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Zoofilia o actos sexuales con animales: tipo de maltrato que no se puede denunciar

Si bien existe una ley contra el maltrato animal, esta práctica aún no se considera un delito en el país, lo que impide que se pueda denunciar adecuadamente. De momento, solo se considera una agravante. Sin embargo, un proyecto de ley busca cambiar esta situación.

Sofía Isabel Alfonso

06 de marzo de 2025 - 04:01 p. m.
Una sexualidad sana es clave y una solución para evitar los casos de violencia.
Foto: Pixabay
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El maltrato animal tiene múltiples caras y, entre ellas, una de las más reprochables y clandestinas: la práctica o el abuso sexual. Esta historia tiene una protagonista y es Sasha, una canina rescatada justo después de que un sujeto la agredió, en inmediaciones de la estación Biblioteca Tintal de Bogotá, y a quien su actual dueño, Monaki, le salvó la vida.

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La historia comienza con un doloroso chillido. En ese momento, “desde la reja, vi a un habitante de la calle con un palo. Aunque no veía a la perra, asumí que algo pasaba”, narró su dueño. Aunque la zona es concurrida, nadie auxilió al animal, salvo Monaki, quien de inmediato buscó ayuda y gestionó que le prestaran atención. Inicialmente, acudió a los servicios del Distrito, pero le dijeron que debía esperar y no había tiempo para eso.

Si bien, no contaba con el dinero suficiente, él aprovechó sus redes sociales para reunir el dinero para que la atendieran en una veterinaria particular. Allí le dijeron que la perrita habría sido víctima de agresión sexual y que padecía una infección uterina y que requería de una cirugía. Tras la intervención, empezó su recuperación.

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Sin embargo, el proceso no ha sido sencillo. Al principio Sasha solo aceptaba a su salvador. Era agresiva con otras personas. Hoy, poco a poco, ha recuperado la confianza. Su dueño resalta que, “todo se puede hacer. Podemos cambiar la vida y no importa si no tiene dinero. Si usted quiere, soluciona. Al final, todo resultó ser una bonita metáfora de mi vida, de la que he logrado sacar un gran aprendizaje”.

Un maltrato frecuente

Lo que sufrió Sasha es una situación más frecuente de lo que se piensa. Perros, gatos, burras, serpientes, entre otros, han sido víctimas de actos sexuales por humanos. En ocasiones, las heridas son tan graves que los animales pierden la vida, producto de las lesiones internas, ocasionadas con palos, armas blancas o, en algunos casos, el miembro sexual del hombre.

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Este tipo de actos nace de una clase de parafilia, llamada ‘Zoofilia’, que hace referencia a la atracción sexual hacia los animales, la cual ha sido documentada a lo largo de la historia. Si bien, en algunas culturas antiguas, la relación sexual con animales fue aceptada por motivos rituales, en la actualidad se cataloga como maltrato animal.

Lo paradójico es que, en vez de reforzar políticas para perseguir esta actividad, ha sido poco el debate alrededor del tema. Es más, alrededor de esta práctica muchos evitan entrar en la discusión. Esto provoca que su abordaje sea complejo y, por lo tanto, es fundamental considerar sus matices para comprender el impacto real.

¿Qué es la zoofilia?

Para explicar el tema, El Espectador consultó al licenciado en Psicología y Pedagogía, Alexis Soler Caro, quien, a grandes rasgos, afirma que esta es una parafilia o desviación sexual humana que, en este caso, está vinculada a los animales. “Las filias son una desviación atípica en cuanto al objeto de deseo y al ser la sexualidad un proceso individual, no se puede generalizar ni tratar de manera uniforme”, explicó Soler.

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¿Y cómo tratarla? Para Soler, de la mano de la pedagogía, primero es crucial reconocer las etapas de aprendizaje y, en el ámbito de la sexualidad, ofrecer herramientas y conocimientos, para prevenir desviaciones. Aunque el debate sobre la educación sexual siempre ha estado presente, el punto clave es comprender cómo y en qué etapa se debe hablar de este tema con la población.

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Ya, “cuando hablamos de un sujeto con individualidad, que pueda manifestar este tipo de deseos, debe acudir a un profesional, preferiblemente en el ámbito de la salud mental, para recibir el acompañamiento necesario y evitar conductas que más adelante terminen en condenas. Quien tiene estas inclinaciones, sabe que está transgrediendo muchas líneas: éticas, sociales, incluso legales e incluso morales y de salud mental”.

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Un acto que debe ser considerado ilegal

El deseo por sí solo no es delito, al ser una atracción sin acción. En la zoofilia (al igual que en otras parafilias), cuando se materializa, si se trasgrede lo legal, al violentar los derechos de otro ser vivo. Sin embargo, es curioso que en Colombia este tipo de actos no sean considerados delito.

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Para la Ley 1774 de 2016, que aborda el maltrato animal, los actos sexuales están tipificados como agravante y, como tal, no se pueden denunciar. Esto, sumado a que son hechos que, por lo general, ocurren en el ámbito de lo privado, lo cual hace que se desconozca su verdadera dimensión.

Pero es una realidad con la que se convive en el país. El médico veterinario Santiago Henao, quien lleva a cabo investigaciones sobre bienestar animal y ética, le contó a El Espectador sobre múltiples casos de abuso sexual en animales. En su experiencia, ha observado diversas escalas y tendencias de la zoofilia, siendo la mayoría de los casos protagonizados por hombres, que acceden violentamente a los animales. Sin embargo, también ha documentado casos en los que mujeres están involucradas, como en el caso de ciertos tipos de serpientes.

Henao cuenta con experiencia en la parte legal. Él señaló que la ausencia de información lleva a que exista “una subnotificación y la mayoría de las personas creen que no hay nadie cercano que haya tenido contacto sexual con animales. Como no tenemos estadísticas, todo es informal o evidencias en prensa, pero no es que haya una estadística tan clara que permita tomar unas decisiones más contundentes”, añadió Henao.

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Por esta razón, al no existir una clasificación clara, lleva a un manejo inapropiado del caso y a la impunidad. Hoy por hoy, según un derecho de petición que envió la senadora Esmeralda Hernández al grupo de Maltrato Animal (Gelma) de la Fiscalía, para junio del 2024 se habían presentado 64 denuncias por maltrato animal con la agravante de actos sexuales y solo dos casos terminaron en condena.

Por eso, avanzan iniciativas para cambiar el panorama legal y dos rostros que llevan la bandera: las senadoras Andrea Padilla y Esmeralda Hernández. Ellas trabajan en la modificación de la ley, para que toda realización, difusión y promoción de actos sexuales con animales sea considerado delito. “Esto no solo conlleva violencia contra los animales, sino que también trae consecuencias de salud pública muy preocupantes”, dice Hernández.

Mientras esto no ocurra, se mantendrá un altísimo nivel de subregistro, porque las personas, cuando intentan denunciar, los devuelven porque el delito no existe. “Es decir, hoy en día, violar a un animal no es considerado ilegal. Incluso, cuando finalmente se logra interponer la denuncia, ligada a otro de maltrato, fiscales, investigadores y jueces no cuentan con las herramientas necesarias para condenar”, indicó Hernández.

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Por su parte, la senadora Padilla, a través de la Ley Ángel, busca precisar los conceptos relacionados con el maltrato animal, pues, actualmente, al abordar estos casos no existe claridad y, a la hora de condenar, se pasan por alto matices clave. Según la Fiscalía, cualquier acto contra un animal se clasifica únicamente como ‘Maltrato Animal’, lo que impide que casos como el de Sasha se puedan procesar.

¿Qué queda?

Es clave tener claro que la zoofilia no puede ser comprendida de manera simplista como una persona que tiene relaciones sexuales con animales, sino de una problemática que enfrenta retos derivados de la normalización, el silencio y la falta de fuerza legal para afrontarla. No es una cuestión sencilla y, para lograr un cambio real, se debe desarrollar un proceso tanto social como individual, que abarque desde la construcción de una sexualidad sana hasta el establecimiento de parámetros claros ante la ley.

Que la Ley Ángel sea una realidad, es un paso crucial en el proceso. Sin embargo, ante el silencio y el olvido, nadie podrá hacer nada por estos seres vivos que no tienen voz. Si bien, es crucial que la ley contemple procesos para combatir este crimen, no basta con la condena: es fundamental comprender que la educación sexual adecuada y la salud mental son clave para poderlo mitigar.

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Por Sofía Isabel Alfonso

Estudiante de último semestre de Comunicación Social y Periodismo. Interés en cubrir temas de política, derechos humanos, género y más.sperez@elespectador.com
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