Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Se equivoca el alcalde Carlos Fernando Galán si cree que la comunidad embera que durante once meses protagonizó una toma al Parque Nacional de Bogotá exigiendo mayores garantías de seguridad para permanecer en su territorio, no regresará a realizar el mismo ejercicio en el que la única que salió perdiendo fue la ciudad capital.
LEA: ¡Pilas! Desde el 29 de septiembre vuelve racionamiento de agua diario a Bogotá
Las condiciones en que quedó el Parque Nacional una vez se retiró la comunidad indígena son lamentables, y vale la pena preguntar ¿en dónde están los ambientalistas que suelen levantar la voz cuando se quita un árbol para realizar una construcción? ¿este territorio en Bogotá no vale la pena defender? O es que acaso, ¿Cuándo los destructores del medio ambiente son indígenas hay que quedarse callado?, o lo que es peor, ¿hay destrucciones al medio ambiente buenas y destrucciones al medio ambiente malas?
Algo importante que debe tener en cuenta la Administración de Bogotá es que la manera de vivir de estas comunidades no es compatible con la de una ciudad, por eso lo que para muchos ciudadanos atenta contra la higiene, a ellos les importa cinco porque su modo de vida es muy diferente. En primer lugar, debemos decir que no acostumbran a utilizar un sanitario y dudo que aprecien el papel higiénico; tampoco usan una cama con colchón de blanda pluma, mucha seda y mucho holán. Duermen en el suelo. En pocas palabras, sus costumbres y tradiciones no son para una ciudad sino para sus territorios, en su mayoría selváticos donde ejercen una relación con la naturaleza con unos códigos muy diferentes.
Le puede interesar: Las sanciones a las que se atendrían los ciudadanos y empresas que no ahorren agua
De ahí que su cultura va a chocar con la de los bogotanos porque son muy distintas, lo que hace que una ciudad como Bogotá, les sea hostil. Era lógico que las condiciones en las que quedaría el Parque Nacional una vez se retiraran no serían las mejores, y es por esto por lo que estoy seguro de que sí en realidad se desea evitar una nueva toma, es bueno ir pensando en instalar un cerramiento en la parte que va entre la Avenida Circunvalar y la Carrera Séptima, además por temas de seguridad.
El riesgo de un retorno de esta comunidad al Parque Nacional va a estar latente porque la incertidumbre que viven muchos de ellos por la inseguridad en sus territorios por cuenta de la violencia generada por actores ilegales, es enorme. Además, porque a este problema se suman los intereses particulares de muchos de sus líderes, que instrumentalizan a mujeres, niños y adolescentes menores de edad a quienes traen obligados para que la Policía no pueda actuar sobre ellos.
Más información: Racionamiento de agua: ¿Qué es el Día 0 y qué pasa si Chingaza llega a ese umbral?
Es por esto que durante la toma se observó a muchas mujeres, niños y jóvenes menores de edad al interior del campamento en comparación con el número de hombres adultos, y según me contaron algunas fuentes, existen dudas de que sus líderes durmieran en el lugar. En cambio, si sacaban a mendigar por las calles de la ciudad a los pequeños con sus madres.
Hizo bien la Alcaldía brindando la atención inmediata, advirtiendo que el Parque Nacional no es territorio indígena y que por tanto las autoridades civiles podían ingresar a ejercer el control correspondiente. No sé qué tan positivo fue el haber comprometido recursos para la permanencia de estos emberas en sus zonas de origen. Todos sabemos que estas ayudas no son eternas, y la pregunta entonces es: ¿volverán cuando se les acabe el mercado?
Explore nuestro especial: Escasez de agua en Bogotá, ¿cómo llegamos a este punto?
Si esto llegase a suceder, regresarlos no va a ser fácil porque vendrán por más, y sus líderes no se van a conformar con cualquier ayuda, entre otras porque esta responsabilidad es de la Nación, y no de Bogotá.
