Publicidad

Opinión: “Una palma de cera es su mascota”

Entendí que un árbol puede quererse como a una mascota, pues nos brindan un cariño tutelar, silencioso e higiénico que nunca recibiremos de un animal.

Alberto López de Mesa
24 de mayo de 2023 - 03:17 p. m.
De la palma de cera dependen el loro orejiamarillo y el oso de anteojos. Suelen talarla para imponer ganadería y cultivo masivo de aguacates en los bosques del Quindío.
De la palma de cera dependen el loro orejiamarillo y el oso de anteojos. Suelen talarla para imponer ganadería y cultivo masivo de aguacates en los bosques del Quindío.
Foto: Nicolás Téllez
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

En el antejardín de una casa del barrio Palermo se yergue una palma de cera. Por la altura, de casi 20 metros, le calculé que tenía 30 años, lo que corroboré al conversar con la señora que se asomó al balcón y, desconfiada, me preguntó que por qué le tomaba fotos a su casa.

Lea también: Crecen las amenazas y la violencia contra líderes políticos en Bogotá.

Le expliqué que admiraba la insólita presencia de la palma en un jardín citadino y, ya en confianza, me contó que la plántula se la trajo su hermano del Quindío y ella misma la sembró en 1991.

Agregó que, al principio, tuvo que defenderla del marido y de los hijos, pues esa especie crece sin tallo los primeros cinco años y lo que brotó fueron hojotas, de cuatro metros, las cuales, según su familia, podrían dañar la fachada. Decidieron mocharla a machetazos y arrancarla de raíz, pero ella los convenció de que le podaran solo las hojas que tapaban la ventana.

También me dijo orgullosa que su palma se llama “Carta magna”, porque la sembró en el año en que se redactó la nueva Constitución.

- ¿Con quién hablas? – preguntó alguien dentro de la casa.

- Con un vecino – respondió la señora -. Es mi hija- aclaró-, es abogada y defiende la palma como patrimonio de la familia y de la ciudad.

Madre e hija salieron y hasta un pocillo con tinto me brindaron. Con atropellados comentarios me contaron la biografía de la planta, demostrando un aprecio tan empático como el que demuestran los que tienen mascotas, refiriéndose a ella como si fuera otro miembro de la familia.

Cuando le empezó a crecer el tallo, ahí si me preocupé – contó la señora-, porque las nervaduras de las primeras hojas eran fuertes y podían averiar el balcón…

En esta especie, ceroxilum andina – explicó la joven en tono erudito – las hojas de nacimiento son como nuestros dientes de leche y se les caen apenas empieza a desarrollárseles el fuste.

Por suerte, del Jardín Botánico mandaron a un agrónomo- recordó la señora- y, tan querido, podó solo las hojas que daban contra la casa y hasta nos regaló dos kilos de guano. Caca de murciélago- comentó bajando el tono de la voz, como si le diera pudor mentar el producto.

-Es un excelente fertilizante -aclaró la hija- y en suelos urbanos es más que necesario. De ahí en adelante el desarrollo de nuestra palma fue normal. Crecía 90 centímetros cada año, que es un buen ritmo, aunque en su suelo originario al año crecen metro veinte.

- Y le nacieron las hojas verdaderas – exclamó la madre-. Pero a Carta magna no le han faltado enemigos.

- ¿Una palma con enemigos?, pregunté.

- Si señor. La primera fue la dueña de una peluquería que hubo aquí al lado. Regó el cuento que la palma traía piojos y que le ahuyentaba la clientela.

- Se alió con un concejal y nos echaron a un inspector del DAMA, cuando existía – declaró la joven -. El tipo llegó a intimidarnos con el cuento de que esa especie no podía mantenerse en espacios urbanos. ¿Qué tal el embustero?

- Los del Jardín Botánico entendieron que Carta Magna era un miembro de la familia, nuestra mascota. Por eso nos acompañaron en la protección de la palma, de las afrentas naturales y de las humanas – aseveró la señora.

-Ni crea que le han faltado amenazas a nuestra palma- insistió la joven -. Han jodido vecinos, ediles, y alcaldes. El más ensañado fue Peñalosa, en su primera alcaldía, con sus andenes con bolardos y peor, porque vivimos en cercanías a la troncal de Transmilenio de la Caracas.

Más amenazada estuvo la palma de mi prima – recordó la señora- en la acera sur occidental de la 53 con Caracas, frente a lo que hoy es el éxito. Yo salvé esa palma, porque fui amiga de Cecilia Londoño, la mamá del alcalde Peñalosa. La conocí en Chaparral Tolima, así que, la busqué y la convencí de que intercediera y así lo hizo.

Madre e hija me entretuvieron algo más de una hora. La joven hablándome de las virtudes ecológicas de esa especie de palma. La mayor, de las peripecias libradas para mantenerla en el paisaje urbano.

Desde ese día presto atención a las palmas de cera que hoy hay en Bogotá: en el conjunto Bavaria, en el Parque Nacional, la emblemática de la 72 con séptima (edificio de los venados), en el Tunal, en La Universidad Nacional, en el parque del Chicó, todas en convivencia empática con las comunidades respectivas.

De la charla con las mujeres aprendí que de la palma de cera dependen el loro orejiamarillo y el oso de anteojos, y que la talan para imponer ganadería, y el cultivo masivo de aguacates en los bosques del Quindío, que son la causa de su actual extinción.

Pero, sobre todo, entendí que un árbol, una planta puede quererse como a una mascota, acaso nos brindan un cariño tutelar, silencioso e higiénico que nunca recibiremos de un animal.

Nota relacionada: En Bogotá no se dialoga con el crimen: Claudia López critica políticas de gobierno Petro.

Conoce más

Temas recomendados:

 

fasci(02866)24 de mayo de 2023 - 05:09 p. m.
Yo tambièn tengo mis MASCOTAS: Plantas en varios sitios que brindan compañìa totalmente desinteresada, embellecen, valorizan y perfuman su entorno. Un Jazmìn Caballero de la Noche con màs de 30 años, contra viento y marea en especial contra la Estupidez infinita de los vecinos que lo utilizan como basurero , baño pùblico de "humanos" y/o cagadero de perros y gatos. Einstein: Dos cosas hay infinitas, el universo y la estupidez humana; de lo primero tengo algunas dudas. Ir al Jardìn Botànic!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
Aceptar