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Una investigación sobre el nivel de antioxidantes presentes en insectos y arácnidos, elaborada por un grupo de científicos de la universidad de Teramo (Italia), defiende el valor nutricional de estos. Se estima que alrededor de 1.900 insectos son comestibles. (Lea: ¿Podrá competir la proteína de insecto contra la carne y el pollo?)
Mauro Serafini, investigador principal del estudio y profesor de Nutrición Humana de la Universidad de Teramo, le explicó a la revista Frontiers in Nutrition que "los insectos comestibles son una excelente fuente de proteínas, ácidos grasos poliinsaturados, minerales, vitaminas y fibra".
Por ejemplo, encontraron, que ingerir saltamontes o gusanos de seda tiene un valor nutritivo similar al del consumo de zumo de naranja o aceite de oliva. O que los grillos contienen un alto nivel de antioxidantes.
Sigue a El Espectador en WhatsAppPara la elaboración del estudio, publicado en la revista Frontiers in Nutrition, el equipo de investigadores testó una serie de insectos y animales invertebrados considerados comestibles, en los que analizaron sus niveles moleculares, tanto en lo que se refiere a contenido como a actividad. Serafini aclaró que para tener "una perspectiva, usando los mismos parámetros sobre la capacidad de antioxidantes, realizamos pruebas en el zumo de naranja fresco y el aceite de oliva, dos alimentos habituales cuyo efecto antioxidante en los humanos es de sobra conocido".
El análisis se realizó con restos de animales secos diluidos en agua arrojó que un saltamontes aporta 559 kilocalorías por cada 100 gramos; un gusano de seda 487 kilocalorías; una tarántula 450 y una hormiga negra 329. (Puede leer: Hamburguesa de grillo, una apuesta pionera en Bélgica que no despega en Europa)
De acuerdo con el científico, la aportación de su investigación es que "hasta ahora" nadie había comparado "en términos de aportación de antioxidantes" el valor nutritivo de este tipo de seres vivos con el de otros alimentos más "clásicos", como el aceite de oliva o el zumo de naranja. Serafini reconoce que es necesario profundizar en este estudio para aclarar cuál es el impacto real de este tipo de molécula en los seres humanos.
"En un futuro podríamos adaptar nuestros regímenes alimentarios al consumo de insecto para aumentar el nivel de contenido de antioxidantes", concluyó el científico, cuyo propósito es encontrar vías para reducir la huella medioambiental del ser humano. (Le puede interesar: El 41% de los insectos del mundo están en declive)