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El cometa interestelar 3I/Atlas, que fue visto por primera vez en julio de este año, volvió a ser noticia. Esta vez después de que se conocieran los resultados de una serie de observaciones realizadas con el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), en Chile.
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3I/Atlas, de acuerdo con las estimaciones de los científicos, viaja a más de 210.000 kilómetros por hora y es el tercer objeto interestelar confirmado que entra en nuestro sistema solar, después de 1I/ʻOumuamua (2017) y 2I/Borisov (2019). Podría tener más de siete mil millones de años.
En un reciente estudio publicado en la revista de preimpresión arXiv, que está a la espera de la revisión por pares, el equipo encabezado por Martin Cordiner, del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, explicó que había detectado en el cometa cantidades abundantes de dos compuestos clave para la vida.
El primero de ellos es metanol (CH₃OH), una molécula fundamental en la química prebiótica, pues desempeña un papel clave en la formación de compuestos orgánicos más complejos. También encontraron rastros de cianuro de hidrógeno (HCN), importante en la síntesis de aminoácidos y bases nitrogenadas.
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En los resultados, el equipo detalló que si bien estos compuestos ya se habían identificado antes en otros cometas, lo llamativo de este hallazgo es la proporción de ellos.
“La relación entre metanol y cianuro en este objeto alcanza valores solo superados por un caso registrado previamente: el del cometa C/2016 R2 (PanSTARRS), perteneciente a nuestro sistema solar”, detallaron los investigadores en los resultados.
Este cometa es relevante para los astrónomos por su origen interestelar, pues le otorga valor como “muestra de otro sistema estelar”. En palabras de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés), estos cuerpos aportan pistas sobre cómo se forman los sistemas planetarios más allá del Sol.
Otra de las características que lo hacen único es su trayectoria y actividad, porque ofrecen una ventana temporal limitada. La ESA espera que alcance su punto más cercano a la Tierra el próximo 19 de diciembre, cuando se ubicará a 1,8 unidades astronómicas de nuestro planeta. Es decir, a unos 270 millones de kilómetros o casi dos veces la distancia a la que estamos del Sol.
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