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De acuerdo con el DANE, en el país hay 4.858 gitanos identificados, es decir el 0,012 % de la población, de los cuales, de acuerdo con el Distrito, cerca del 40 % viven en Bogotá. Esto ha hecho que uno de los principales retos sea protegerlos y garantizar la conservación de sus costumbres y tradiciones.
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Los rrom o gitanos cuentan en Bogotá con cinco acciones afirmativas en salud con las que se busca mantener vivas las tradiciones culturales, tanto para quienes defienden la medicina tradicional como para los que acuden a la occidental.
La primera de ellas es su integración al régimen subsidiado de salud. Durante 2017 se garantizó la continuidad y cobertura de la afiliación a 195 personas pertenecientes al pueblo gitano —Pro-rrrom y Unión Romaní— lo que equivale al 46% de esta población, puesto que, hasta diciembre de 2017, el 54% pertenecía al régimen contributivo.
La secretaría de Salud, por su parte, reporta que el año pasado 40 familias fueron priorizadas para la atención de estas acciones afirmativas, lo que les permitió identificar y caracterizar riesgos en salud, y generar un plan de 10 estrategias de promoción de la salud y prevención de enfermedades, con énfasis en temas como el embarazo, la lactancia, la niñez, la sexualidad, el cuidado del cuerpo, entre otros.
Pero hay costumbres y creencias que no se deben dejar atrás. Según el informe de Poblaciones del Ministerio de Cultura, para los gitanos lo saludable tiene que ver con el bienestar (lo físico) y con el bien ser (lo espiritual), tanto así que una persona que no sea aceptada por la comunidad (kumpania) se considera enferma. En cuanto a las plantas medicinales y bayeros (elemento de protección), es recurrente el uso del cobre en joyas, elemento que creen desintoxica el cuerpo. Por ejemplo, Ángel Gómez, a cargo del taller de cobre Gitanos de Colombia dijo a Semana que “el cobre es muy bueno para la salud. Por eso uno usa una pulsera de ese material para que absorba el ácido de la sangre y desintoxique el organismo”.
De allí que en el sector salud se priorice la “sensibilización a los funcionarios de la salud en el enfoque diferencial en lo relacionado a la atención que se da a la población Étnica, con énfasis en funcionarios de trabajo social de las instituciones de salud en relación con el enfoque étnico, las dinámicas y particularidades propias” de esa población.
Sin embargo, la Secretaría de Gobierno ha reconocido que “es necesario trabajar en espacios de interlocución y diálogo que permitan establecer compromisos y acuerdos para dar cumplimiento a las metas establecidas”, dado que el establecimiento de programas y actividades ha sido difícil.
Hasta ahora, no se ha podido ejecutar las acciones dirigidas a promover la participación social en materia de salud urbana que parten de las cosmovisiones propias de los gitanos, así como la construcción de una guía metodológica que permita orientar las acciones diferenciales para su población.
Una última proyección lo constituye el análisis de condiciones de vida y enfermedades de la población Rrom-Gitana en Bogotá, acción que depende de los resultados obtenidos en la primera fase del convenio con la Organización Panamericana de Salud, ya que estos serán insumos para avanzar con las acciones afirmativas que se firmaron a finales del año pasado.