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La Personería de Bogotá lanzó una alerta por el número de personas quemadas con el uso de bioetanol en calentadores y chimeneas decorativas. Según datos conocidos por el Ministerio Público, la Subred Integrada de Servicios de Salud Norte, señaló que entre enero de 2024 y julio de 2025 el Hospital Simón Bolívar brindó atención a 34 personas quemadas con este combustible.
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La mitad de los pacientes requirió atención especializada en unidades de cuidado intermedio o intensivo y uno de los pacientes falleció a raíz de la gravedad de las lesiones. La mayoría de las personas quemadas provenía de las localidades de Suba, Engativá, Ciudad Bolívar y Chapinero.
Ante estos casos, el órgano de control hizo un llamado a la Secretaría de Salud para adelantar campañas dirigidas a prevenir este tipo de incidentes en hogares y establecimientos comerciales de la capital.
“A pesar de que estos casos representan un porcentaje bajo frente al total de quemados entre enero de 2024 y julio de 2025 (3.022), su alta complejidad clínica, y la necesidad de manejo en Unidades de Cuidado Intensivo -UCI-, evidencia un riesgo emergente para la salud pública, particularmente en los hogares”, señaló la Personería de Bogotá.
¿Por qué es peligroso el uso de bioetanol?
El bioetanol es un líquido inflamable que produce una llama tenue, sin humo ni olores fuertes. Se usa como fuente para generar calor en chimeneas y calderas.
Sin embargo, cuando este biocombustible se combina con una llama, puede generar fogonazos, generando quemaduras graves y extensas.
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Desde la Fundación Santa Fe de Bogotá, recomendaron tres medidas de seguridad para prevenir estos accidentes:
- Nunca recargar las chimeneas cuando estén encendidas o calientes: este es el principal riesgo de quemaduras graves.
- Mantener la distancia: evite que niños, mascotas y materiales inflamables estén cerca.
- Ventilar el ambiente: estos dispositivos pueden consumir el oxígeno del espacio cerrado.
Cabe recordar que las quemaduras por llama de bioetanol pueden conllevar secuelas físicas como cicatrices extensas, contracturas, pérdida de movilidad, dolor crónico y, en algunos casos, amputaciones o desfiguraciones faciales.
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