde 2005 y se buscaron otras alternativas de distribución y consumo. Suponemos que otra de las razones tiene que ver con la llegada de narcotraficantes a las cárceles de la ciudad, quienes a su vez han traído a toda su familia, generando un fuerte impacto.

¿En qué sitios han detectado lavado de dineros ilícitos?

Hemos venido haciendo seguimiento a varios establecimientos que presentan poca actividad comercial y siempre generan utilidades. Hay casinos, juegos de azar, concesionarios de vehículos, equipos de fútbol de segunda división, pases de jugadores, compraventas, pesebreras en municipios vecinos, préstamos gota a gota y almacenes de ropa importada, entre otros.

¿Uno de esos servicios ilegales son las oficinas de cobro, como las que operan en Medellín?

Sí, aunque las oficinas de cobro de Bogotá son diferentes a las que funcionan en Medellín. Los servicios ilegales son independientes, no hay una red que consolide como la de Envigado o ‘Los Paisas’.

¿También hay oficinas de sicarios?

Sí. Estas oficinas manejan tarifas que dependen de la modalidad de crimen. Ofrecen servicios desde los $250 mil hasta más de $40 millones, dependiendo de la complejidad del objetivo. También hay oficinas de alquiler de armas, especialmente en Bosa, Kennedy, Ciudad Bolívar y Usme. Son grupos ilegales que suministran permanente todo tipo de armas.

¿Qué otros servicios ilegales han detectado?

La franquicia del menudeo de drogas, como resultado de la crisis de la exportación. Entre 2004 y 2006 llega el Loco Barrera y define las franquicias del narcomenudeo en Bogotá. Él establece una red de ollas iniciales, luego se convierte en abastecedor pero no controla el territorio. Se hace necesaria la seguridad para garantizar la protección de la olla, el aumento del consumo y la presencia de taquilleros para recolectar el dinero. Sabemos que se establecieron metas de consumo, por eso la actividad se diversificó a parques, colegios, universidades, establecimientos comerciales.

¿Han detectado alguna red de narcotraficantes en Bogotá?

No, lo que se da son pequeñas redes independientes. Son negocios familiares, pero no redes para apoderarse de un territorio. Lo que tenemos son puntos de distribución, personas que distribuyen al menudeo y que lo que necesitan es seguridad, consumo y una persona que cobre.

¿Por qué insisten en que la ciudad no tiene bandas criminales?

Se dice que en Bogotá hay bacrim , pero estas bandas sin norte político, que conforman grupos privados que cuidan patrimonio del poder mafioso y conforman redes de grupos armados de acuerdo con sus conveniencias, no existen en la capital.

¿Qué bandas están operando hoy en la ciudad?

Hemos identificado bandas dedicadas a la piratería terrestre, haladores de carros, fleteros, asaltantes de establecimientos comerciales y de residencias. También se dedican a la extorsión, al secuestro express, a la trata de personas y al turismo sexual. Se han detectado también unas pequeñas organizadas para hacer atracos callejeros y asaltos en el transporte público y trabajan con menores de edad.

¿Cómo funcionan estos grupos?

Están el líder y los ayudantes. Todas estas bandas tienen estas características. Hay vigilantes privados comprados, personas que le avisan a la banda los movimientos de los propietarios, por eso no es tan fácil desarticularlas, porque cada uno hace su tarea y se escapa. Ya tenemos una caracterización de estas bandas y las estamos desarticulando.

Por El Espectador

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