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Opinión: ¡Del futbol a la política!

Nada refleja mejor nuestra idiosincrasia que el comportamiento de cara a una final del futbol colombiano que, en últimas, refleja nuestro comportamiento y talante en los escenarios de la política, que tiene la inexorable capacidad de afectarnos a todos.

Ricardo Felipe Herrera Carrillo
20 de junio de 2024 - 01:31 p. m.
Seguir a un equipo de fútbol o a un partido político, en ningún caso obedece a un análisis serio y riguroso de las ideologías o de la calidad del juego, sino por influencia. Así mismo, quienes nacieron en hogares indiferentes, en lo uno y en lo otro, en su generalidad crecieron y se comportan hoy en forma indiferente.
Seguir a un equipo de fútbol o a un partido político, en ningún caso obedece a un análisis serio y riguroso de las ideologías o de la calidad del juego, sino por influencia. Así mismo, quienes nacieron en hogares indiferentes, en lo uno y en lo otro, en su generalidad crecieron y se comportan hoy en forma indiferente.
Foto: Mauricio Alvarado Lozada
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El entorno que rodeó la reciente final del futbol colombiano denotó cómo nos comportamos en los escenarios de la política y de la vida diaria, tan confusa y desdibujada por estos días. Desde niños vamos definiendo nuestras preferencias o la indiferencia en materia futbolística, así como en la política. Los hinchas o antihinchas futboleros, como las afinidades o indiferencia políticas, nacen a partir de las preferencias de nuestras familias, según las circunstancias o conveniencia lo vayan determinando.

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Así, por ejemplo, en el pasado, quienes nacieron en una familia con afecto por el partido Liberal terminan engrosando sus filas o, llegado el caso, del partido Conservador o del partido Comunista. Claro que también había y hay excepciones. De manera similar ocurría con la definición de los afectos a los equipos de futbol. Se resultaba siendo hincha de un equipo de la ciudad, por influencia de un familiar.

También los hay de equipos foráneos nacionales e internacionales, por efecto de la moda o simplemente por sumarse al equipo ganador, como sucedió con el América de Cali y luego con el Atlético Nacional de Medellín, a los que sumaron hinchas no vallunos ni paisas en varias ciudades del país, gracias a sus éxitos de antaño.

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Casi en ningún caso esa elección obedecía, ni obedece hoy, a un análisis serio y riguroso de las ideologías partidistas o de la calidad del juego de uno u otro equipo. Así mismo, quienes nacieron en hogares indiferentes, en lo uno y en lo otro, en su generalidad crecieron y se comportan hoy en forma indiferente.

Indiferencia que en lo deportivo denota un tanto la falta de identidad, que en este aspecto está lejos de ser grave, contrario a lo que ocurre con la indiferencia en los temas que atañe a la política, que son todos: empleo, pensiones, salud, servicios públicos, seguridad, corrupción, educación, etc.

La superficialidad y falta de rigor de los ciudadanos para decidir, sumado al creciente oportunismo de no pocos políticos, nos lleva a una falta de identidad y de unidad nacional, que sí resulta francamente alarmante.

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En el futbol, por lo menos, eso no sucede cuando juega la selección Colombia, porque en su gran mayoría nos sentimos convocados y los distintos actores del deporte al unísono procuran lo propio. Solo algún asilado y destemplado comentarista deportivo insiste en criticarlo todo.

La política actual se centra en la polarización, a partir de incitar a la lucha de clases, acentuar la segregación por el color de la piel, procedencia social o la identidad de género, etc., bien sean, actuando violentamente contra las minorías o victimizándolas para sacar provecho de ello.

Por eso, muchos adoptan posturas inamovibles, simplemente porque sí o, igual de reprochable, se hallan al vaivén de las posturas mediáticamente correctas o, peor aún, en procura de satisfacer sus propios intereses personales, por encima de los demás. Por eso hay políticos que, sin ruborizarse, un día son Uribistas, al otro Santistas y al siguiente Petristas.

Como en el futbol, en la política unos son sectarios a ultranza, porque sí; otros, envidiosos de los equipos de su misma ciudad como de su gente, prefieren ir en contra de estos, y otros, con la ligereza para sumarse al ganador como hinchas o militantes políticos, se suman sin la más elemental información,

Esta es la cruda realidad de hoy de los colombianos, la que nos conmina a reflexionar con serenidad para adoptar correctivos y decisiones con seriedad en el inmediato futuro.

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