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Un par de meses atrás entrevisté al concejal de Bogotá, Juan Daniel Oviedo, a quien pregunté si no era deshonesto con la ciudadanía que le permitió llegar a la Corporación con una votación bastante importante en la pasada contienda electoral, renunciar para aspirar a la Presidencia de la República.
Él, ni corto ni perezoso, me respondió que no salió a las calles durante la anterior campaña política buscando una curul en el Concejo de Bogotá.
Puede que sea cierto porque su objetivo no era el Concejo de la ciudad, sino la Alcaldía, pero entonces concejal, ¿por qué aceptó ocupar la curul de la oposición? Nadie ni nada lo obligaba hacerlo. Además, ¿por qué luego de la campaña se le vio en las calles dando las gracias a grito entero y prometiendo que haría un ejercicio político responsable y serio?
Sin embargo, lo que más me sorprendió fue la aceptación del concejal Juan Daniel Oviedo para ocupar la vicepresidencia del Concejo de Bogotá. ¿No era, pues, que se iba? ¿No dijo, pues, que no salió a la calle para buscar una curul en esta corporación?
Cuando conocí a Juan Daniel Oviedo me pareció una persona seria, un poco excéntrica, sí, pero sería en sus apreciaciones, puntos de vista y manera de actuar. Hoy francamente no sé qué pensar, porque un día dice que se va a retirar para aspirar a la presidencia; después acepta ser vicepresidente del Concejo de Bogotá y luego, cuando el Consejo de Estado al considerar que estaba inhabilitado lo retira de la Corporación, entonces dice que hará respetar su curul y apela la decisión, ¿Qué es este juego por favor?
No sé si los asesores de Juan Daniel Oviedo le han dicho que la política no es un juego y que los bogotanos suelen cobrar el más mínimo vaivén en las urnas, o si se lo han dicho y él no quiere verlo o aceptarlo porque últimamente ha tomado poses de estrella de tarima y esa sencillez que se le conoció o se le vio durante un tiempo determinado, al parecer se perdió o se olvidó.
Sí Juan Daniel Oviedo quiere o desea pasar a otro escenario, lo mejor que puede hacer por el momento, es demostrar tanto a los bogotanos que votaron por el como a la opinión pública en general, que tiene resultados para mostrar, más allá de haber pasado por la dirección del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE) y de ser el bacano del combo.
Si Juan Daniel Oviedo quiere ser recordado por la opinión pública y el electorado bogotano como una persona seria, debe ser consciente que esos cambios de parecer no le hacen nada bien, ni le permiten mostrarse como el político que muchos ciudadanos en Bogotá y en todo el país añoran descubrir.
En pocas palabras, concejal Oviedo, entienda de una vez que el ejercicio político que usted, por voluntad propia, decidió aceptar en Bogotá, es tan serio que no acepta vacilaciones ni mucho menos que se lo tome que como si fuese un juego.
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